Internacional

Por Manuel E. Yepe

El diferendo Cuba-Estados Unidos de América a corto, mediano o largo plazo solo podrá resolverse, como casi todos los conflictos entre naciones, con dos ganadores.

El pueblo cubano no se conformará nunca con menos que el respeto absoluto a su soberanía, su independencia y su derecho a la autodeterminación.

No solo Cuba, también Estados Unidos, podrían ganar mucho con un aporte de objetividad en sus relaciones internacionales basado en el establecimiento de relaciones en pie de igualdad, junto al cese de la hostilidad sistemática por motivos ideológicos. Esto podría serle de gran utilidad en las circunstancias actuales, cuando cada vez más Norteamérica tiene que lidiar con un mayor número de países que avanzan por caminos de desarrollo diferentes a los del capitalismo que no son del agrado de su gobierno, tales como en los casos de China, Vietnam y de los nuevos gobiernos populares de América Latina, África y Asia que han votado o luchan por una alternativa socialista.

A muchos en Estados Unidos les resulta contradictorio aceptar el rápido desarrollo de las relaciones económicas con China comunista y, sobre todo, con Vietnam, que les venció de manera humillante en cruenta guerra imperialista no hace mucho tiempo. Absurdamente se mantiene la campaña contra Cuba sobre la base de que su régimen socialista es inaceptable, entre otros pretextos insostenibles.

Algo similar, en algunos sentidos, es lo que ocurre en relación con la condena de las torturas que forma parte del pliego de acusaciones que pretexta Washington para sus agresiones contra varias naciones mientras las fuerzas armadas de Estados Unidos utilizan impúdicamente esos martirios inhumanos en los países que agreden y en especial en el pedazo de territorio cubano que ilegalmente ocupan hace más de cien años en el entorno de la bahía de Guantánamo, en el oriente cubano.

Con toda justicia se condena la barbarie que tiene lugar en esa base militar estadounidense, sin siquiera recordar el gravísimo crimen que constituye la usurpación ilegal de un territorio de otro país para cualquier propósito que sea.

La apropiación de un segmento de suelo cubano sin respeto alguno para su legítimo soberano, pone de manifiesto que la élite del poder estadounidense ignora los más elementales principios de las relaciones internacionales, que se basan en el respeto a la soberanía y la integridad territorial de todas las naciones; el reconocimiento de la igualdad de las naciones grandes y pequeñas; la no injerencia en los asuntos internos de otro país, y el respeto al derecho de cada nación a defender su independencia.

Es una realidad que hace tiempo que la diplomacia de Estados Unidos lleva a cabo una sutil campaña, que en ocasiones se hace intensa, para desacreditar la defensa de estos sagrados preceptos, oponiéndolos a las necesidades de la globalización económica.

El fenómeno de la globalización es un proceso objetivo de mundialización, intervinculación e internacionalización de la economía en todo el planeta, que obedece al desarrollo de las fuerzas productivas y tiene su origen, al igual que el intercambio comercial internacional y el mercado mundial, en el excedente económico de las naciones.

Es axiomático el hecho de que en las condiciones actuales no pueda lograrse la reproducción económica en cualquier país, por desarrollado que éste sea, en condiciones de aislamiento del resto de los países.

Pero el fenómeno objetivo de la globalización económica ha invitado a las elites del poder de Estados Unidos y de otros países capitalistas desarrollados a pretender su expansión, con orientación neoliberal y en beneficio propio, promocionando el debilitamiento de los estados nacionales en proceso de desarrollo con el propósito de hacerlos incapaces de enfrentarse del poderío económico, militar y político de las grandes superpotencias imperialistas.

Por eso los países en desarrollo oponen los principios de la soberanía nacional y la independencia de los pueblos a los requerimientos de una globalización económica que agrede, sus culturas nacionales y sus entornos de sustentación.

Si los pueblos de América Latina se manifiestan hoy con tanta intransigencia contra la dominación estadounidense es como respuesta a siglos de alienación, imposición, depredaciones, mentiras, abusos y agresiones.

Ojalá las fuerzas dominantes de Estados Unidos extrajeran de la coyuntura actual la lección que no supieron sacar de la derrota en Vietnam o de la que pueden estar próximos a sufrir en Oriente Medio o el Caribe: “hay que respetar el derecho a la independencia y la soberanía nacional de otros pueblos, grandes o pequeños, ricos o pobres, o éstos acabarán por imponer su numerosidad con la fuerza de la moral y la razón.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

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