Internacional

¿Corrupción general, o sólo manzanas podridas en el ejército? (I)

Zheger Hay Harb

La nota colombiana

La revista Semana, la más importante del país en el ámbito noticioso y político, trae un extenso informe sobre corrupción en las filas del ejército que hasta ahora nadie ha podido desmentir.

Con esto tal vez la revista busca reivindicarse ante el cuestionamiento que se produjo porque, teniendo la información completa, no divulgó información confirmada sobre la posible vuelta de los llamados falsos positivos. Había documentos que confirmaban que el comandante general del ejército, general Nicasio Martínez, presionaba a los militares para que reportaran el doble de “positivos” que el año pasado. Y para comprometerlos más los hizo firmar un formato para reportar sus resultados en capturas, desmovilizaciones y bajas en combate.

Con desmovilizaciones tal vez querían emular al ex comisionado de paz de Uribe, hoy prófugo de la justicia porque hizo el montaje de una falsa desmovilización de un frente de las FARC que sólo existía en su imaginación. Cuando este general fue ascendido en el presente año a este cargo ya tenía investigaciones por ejecuciones extrajudiciales y una indagación por peculado. De ahí la oposición a su nombramiento y las advertencias que el gobierno no quiso atender porque estaba empeñado en nombrar una cúpula “tropera” que reemplazara a la anterior que apoyó el proceso de paz y por eso no la consideraban de fiar.

Igual que hace veinte años cuando las madres de humildes muchachos denunciaron que a sus hijos se los habían llevado engañados diciéndoles que les iban a dar trabajo y luego aparecieron muertos, vestidos de camuflado y con insignias de las FARC, presentados como guerrilleros abatidos en combate. Fue cuando el entonces presidente Alvaro Uribe ante el escándalo que se desató dijo que esos muchachos “no estarían por allá recogiendo café” para respaldar la infamia de las ejecuciones extrajudiciales.

La información, con las pruebas de sustento, fue publicada por el New York Times.

Cuando se supo que la revista tenía la información desde hacía tres semanas y se abstuvo de divulgarla, su columnista más leído, Daniel Coronell, quien ha destapado más de una olla podrida en el país, presentó su renuncia a Semana.

El incidente se zanjó amistosamente, Coronell volvió y ahora la revista se reivindica haciendo pública una investigación que deja al descubierto que la presión por bajas mortales es cierta y que además hay una red de corrupción en el generalato y en la cúpula del ejército.

Sobre el reavivamiento de los falsos positivos, que involucra directamente al general Nicasio Martínez, éste salió primero a negar que existiera una orden suya en ese sentido y, cuando ya las pruebas se hicieron públicas, intentó presentar el asunto como un simple intento de hacer más eficiente a la tropa. Como era de esperarse, el Centro Democrático del ex presidente Uribe, por voz de su más locuaz, cavernaria y torpe senadora, dijo que el periodista del New York Times había estado con la guerrilla colombiana y presentó fotos como supuestas pruebas, que después se confirmó que eran falsas. Además le pidió al reportero que dijera quiénes y cuánto le habían pagado por esas calumnias. El periódico respondió con reclamo judicial.

Según Semana, que dice tener cintas y videos como prueba, una fuente militar que no identifica, según dice, por seguridad, le informó que luego de esa publicación el general Eduardo Quirós, jefe del Comando de Apoyo de Contrainteligencia (Cacim), dijo el pasado 7 de junio a oficiales de contrainteligencia reunidos en el auditorio del batallón de ingenieros militares: “El que me traiga quiénes son los que están filtrando la información de lo que está saliendo en la prensa le damos 100 millones de pesos o seis meses de permiso”.

Esa sola afirmación indica la posibilidad de corrupción: ¿de dónde va a salir ese dinero, cómo lo van a justificar en las cuentas del ejército, cómo van a dar un permiso de seis meses completamente fuera de la reglamentación militar? Ni siquiera a un general podrían darle esas prebendas irregulares. ¿Por qué esa filtración produce tanto temor? ¿Qué es lo que temen que se descubra?

Como dijo a Semana un oficial adscrito al Comando del Ejército: “Todo comenzó por saber quién contó y entregó los famosos formatos para duplicar los resultados, pero el fondo de esa persecución es sobre todo para evitar que se conozcan casos de corrupción de todo tipo en los altos niveles”.

Ahora se ha sabido que un narcotraficante de los más buscados del país, Miguel Antonio Bastidas alias ‘Gárgola’, jefe de ‘La Constru’, una temible organización de la mafia, se paseaba como Pedro por su casa por las guarniciones militares, donde llevaba dos meses escondido, protegido por el jefe del Estado Mayor del Comando de Reclutamiento y Control de Reservas, coronel Elkin Alfonso Argote, quien lo alojaba allí y lo escoltaba en carros del ejército para transportar droga. Este narcotraficante se presentó a la JEP como miembro desmovilizado de las FARC para recibir los beneficios de la justicia transicional pero este tribunal lo descubrió y expulsó.

El gobierno y sus aliados, así como el ejército, dicen lo que siempre han dicho: son sólo unas pocas manzanas podridas y Semana se suma a esa opinión basada en que en la Procuraduría y la Fiscalía cursan investigaciones, pero entonces dónde están los sancionados y cómo es que el gobierno se empeñó en ascender a la actual cúpula militar a pesar de que era de conocimiento general que Nicasio Hernández, estaba cuestionado por corrupción y violaciones a los Derechos Humanos al igual al igual que los demás ascendidos, tienen, en el mejor de los casos, cuestionamientos cuando no procesos en curso. Desde luego que hay excepciones, las informaciones filtradas por oficiales sobre corrupción así lo indican, pero el problema es demasiado grande como para seguir hablando de manzanas podridas.