Internacional

Amenaza de bombas y retórica agresiva: ¿Van de la mano?

El hallazgo de bombas caseras dirigidas a prominentes figuras demócratas y a la cadena noticiosa CNN hace que aumente el temor a una campaña electoral sacudida por una violencia política desconocida en Estados Unidos y plantea incómodos interrogantes acerca del impacto de la retórica cada vez más corrosiva de los líderes de la nación.

Los fallidos ataques a escasas dos semanas de las elecciones de mitad de término hacen que la gente se replantee muchas cosas y se pregunte si el presidente Donald Trump está azuzando peligrosamente las pasiones. Los demócratas dicen que sus declaraciones parecen justificar la violencia contra periodistas y el que se denigre a los rivales políticos. El mandatario condenó toda violencia política e hizo un llamado a la unidad.

Algunos votantes se muestran preocupados de que el país esté incursionando en terreno desconocido.

“Se siente como si estuviésemos en una guerra civil en la que no hay disparos”, dijo Bobby Dietzel, de 45 años, quien trabaja en tecnología de la información en Kansas City y quien no está registrado con ningún partido. “Casi que da miedo hablar de política con otros”.

Las autoridades policiales no han dado por ahora posibles motivos detrás de la ola de bombas interceptadas el miércoles ni han dicho si pueden responder a cuestiones políticas. Los blancos de estas bombas, en todo caso, han estado todos en la mira de Trump y de la derecha.

Los fallidos ataques aumentan la volatilidad de las elecciones de noviembre, que son vistas cada vez más como un referendo sobre los primeros dos tumultuosos años de Trump en la presidencia.

Mucho antes de que se encontrasen los explosivos ya había aflorado una retórica incendiaria, sobre todo entre los republicanos, que condenaron a manifestantes que hostigan a legisladores republicanos y a funcionarios del gobierno en restaurantes y otros sitios públicos. Durante la campaña electoral, Trump y otras figuras importantes de ese partido han estado hablando de una “turba” demócrata dispuesta a causar daño físico a sus adversarios.

Pero incluso algunos aliados de Trump dicen que las bombas encontradas el miércoles obligan a hacer una pausa para la reflexión e instaron a Trump a moderar su tono.

“Hay que calmarse un poco”, dijo Anthony Scaramucci, prominente partidario de Trump que ocupó brevemente un cargo en la Casa Blanca. Agregó que Trump “tiene que darse cuenta de que debe suavizar su retórica”.

Del otro lado del espectro político, el alcalde de Nueva York Bill de Blasio, un demócrata, exhortó a “todos los funcionarios públicos de todos los partidos” a que “no alienten la violencia”.

“No estimulen el odio. No alienten los ataques a la prensa”, dijo. “Y eso tiene que empezar por arriba”.

Hace menos de dos semanas el Comité Nacional Republicano difundió un video titulado “La izquierda: Una turba desquiciada” que muestra a manifestantes liberales golpeando puertas, alentados por una agresiva retórica de prominentes figuras demócratas, como la representante Maxine Waters y Hilary Clinton.

Waters recomendó en junio que se hostigue a los miembros del gabinete de Trump en público, en tanto que Clinton dijo este mes que “no se puede actuar civilizadamente con un partido político que quiere acabar con todas las cosas en las que tú crees, con todo lo que te importa”.

Clinton fue uno de los blancos de las bombas.

Las oficinas neoyorquinas de CNN, que es fuertemente criticada por Trump y sus partidarios, fueron evacuadas al recibirse un aparato explosivo y un sobre con un polvo blanco.

El presidente de CNN dijo en un comunicado que la Casa Blanca “no entiende en absoluto la gravedad de sus continuos ataques a la prensa”.

Trump lanzó un mensaje conciliatorio en una presentación en Wisconsin el miércoles.

“Hay una sola manera de resolver” las cosas, sostuvo. “Pacíficamente, a través de las urnas”.

Posteriormente describió a la senadora Tammy Baldwin como una socialista “radical de extrema izquierda” y dijo que “nuestro país está siendo agredido” por una caravana de miles de migrantes centroamericanos. La caravana estaba a unos 1,600 kilómetros de Estados Unidos.

A lo largo de toda su carrera política Trump ha empleado ataques muy personales y provocativos contra sus adversarios. Durante la campaña presidencial exhortó reiteradamente a sus partidarios a atacar físicamente a manifestantes liberales, ofreciendo incluso pagar por sus abogados si llegasen a necesitarlos. Con frecuencia describe a medios como CNN como “el enemigo del pueblo”.

En las últimas semanas ha intensificado su retórica.

En un acto en Minnesota dijo que “los demócratas están dispuestos a todo, a lastimar a cualquiera, a alcanzar el poder que tanto añoran. Quieren resistirse, obstruir, causar demoras, demoler. Quieren destruir”.

Esta semana afirmó, sin ofrecer pruebas, que terroristas se habían infiltrado en la caravana de centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos. También elogió a un legislador republicano que le dio un empellón a un periodista.

El Southern Poverty Law Center, que monitorea los actos de intolerancia, opina que no hay “equivalencia moral” entre la retórica agresiva de los dos partidos, según Heidi Beirich, directora del Intelligence Project de la organización.

“La verdad es que la gente que recibió estas bombas -los Clinton, (Barack) Obama y George Soros- han sido demonizados en forma horrible por la derecha. No solo los neonazis, sino también por gente como Donald Trump”, manifestó Beirich. “Tiende a haber una relación entre la retórica demonizadora y la violencia”.

En todo el país abundan los republicanos que sienten que los demócratas representan una amenaza real. Y los candidatos republicanos insisten en ese mensaje.

En un acto de campaña del fin de semana, el candidato republicano a la gobernación de la Florida Ron DeSantis dijo que “no queremos que el estado de la Florida sea el criadero de George Soros y la izquierda radical”. “Mira todo lo que está pasando con estas turbas y la violencia que promueven”, afirmó DeSantis. El electorado está preocupado.

Ariana Hendricks, una masajista de 40 años de Denver, dijo que la gente siempre pensó en la posibilidad de apelar a la violencia política. Y que ahora, gracias a Trump, “piensan que se puede hacer”.

(AP)