Internacional

Es peligroso definir a EE.UU. como democracia

Manuel E. Yepe

Es falso y peligroso definir a Estados Unidos como democracia, no sólo porque esa nación tiene el porcentaje más alto de sus residentes en prisión que cualquier otra en este planeta, sino también porque los únicos estudios científicos que se han hecho sobre el asunto demuestran –y lo prueban científicamente- que Estados Unidos es una dictadura ejercida por sus residentes más ricos, contra todo el resto de su población. Tradicionalmente, eso se llama “aristocracia”, no democracia, aunque desde Mussolini en los años 20, se le llamó “fascismo”, que es el sucesor del “feudalismo” y por lo tanto es simplemente una forma modernizada del feudalismo.

Así lo demuestra Eric Zuesse, escritor fecundo e investigador histórico estadounidense que defiende la idea de que su país debe ser conceptuado como oligarquía, nunca como democracia.

Pero lo peor de calificar a Estados Unidos de democracia es lo peligroso que ello resulta para el mundo entero, porque cada vez que Estados Unidos perpetra un golpe de estado (como lo intenta actualmente contra Venezuela) o una invasión militar (como lo hizo en Irak en 2003, Libia en 2011, Siria en 2012, y en Yemen en 2015), el régimen de Estados Unidos y sus propagandistas califican el acto como “acción con fines humanitarios para llevar la democracia y los derechos humanos” al país agredido.

Todo ello, a base de mentiras encaminadas a esconder que Estados Unidos es en realidad una dictadura que se define como democracia, con fines de relaciones públicas. Llamar democracia Estados Unidos es dar apoyo a un sistema que el mundo entero, según las pocas encuestas que se han hecho sobre el tema, reconoce como el régimen más agresivo, rapaz y peligroso de la Tierra, indica Zuesse.

“Estados Unidos de América solía ser una democracia limitada, pero ahora ya ni siquiera eso es, y llamar a esa nación democracia no sólo es falso, sino que sirve de aliento al régimen más peligroso y dañino del mundo y lo convierte en modelo para otras naciones.

El 7 de marzo último, el multimillonario liberal norteamericano dueño de la cadena Bloomberg News en discrepancia con el grupo de multimillonarios que ahora controla el país, editorializó que “Pence pidió a Merkel que provocara a Rusia mediante el envío de buques de guerra a Crimea”, y sus reporteros escribieron:

“El mes pasado, Estados Unidos se apoyó en la canciller alemana Angela Merkel para llevar a cabo una maniobra naval en el patio trasero de Rusia con el objetivo de provocar al presidente Vladimir Putin, según tres personas familiarizadas con las conversaciones. En una reunión celebrada el 16 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Munich, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, instó la Merkel a enviar buques de guerra alemanes a través de un estrecho canal entre la península de Crimea y la Rusia continental para demostrar a Putin que las potencias occidentales no renunciarán a su acceso a esas aguas, según los funcionarios, que hablaron con la condición de anonimato. La líder alemana se negó a hacerlo, dijeron”.

El 8 de marzo, RT (un sitio ruso de noticias fiables y veraces que el régimen estadounidense califica de “fake news” o “noticias falsas”, porque ofrece noticias que los gobernantes de EE.UU. no quieren que el público ignore) publicó un trabajo con el título de ¿Cedieron ante Estados Unidos?” en el que señala que “Bruselas mata a su propia lista negra de blanqueo de dinero tras las críticas de Washington” e informó de que el régimen estadounidense se opuso a que la Comisión Europea de la Unión Europea incluyera en su propuesta de lista de centros de blanqueo de dinero a cuatro territorios estadounidenses, tras lo cual el Consejo de la Unión Europea, compuesto por los ministros que representan a los 28 miembros de la UE, justificó su decisión de rechazar el documento con argumentos muy similares a los que emplea el Departamento de Tesoro de Estados Unidos.

La Unión Europea incluye en su lista de centros de blanqueo de dinero a cuatro territorios estadounidenses El libro vincula la lucha contra el imperialismo yanqui con las necesidades de los oprimidos y la clase obrera que viven en el corazón del imperio, en vez de la falsa narrativa prevaleciente en Occidente del excepcionalismo como promotor del progreso y la justicia.