Internacional

La ilusión de Pompeo

Por Alfredo García

“Estamos haciendo todo lo que podemos por apoyar al pueblo cubano, aunque la lista de desafíos a los que nos enfrentamos es larga”, declaró, Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU. en una entrevista telefónica según el Diario de Cuba, página web contrarrevolucionaria editada en el exterior, en la que destacó “el beneficio que traería para la isla una mejoría de las relaciones”, tras advertir: “Esto solo sería posible, si el régimen renuncia a su comportamiento opresivo”.

Durante su campaña presidencial el advenedizo candidato republicano, Donald Trump, hizo desatinadas promesas sobre la política exterior de EE.UU., que causaron poco impacto en la opinión pública por la poca expectativa sobre su triunfo electoral. Sin embargo oculto en el fugaz sensacionalismo mediático de lo que era considerado desvaríos del excéntrico aspirante a la presidencia del país más poderoso del planeta, se encontraba su larga trayectoria como extorsionista empresarial, que de alcanzar la Casa Blanca, se convertiría en modelo de conversaciones para alcanzar acuerdos con enemigos, adversarios y aliados.

Con relación a Cuba, Trump cumplió la promesa hecha como candidato republicano en octubre de 2016, durante una visita a Miami para recabar el voto del funesto sector cubano-americano del exilio batistiano. Su inesperada elección a la presidencia de EE.UU., causó estupor en todo el mundo que seguía con interés el proceso electoral de EU, confiado en la victoria de la candidata demócrata, Hillary Clinton, donde se esperaban pocos cambios en la política interna y exterior del presidente, Barack Obama, que dejaba la presidencia después de dos mandatos con un 60% de popularidad.

En las primeras decisiones de Trump en política exterior, la comunidad internacional comprobó alarmada, como las fantasías del improvisado presidente se convertían en realidad. Con la amenaza del retiro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLCAN, y del Acuerdo Climático de París, Trump inició su chantaje diplomático contra México, Canadá y la Unión Europea, UE, dejando siempre la puerta abierta para la “renegociación en términos justos para EU”, táctica que se convertiría en prepotente habilidad de negociación en los convenios internacionales. Trump justificó la salida del acuerdo climático, cuya repercusión está más distante que la presión para reducir la contaminación ambiental del petróleo y el carbón, para evitar la pérdida de miles de empleos en ambas industrias norteamericanas.

Para presionar a México, Trump impulsó la construcción del muro fronterizo y la amenaza de deportación de familias mexicanas indocumentadas. Posteriormente frente al masivo éxodo migratorio de Centroamérica, presiono al gobierno mexicano con elevar tarifas arancelarias hasta alcanzar un controversial acuerdo migratorio. A Canadá exigió una cláusula de salida rápida del Tratado comercial. A pesar del enérgico rechazo de México y Canadá a la coacción norteamericana, ambos países renegociaron el nuevo Tratado comercial tripartita, en medio de una enrarecida atmosfera de presiones y amenazas.

Ahora tocó el turno a la revolución cubana. Pompeo nació en diciembre de 1963. No conoció la victoriosa lucha insurreccional de los cubanos contra la dictadura batistiana, la derrota relámpago de la invasión mercenaria de Playa Girón, ni la crisis de los misiles que puso al mundo “a nivel de hongo atómico”, al decir del fallecido comandante, Manuel Piñeiro. Pompeo fue nombrado por Trump director de la CIA en noviembre de 2016. Pudo haber enriquecido su cultura política con los archivos sobre la confrontación de EE.UU. con Cuba. Sin embargo su ilusión para “renegociar” con amenazas y fuerza los históricos acuerdos del entonces presidente Obama con el gobierno cubano, indica que nunca lo hizo.