Síguenos

Volver

ÚLTIMA HORA

México

Presidente de Colombia aplaza su arribo a México para la toma de posesión de Claudia Sheinbaum

Volver

Internacional

Pedro Díaz Arcia

Venezuela vive una situación crítica. El llamado de Juan Guaidó a ingresar al territorio sudamericano con una riesgosa avalancha es una flagrante violación del derecho internacional. Esta ayuda sólo puede ingresar previo consentimiento del Gobierno constitucional, según lo establece la resolución 182/46 de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU).

Para muchos está claro que dicho apoyo tiene un fin político. La táctica es que los militares tomen partido: Si abre las vías fronterizas serían héroes; si las mantienen cerradas serán sicarios del “sistema dictatorial”.

La portavoz oficial de la Cancillería rusa, María Zajárova, afirmó el viernes que el cruce de la frontera venezolana, incitado y dirigido por Washington, de efectuarse, significará un paso hacia un nivel superior de agresividad de la política exterior estadounidense que agudizará la tensión y “elevará la confrontación en el mundo”.

El jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Colombia, Christoph Harnisch, declaró que la entidad no participa en lo que “para nosotros no es una ayuda humanitaria”. Y aunque muchas personas bien intencionadas en varios estados -no más de los que se oponen-, preocupadas por una crisis real, favorecen el ingreso forzado a un territorio soberano; no saben el el riesgo que representa para sus propios países marchar tras Washington en una aventura injerencista. Es de facto admitir su derecho a campear por sus “irrespetos” en el mundo.

El récord de intervenciones estadounidenses en América Latina y el mundo tras las banderas de ese tipo de “ayuda” es interminable. Este sábado se prevé la entrada masiva de personas al suelo venezolano, sin la aprobación del Gobierno constitucional.

¿Qué es de esperar? ¡Ojalá no haya que lamentar una tragedia!

Un recuerdo viene a mi mente. Luego de diez años de lucha por la independencia de Cuba contra el yugo español, el 15 de marzo de 1878 se reunieron el Mayor General Antonio Maceo y Grajales y el Jefe del Ejército español General Arsenio Martínez Campos, en lo que se conoció históricamente como la Protesta de Baraguá. Un grupo de oficiales insurrectos había suscrito, el 10 de febrero, el Pacto del Zanjón, un acuerdo de paz sin independencia, y que no abolía la esclavitud. Maceo llamó a continuar la lucha contra España; lo que provocó el encuentro entre los altos mandos.

Martínez Campos aspiraba a convencer a Maceo de que entregara las armas; pero cuando comenzó a desarrollar sus argumentos éste lo interrumpió interponiendo sus criterios.

-¿Entonces no nos entendemos? Preguntó Martínez Campos.

-No, no nos entendemos, respondió el llamado “Titán de Bronce”.

En el momento en que Martínez Campos se retiraba se escuchó la voz fuerte de un oficial cubano a sus compañeros: “¡Muchachos, el 23 se rompe el corojo!”.(*)

No se trata de establecer absurdas comparaciones, sino destacar una efeméride que se repite en una crítica coyuntura para Venezuela, sujeta al apetito voraz de quienes convirtieron a Cuba en una neocolonia a principios del siglo; hasta el triunfo de la Revolución en enero de 1959, una espina que se mantiene clavada en la garganta del imperio.

La frase era muy utilizada en mi generación para indicar una decisión complicada; luego se hizo común para actos cotidianos.

(*) Fruto de una palmera originaria de Cuba.

SIGUIENTE NOTICIA

Quintana Roo

Múltiples quejas contra la titular del Inmaya.