Internacional

Nunca hubo armas ni ataques sónicos

Por Manuel E. Yepe

Una nueva investigación afirma que los efectos en el personal diplomático de Estados Unidos y Canadá acreditados en Cuba que presuntamente fueron víctimas de “episodios de enfermedades psicógenas masivas” son semejantes a los que se padecen en áreas bombardeados o por quienes viven en zonas de guerra.

El resultado completo de la investigación se ha publicado sólo en la revista británica Journal of the Royal Society of Medicine con acceso limitado a académicos y científicos. Un resumen de la investigación para la prensa popular indica que la nueva hipótesis es consecuencia de una investigación canadiense que sugiere que el origen del fenómeno deriva del momento en que los diplomáticos canadienses y estadounidenses pulverizaron celosamente sus oficinas y hogares con un insecticida tóxico para evitar el Zika.

Lo más importante es la ausencia de evidencia de que el personal diplomático en La Habana haya estado expuesto a una fuente de energía o toxina. Y no es posible atacar con un arma sónica a unos individuos en un grupo sin afectar a los otros.

Según el nuevo informe científico, la enfermedad que se extendió misteriosamente entre el personal de la Embajada de Estados Unidos en Cuba y se atribuyó a un presunto ataque sónico, no existió. Probablemente derivó de un trauma emocional y miedo.

El Departamento de Estado alegó en 2017 que al menos 22 personas se vieron afectadas por una pérdida auditiva inexplicable a partir del otoño de 2016. Tras el anuncio se produjo una reacción desmesurada, políticamente motivada, del gobierno estadounidense que expulsó diplomáticos cubanos de Washington, retiró a la mayoría de los suyos de La Habana y cerró su consulado en la Isla.

Los síntomas se atribuyeron a un supuesto dispositivo sónico oculto -una especie de pistola de las se ven en las películas de James Bond-, que varios científicos pusieron en duda, porque la “explicación” ofrecida inicialmente por el gobierno iba en contra de las leyes de la física y es imposible una agresión sonora afecte a unas personas y no a otras ubicadas en un mismo lugar.

Pero ahora un destacado sociólogo neozelandés y un experto estadounidense en enfermedades neurodegenerativas, han dicho que lo más probable es que el trauma emocional y el miedo fueron los causantes de los síntomas que presentaron los diplomáticos, que incluyeron dolores de cabeza, náuseas y fatiga.

El Dr. Robert Bartholomew y el coautor del estudio, Dr. Robert W Baloh, creen que el llamado “Síndrome de La Habana” es más parecido a unas serie de “episodios de enfermedad psicogénica masiva” inducidos por olores extraños, nuevas experiencias auditivas o accidentes ferroviarios con múltiples afectados.

Incluso, hay antecedentes de afectaciones similares en personas expuestas a instalaciones de parques eólicos, que han generado numerosas quejas de personas que decían sentirse mal, según recuerdan los científicos en su artículo, publicado este jueves en la revista británica Journal of the Royal Society of Medicine.

Los investigadores describen que los diplomáticos relataron que vivían bajo estrés e incertidumbre en Cuba, por la hostilidad de las relaciones entre los dos países, bajo una retórica permanente de Guerra Fría en un país sometido hace 60 años a bloqueo económico.

Los investigadores afirman en el Journal of the Royal Society of Medicine, que “un rasgo típico de los síndromes de combate durante el siglo pasado era la aparición de una variedad de lesiones neurológicas provenientes de un sistema nervioso sobreestimulado que solían diagnosticarse erróneamente como “daño cerebral o conmociones cerebrales”.

“La evidencia política y científica de la perpetración de un ataque contra el personal de la embajada de Estados Unidos en Cuba no es concluyente”.

Los estudios anteriores sobre el Síndrome de La Habana tenían “fallas críticas de diseño” al agregar que “lo más importante es la ausencia de evidencia de que el personal haya estado expuesto a una fuente de energía o toxina.

“Nada prueba adecuadamente las hipótesis que proponen otras investigaciones, al tiempo que formulan explicaciones exóticas no respaldadas por los hechos. Nuestras conclusiones se basan en la ciencia prosaica y conocida. No hay necesidad de recurrir a exóticas explicaciones. Las afirmaciones de que los pacientes sufrían daños cerebrales y auditivos no están respaldadas por datos”.

Entre llegar a la conclusión de que lo más probable es que los diplomáticos fueran blancos de una nueva arma misteriosa de la que no hay evidencia concreta alguna, y la de que hubieran sufrido síntomas psicógenos inducidos por el estrés, las conclusiones de los científicos, apuntan a este último escenario.

Próximamente abordaré la necesidad y urgencia de identificar a los autores de esta burda manipulación que tanto daño ha causado a las relaciones diplomáticas mundiales, por evidente que ello ya lo sea.

(http://manuelyepe.wordpress.com)

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