Internacional

MOSCU, Rusia, 22 de enero (EFE).- El presidente ruso, Vladímir Putin, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, se comprometieron hoy a firmar el tratado de paz pendiente desde la Segunda Guerra Mundial pese a que están muy lejos de solucionar el contencioso territorial por las islas Kuriles, la principal manzana de la discordia entre ambos países.

Putin destacó que ambos mandatarios confirmaron hoy su “interés” en firmar el tratado, paso crucial para la normalización de las relaciones bilaterales, aunque matizó que la decisión final debe ser “aceptable” para los dos países y “respaldada” por ambos pueblos.

El hecho de que ambos mandatarios no respondieran a las preguntas de la prensa demostró que las posturas de las partes en esta primera ronda de negociaciones de paz son aún poco reconciliables.

No hubo ni una sola referencia a una posible entrega de alguna de las cuatro islas Kuriles del Sur -Iturup, Kunashir, Habomai y Shikotan-, en poder soviético y después ruso desde el fin de la contienda mundial, y reclamadas desde entonces por Tokio, donde se conocen como Territorios del Norte.

“En la reunión en Singapur nos comprometimos a enmarcar el proceso negociador en la Declaración Unión Soviética-Japón de 1956”, señaló Putin sobre el encuentro celebrado por ambos en noviembre.

Al respecto, subrayó que dicho documento contempla, “en primer lugar, la firma del tratado de paz”, precisamente la postura de partida que Moscú defiende en las negociaciones.

Posibilidad frustrada

Putin se refería a que la declaración pone como condición la firma del tratado para después abordar la entrega de dos de las islas más pequeñas del archipiélago (Shikotan y Habomai).

Esa posibilidad se vio frustrada por la firma en 1960 de un acuerdo de seguridad entre Japón y Estados Unidos, que desplegó sus tropas en el país del sol naciente, lo que la URSS interpretó como una amenaza a su seguridad.

Putin y Abe acordaron poner en marcha actividades económicas conjuntas en el archipiélago, lo que incluye acuicultura, turismo, agricultura, energía eólica y procesamiento de residuos.

Por su parte, Abe destacó que dos años después de que Moscú y Tokio decidieran normalizar de una vez por todas las relaciones, ambos mandatarios siguen igual de decididos a poner fin a las tensiones con la firma del tratado de paz.

Abe subrayó que ha acordado con el jefe del Kremlin que este verano los japoneses con antepasados en las islas podrán visitar sus tumbas, y anunció que los ministros de Exteriores de ambos países celebrarán en febrero una nueva ronda de negociaciones durante la Conferencia de Seguridad de Múnich.

“Habrá más de un ronda. Hay que fortalecer la atmósfera de confianza mutua”, comentó el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, al término de la comparecencia conjunta.

Liberan a bielorrusa

La Justicia rusa puso hoy en libertad a la bielorrusa Nastia Rybka (Anastasia Vashukévich), que hace un año pidió asilo político en Estados Unidos a cambio de información sobre la llamada “trama rusa”.

La juez decidió archivar el expediente por el que Ribka estuvo en prisión durante 72 horas por supuestamente inducir a la prostitución, delito que se castiga en Rusia con seis años de cárcel.

Ribka fue detenida la pasada semana a su llegada al aeropuerto en Moscú tras ser deportada por Tailandia, donde estuvo nueve meses en prisión por ofrecer “servicios sexuales” en ese país.

La bielorrusa fue liberada después de que el sábado asegurara que no tenía intención de revelar información “comprometedora” sobre el oligarca ruso Oleg Deripaska, actualmente bajo sanciones de EE.UU., al que relacionó hace un año con la supuesta injerencia rusa en las elecciones presidenciales estadounidenses.

La joven admitió que únicamente había amenazado con desvelar información confidencial para “llamar la atención” de Deripaska, algo que puso en serias dudas el líder opositor, Alexéi Navalni.

Precisamente, la bielorrusa viajó a Tailandia en febrero de 2018 después de que Navalni publicara los resultados de una investigación anticorrupción en la que mencionaba la conexión de Deripaska con la llamada “trama rusa” a través de Paul Manafort, exjefe de campaña del ahora presidente de EEUU, Donald Trump.

El diario The New York Times informó en su momento de que el Departamento de Justicia y el FBI intentaron, entre 2014 y 2016, que Deripaska fuera informante del Gobierno de EEUU en un intento por obtener información sobre el crimen organizado en Rusia y luego de la interferencia electoral, aunque éste habría declinado la oferta.