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Marina MenéndezFotos: Lisbet GoenagaEspecial para Por Esto!

Luego de un 2018 discreto en lo económico pero descollante en términos políticos, Cuba comienza el año con nueva Carta Magna y el imponderable de invertir mejor, aumentar exportaciones e ingresos y producir más para el mercado interno

LA HABANA, Cuba, 5 de enero.- Un largo asueto caracterizó esta vez el cierre de 2018: un término apropiado para, como en todas partes, felicitarnos, cenar juntos, visitar a los familiares lejanos y hacer nuevos proyectos desde la tranquilidad del hogar.

Sin embargo, no podría hablarse de descanso en el ámbito nacional. El contacto con la gente marcó el fin de año a nivel de Estado, con el recorrido del presidente Miguel Díaz-Canel, la tarde del propio día 31, por centros asistenciales, productivos y de servicios de la capital, como parte de un modo de hacer que lo ha llevado cada mes a distintos puntos de la isla. Ha “tocado” con sus propias manos las inquietudes de los cubanos, y tomado nota directa de esos retos que marcarán la vida en la isla este 2019.

Precisamente, la elección de Díaz-Canel y su asunción como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en abril constituyó, por su prominencia, la noticia más descollante del año que se fue. Por primera vez el país es conducido por alguien que no pertenece a la llamada Generación Histórica: un hombre que inicia el relevo en las altas magistraturas y que, como los que le acompañen o sucedan en lo adelante, representa a las hornadas formadas por la Revolución…

Pero quizá el momento histórico que más defina el futuro de la vida nacional haya sido la redacción y debate de la reforma constitucional que ha dado lugar a, virtualmente, una nueva Carta Magna, en atención a la enjundiosa actualización del texto original.

Si se quiere evaluar la profundidad de la democracia cubana, el debate popular del proyecto puede ser la mejor prueba de que aquella existe, y funciona.

La discusión, realizada en las comunidades y también en los centros estudiantes y laborales, involucró a más de siete millones de ciudadanos. Muchos realizaron propuestas y dieron lugar a 760 cambios en el proyecto original, de 224 artículos. La gente cuenta. Y la institucionalidad del país se atempera al momento.

Por eso la primera clave de este 2019 la dará el propio pueblo el 24 de febrero, fecha en que los electores están convocados al referendo donde la nueva Constitución se someterá a su final aprobación.

Invertir más y mejor

El principal desafío, sin embargo, volverá a estar en lo económico, área donde se define el devenir de cualquier país y que para Cuba, una nación sin grandes recursos que sigue viviendo y proponiéndose retos bajo el asedio del bloqueo, es doblemente importante.

Máxime, en un contexto regional signado por expectativas no muy halagüeñas. Según la CEPAL, América Latina y el Caribe crecerán este año apenas un 1.7 por ciento. El 2018 cerró para la región con 1.2.

Los debates en las sesiones de la Asamblea Nacional en su IX Legislatura los últimos días de diciembre dieron cuenta de lo que se alcanzó, lo que no se logró y, por tanto, cuáles serán los derroteros.

Los 12 meses pasados dejaron un crecimiento modesto de 1.2 por ciento del PIB. El periodo anual que se inicia debe hacer crecer al país en 1.5 por ciento.

No se trata solo de índices, sino de hacer las cosas mejor. Lidiar con relaciones comerciales marcadas por los avatares de la economía internacional “de tú a tú”, resulta una pelea relativamente nueva para Cuba, una nación que hasta el derrumbe del campo socialista europeo en los años de 1990 se desarrolló en las condiciones especiales propiciadas por el Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) y, más recientemente, con países de la región latinoamericana como Venezuela, y luego China.

Debemos aumentar lo que se exporta y también incrementar las inversiones, de modo que el ingreso generado por estas últimas sufrague el financiamiento de la propia inversión y respalde los programas nacionales de desarrollo.

Durante sus más recientes intervenciones, el ministro de Economía, Alejandro Gil, ha insistido en que el proceso inversionista debe ser eficiente. Asegurar que la inversión rinda. Y lo que es igualmente relevante: ajustar los gastos a nuestras posibilidades financieras.

También es menester aumentar la productividad para satisfacer las necesidades de los consumidores cubanos. Según el titular, este año deberán crecer esferas como la agricultura, la ganadería, la citricultura, la industria azucarera, la construcción, el comercio, el transporte y las comunicaciones, las cuales fueron calificadas por Gil como “estratégicas”.

Novedades

De la mano de la actualización institucional que llegará con la nueva Carta Magna abren también este año prácticas nuevas que deben hacer más expedita la vida nacional, sobre todo para los propios ciudadanos.

Una de esas novedades es la autonomía municipal, que otorga a esas demarcaciones más libertad para tomar decisiones relativas a sus territorios, y hará que los esfuerzos de la localidad tengan mayor peso en las soluciones.

Se trata de una forma de descentralización que aligerará la carga del Estado y dará mayor peso y autonomía a la gestión local.

Tal relativa independencia también exigirá más trabajo a los municipios y tendrá gran influencia en un programa revitalizado: el de la vivienda.

La producción local y venta de materiales de la construcción al punto de que cada municipio produzca lo necesario a una vivienda cada día, debe resultar un fuerte impulso al propósito de construir unas 527 mil casas totalmente nuevas y rehabilitar 402 mil en un plazo fijado para diez años, de acuerdo con las necesidades existentes.

La directora general de la Vivienda del Ministerio de la Construcción, Vivian Rodríguez Salazar, informó recientemente que existe un déficit de 929,695 en todo el país.

Resolver el problema habitacional será, pues, uno de los principales derroteros, en tanto avanza la informatización de la sociedad, área donde se dieron importantes pasos el año que termina. Y ello se ha hecho, como ha destacado Díaz-Canel, con nuestros talentos, generadores de programas y plataformas propios.

Estos propósitos, entre otros, también definirán el rumbo este año: 12 meses que deben mostrar al socialismo como un modelo viable en lo económico a pesar de coyunturas externas difíciles… ¡y próspero!