Internacional

Hablan las víctimas de las FARCI

Zheger Hay Harb

La nota colombiana

En el marco del proceso que la Justicia Especial de Paz –JEP- sigue contra los ex jefes guerrilleros de las extintas FARC, se recibieron las declaraciones de varias de sus víctimas de secuestro.

Entre ellas recibió especial atención Ingrid Betancourt porque era una figura mediática, candidata presidencial en el momento de su secuestro y por cuya liberación presionó el gobierno francés porque tiene ciudadanía francesa. El entonces presidente Alvaro Uribe, hizo liberar al posteriormente negociador de las FARC Rodrigo Granda, esperando que ese gesto moviera a la guerrilla a liberarla.

Por ella también llegó Uribe, convertido luego en enemigo de cuanto esfuerzo de acercamiento con la guerrilla hiciera su sucesor Juan Manuel Santos, a proponerle a las FARC todas las facilidades para que fueran a Brasil donde esperaba que un avión enviado por el gobierno francés recogiera a la secuestrada.

En su comparecencia por videoconferencia desde París, emocionada hasta las lágrimas que por momentos asomaron también a los ojos de los magistrados, dijo que el secuestro era una industria de las FARC que estaban al tanto del trato que recibían; que las acusaba de tortura sicológica contra ella y contra su familia; denunció la misoginia de la guerrilla, que premiaba a los guerrilleros que tuvieran comportamientos soeces con las secuestradas, lo cual no ocurría con los secuestrados varones. Que la llamaban perra; que algo tan íntimo como hacer sus necesidades fisiológicas fue utilizado también como medio para la humillación: según ella, el comandante Enrique le decía que las hiciera delante de todos sus compañeros, la obligaban a orinarse en los pantalones, le negaban las toallas higiénicas y le daban menos papel higiénico que a sus compañeros varones.

Betancourt, quien regresó a Colombia cuando se adelantaba el plebiscito por la paz para apoyarlo, relató también torturas físicas como mantenerla encadenada a un árbol, hacerlos marchar encadenados, darle golpes en la cabeza con cadenas y con las culatas de fusiles en las manos y obligarla a arrodillarse y dispararle como si fueran a ejecutarla; que el guardia tiraba la comida al suelo o la escupían antes de dársela.

Ratificó en su apoyo al proceso de paz, pero dijo que le queda muy difícil perdonar y deja ese “descenso al infierno” durante 6 años, en las manos de Dios.

Por su parte Orlando Beltrán, un político nada destacado, de quien sólo se oyó hablar por su secuestro cuando ocupaba una curul en la Cámara de Representantes, dijo que el comandante Mono Jojoy lo encadenó por el cuello y le dijo que lo tratarían como el gobierno trataba a los guerrilleros en las cárceles. Relató como muestra de tortura sicológica que cuando enviaban pruebas de supervivencia a sus familias les decían que sus cadáveres no los entregarían.

Exigió que la FARC diera información de cientos de secuestrados según él desaparecidos: “que digan que pasa con ellos, para mí los asesinaron y hoy tienen vergüenza de decir la verdad”.

En una afirmación confusa, que mezcla las sanciones de la justicia ordinaria con las de la restaurativa, Beltrán manifestó que “lo mínimo que pediría sería cadena perpetua para estos caballeros, pero en cumplimiento que se les dé la máxima pena” y le pidió a la JEP que inste a la ex guerrilla a “que restaure los bosques a los que les hicieron daño, y que siembren por lo menos unos 500 mil árboles”.

Quien era representante del sistema hasta el momento de su secuestro, culpa de él también al Estado por falta de protección y dice que cuando salió sintió la indolencia del sistema que trata a las víctimas como culpables de su secuestro.

También rindió declaración Consuelo González de Perdomo, representante a la Cámara en el momento de su secuestro que duró 6 años quien dijo que los guerrilleros le informaron que permanecería secuestrada hasta cuando se produjera un acuerdo humanitario para su liberación pero que ella sabía que el Congreso no se interesaría por lograrlo. “El suceso no termina con la libertad, muchos a su regreso encontramos tragedias a (sic) su familia….y en muchas ocasiones una actitud hostil e inhumana de la sociedad, casi que causa más dolor eso que tanto sufrimiento en la selva”.

Jorge Eduardo Gechem era senador en el momento de su secuestro cuando el avión en que viajaba fue secuestrado. Por este hecho el entonces Presidente Andrés Pastrana rompió los diálogos de paz con las FARC, para los cuales despejó 42,000 kilómetros cuadrados que quedaron sin autoridades civiles ni militares ni órganos de control del Estado. Este es el mismo presidente que a pesar de esa chambonada, que las FARC, aprovecharon para apertrecharse en vista de la debilidad de un gobierno manifiestamente incapaz, ahora se ha convertido en un feroz enemigo del proceso de paz.

El ex senador, que duró 6 años secuestrado, pidió en medio del relato de su secuestro que el gobierno no acepte negociar con el ELN hasta cuando éste no desista de esa práctica.