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La gravedad social por la carencia de Programas de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil en los estados de la República

Dr. Antonio Benavides Rosales

I

Introducción

Cuando observamos los devastadores impactos que tienen fenómenos como los huracanes, las tormentas tropicales o simplemente las recientes lluvias torrenciales, en la vida cotidiana y las posibilidades de subsistencia de la gente que vive en municipios y comisarías de estados como Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Chiapas o Veracruz, podemos comprender fácilmente la gravedad social de que los gobiernos estatales en el territorio nacional no cuenten con Programas de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil.

Este es uno de los problemas más graves que tenemos a nivel nacional, la falta de organización a nivel regional, para establecer planes y programas que analicen, prevengan, planifiquen y atiendan las emergencias y los procesos de reconstrucción, en las áreas estratégicas y las regiones vulnerables.

Porque cada vez que se presenta cualquier fenómeno perturbador, natural o antropogénico, por pequeño que parezca, no solamente en la península de Yucatán, sino en todos los estados de la República que no cuentan con Planes y Programas de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, se registran impactos sociales, económicos y patrimoniales con enormes consecuencias para el futuro del desarrollo a largo plazo.

En la situación pandémica actual, las condiciones de vulnerabilidad que padecen millones de personas en los municipios del interior de la República –e incluso en las comisarías y colonias de menores recursos de las principales ciudades–, se han visto agravadas por la parálisis de las actividades económicas debido a la cuarentena, por la expansión del COVID-19 en diversos estados y por los fenómenos estacionales, como las tormentas tropicales.

Por ello es indispensable la formulación de planes y programas regionales para reducir y mitigar el riesgo de impacto de desastres, mediante la coordinación de políticas y acciones entre gobiernos estatales, gobiernos municipales, gobierno federal, grupos de rescate y atención a la población, etc., impulsando la participación y concertación de los sectores privado y social, estableciendo los principios y criterios de la Protección Civil y la Gestión Integral de Riesgos, considerando de forma particular los referentes históricos y culturales en las áreas estratégicas y las regiones vulnerables.

Referentes históricos y culturales para la Gestión Integral de Riesgos y la

Protección Civil en las áreas estratégicas

y las regiones vulnerables

* Doctor en Estudios Mesoamericanos (UNAM). Antropólogo. Jefe de la Unidad Departamental de Verificación de Riesgos de la Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la Ciudad de México. Colabora en la Red Uso Sostenible del Suelo Marino y Costero de la Península de Yucatán.

Los protocolos internacionales para la reducción del riesgo de desastres, como el Marco de Sendai y el Marco de Acción de Hyogo,1 destacan la urgencia de que los países y regiones que albergan grandes cantidades de población cuenten con programas de acción ante eventos potencialmente catastróficos, como los sismos, las inundaciones o las epidemias.

Los Programas de Gestión Integral de Riesgos sirven para incrementar la resiliencia de la población y los sistemas expuestos, estableciendo protocolos de respuesta y coordinación intersectorial, donde se definen las acciones y los medios para lograr una atención oportuna, mitigando los daños derivados de una emergencia. Señalan también la importancia de adaptar estos planes y acciones a la realidad social, cultural e histórica de cada región, para reducir específicamente sus condiciones estructurales de vulnerabilidad2 y mejorar sus capacidades de respuesta.

En el territorio nacional, contamos con extensas áreas que debido a sus cualidades geopolíticas y culturales son consideradas estratégicas para el desarrollo a largo plazo, como sucede con las zonas marinas y costeras (ZMC), o con la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM), que atraen a una creciente cantidad de población y de inversiones de todo tipo.

Sin embargo, debido a estas cualidades geopolíticas y culturales, las áreas estratégicas son al mismo tiempo regiones vulnerables, donde los factores históricos y económicos que entran en juego determinan en gran medida su vulnerabilidad estructural. Tenemos ejemplos claros de ello en los polos de desarrollo turístico o residencial que existen en la península de Yucatán o de la Ciudad de México, rodeados de cinturones de miseria que se extienden por muchos kilómetros, albergando importantes cantidades de población que no cuentan con los más elementales servicios básicos.

Ante este panorama, existen referentes históricos y culturales que son esenciales al plantear programas de gestión integral de riesgos y protección civil para las áreas estratégicas y las regiones vulnerables. Porque si bien es cierto que dichas regiones han aumentado su población en décadas recientes debido a la migración, también lo es que en ellas existen diversas comunidades originarias, que mantienen modelos ancestrales de uso del patrimonio cultural y natural local.

En México, los modelos ancestrales de uso del territorio y su patrimonio han permitido a las comunidades rurales el aprovechamiento de los ecosistemas locales, mediante formas de organización tradicionales, durante más de tres mil años, la mayoría de las veces de forma segura y resiliente para la satisfacción de necesidades de vivienda, alimentación, salud, religión, etc., evitando las zonas de riesgo y delineando estrategias para evitar los desastres (Benavides, 2015). Estas estrategias han quedado plasmadas en el territorio conformando paisajes culturales característicos, que podemos apreciar en los sistemas de cultivo, la disposición de los sitios arqueológicos, la veneración de santuarios milenarios, las vías de comunicación ancestrales, etc., que hoy existen en las áreas estratégicas y las regiones vulnerables.

Como estos paisajes han sido utilizados de manera racional durante miles de años, se han convertido en una herencia invaluable, ya que muestran en el espacio geográfico, la manera más inteligente de aprovechar sus diversos ecosistemas: bosques, lagos, cañadas, selvas, sabanas, manglares, islas de barrera, zonas marinas y costeras, etc. Los estudios avanzados sobre el paisaje cultural y los modelos ancestrales de uso del territorio, muestran la sostenibilidad y resiliencia de estos modelos, debido a la continuidad y perfeccionamiento de diversos conocimientos generados en época prehispánica sobre el paisaje, que se encuentran actualmente plasmados en las formas de vida y las tradiciones de los habitantes del medio rural, los cuales han hecho posible la autonomía y la continuidad de comunidades de origen maya, nahua, ñañu, mixteco, zapoteco, totonaco, wixarika, etcétera.

Referentes históricos y culturales como el Paisaje Cultural de cada región y los modelos ancestrales de uso del territorio que allí existen, sirven para orientar los Protocolos de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (GIR y PC), ya que brindan herramientas teóricas y metodológicas para la investigación de las amenazas/peligros y vulnerabilidades a las que se encuentra expuesta la población, en el análisis de riesgos a nivel regional, así como las formas más adecuadas de incrementar su resiliencia.

Dado que el estudio de este patrimonio nos ayuda a entender la conformación del paisaje, sus potenciales y sus limitaciones, estos referentes también hacen más acertados los sistemas de alerta temprana, que se quiera establecer en las regiones vulnerables, así como el seguimiento técnico y la gestión de la capacidad de respuesta comunitaria, al comprender las razones detrás de las costumbres de muchos de sus habitantes actuales.

En particular, debe comprenderse que la vinculación de las autoridades estatales con las comunidades locales, los centros de investigación, las asociaciones civiles, las comunidades científicas, los grupos de voluntarios, etc., es un componente esencial de los protocolos y las acciones en materia de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil para fortalecer las capacidades regionales de respuesta, todo ello mediante el respeto a las garantías individuales y la protección de las poblaciones más vulnerables.

Conclusiones

Como hemos visto, el establecimiento de planes y programas de GIR y PC en los diferentes estados de la República requiere considerar, de manera particular, referentes históricos y culturales como el paisaje cultural y los modelos ancestrales de uso del territorio que allí existen, considerando de forma especial el respeto a las garantías individuales y la protección de las poblaciones más vulnerables, temas pendientes en la agenda de diversas entidades federativas a nivel nacional, como Jalisco, Guanajuato, Baja California, Yucatán, Campeche –por mencionar solo algunas–, que se han enfocado en medidas de persecución, discriminación, prohibición y coerción, al enfrentar eventos de desastre, llegando incluso a utilizar la fuerza pública en contra de la población, como ha sucedido en la actual pandemia de COVID-19.

Estos hechos, que suceden con frecuencia en diversos estados de la República, tienen sus principales orígenes en la negación de los modelos ancestrales de uso del territorio y su patrimonio, tanto por los procesos históricos de dominación colonial, como por los procesos actuales de transnacionalización industrial y prevalencia de los intereses de las oligarquías locales en el diseño de las políticas públicas, así como por la importación de modelos de desarrollo que desconocen el patrimonio local.

Es necesario, por tanto, fortalecer la ciencia, la experiencia y el conocimiento del territorio a nivel regional, a partir de referentes históricos y culturales, para evitar la discriminación y la coerción, y buscar la solidaridad y la cooperación social en las políticas públicas. La capacidad local de la ciencia y la investigación, los poderes estatales, municipales y de las propias comunidades, así como los recursos de las universidades y centros de investigación locales, requieren ser usados para que las ciudades, municipios y comisarías del interior de la República cuenten con estrategias de coordinación y participación comunitaria, para responder de manera más eficiente ante las emergencias, así como privilegiar la continuidad de las operaciones y la gobernabilidad.

Notas

1 Naciones Unidas: “Marco de Sendai para la reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030”, recuperado el 6 de Marzo de 2020 de https://www.unisdr.org/files/43291_spanishsendaiframeworkfordisasterri.pdf

2 En el Marco de Acción de Hyogo se define “vulnerabilidad” como “las condiciones determinadas por factores o procesos físicos, sociales, económicos y ambientales que aumentan la susceptibilidad y exposición de una comunidad al impacto de amenazas”, recuperado el 5 de mayo de 2020 de https://www.unisdr.org/files/18197_provisionalspanishversionmidtermrev.pdf

Referencias

Benavides Rosales, Antonio (2015). “Estrategias para la protección del Patrimonio Cultural y Natural de la Península de Yucatán ante el avance de los desarrollos Turísticos Premium”. Libro electrónico, Colección Ciencia Nueva, UNAM, ISBN: 978-607-02-5937-1

http://www.ciencianueva.unam.mx/repositorio/handle/123456789/134