TRIPOLI, Libia, 21 de abril (AFP).- Las fuerzas leales al Gobierno de Unidad Nacional (GNA) en Libia consolidaron sus posiciones el domingo después de una feroz lucha contra las tropas del mariscal Jalifa Haftar en las puertas de la capital, Trípoli, que fue blanco de bombardeo nocturno.
Los enfrentamientos se habían intensificado el sábado después de un contraataque de las fuerzas del GNA, que lograron ganar terreno, particularmente en Ain Zara, en los suburbios del sur de Trípoli, donde las posiciones habían estado congeladas durante varios días.
El domingo el frente estaba tranquilo. “Después de un largo día de éxito militar, nuestras fuerzas están consolidando sus (nuevas) posiciones”, dijo a la AFP Mustafa al-Mejii, un portavoz militar del GNA.
El portavoz del Ejército Nacional Libio (ENL) del mariscal Haftar, Ahmad Al-Mesmari, se negó a reconocer la pérdida de posiciones y acusó al “enemigo de recibir refuerzos de los terroristas de Al Qaeda, el grupo Estado Islámico y mercenarios extranjeros”.
Por la noche, se habían escuchado fuertes explosiones y testigos dieron cuenta de ataques, con drones y aviones.
Mejil dijo que los ataques fueron realizados por un helicóptero del ENL equipado con sistemas de visión nocturna y con el propósito de “aterrorizar a los civiles”. Los viejos aviones de combate rusos en ambos lados, Mig o Sukhoi, no están equipados para realizar ataques nocturnos, según fuentes militares.
Suspensión de vuelos
Como medida de seguridad, el tráfico aéreo se suspendió por unas pocas horas en la noche en el aeropuerto Mitiga, el único que sirve a Trípoli.
El 4 de abril, el ENL de Haftar, el hombre fuerte del Este, lanzó una ofensiva contra el GNA de Fayez al-Sarraj, el único gobierno reconocido por la comunidad internacional.
Desde entonces, el ENL ha enfrentado una fuerte resistencia de las tropas leales al gobierno, respaldadas por unidades de otras ciudades del Este.
Los combates, concentrados en los suburbios del sur de Trípoli, dejaron al menos 227 muertos y 1.128 heridos, incluidos civiles, y forzaron el desplazamiento de 30.000 personas.
El domingo, en su mensaje de Pascua, el Papa Francisco dijo que se debe “detener el derramamiento de sangre en Libia” e instó a “las partes interesadas a elegir el diálogo en lugar de la opresión, evitando la reapertura de heridas de una década de conflicto e inestabilidad “.
El enviado de la ONU, Ghassan Salamé, advirtió esta semana contra una “conflagración general” de este país petrolero sumido en el caos y una lucha de poder desde la caída en 2011 del régimen de Muammar Gaddafi tras ocho meses de revuelta.