Ese discurso no es nuevo entre los votantes evangélicos blancos de Trump, un grupo cuyo apoyo incondicional ha supuesto un balón de oxígeno para un Presidente que se siente infravalorado por buena parte de la población, y que quiere convertir su ferviente respaldo a Israel en un punto clave de su campaña de reelección en 2020.
Washington, 23 ago (EFE).- Donald Trump alzó la cabeza hacia el cielo y proclamó: “Soy el elegido” . El vídeo inundó las redes como una broma, una nueva salida de tono del mandatario . Pero esa “profecía” circula hace años entre sus votantes evangélicos , y se ha colado en su discurso justo a tiempo para su campaña de reelección .
El comentario de Trump, pronunciado este miércoles durante una improvisada conferencia de prensa, parecía a simple vista una forma extravagante de promover su argumento de que solo él se ha atrevido a hacer frente a las prácticas comerciales de China, después de décadas de inacción por parte de sus predecesores en EU.
Pero, poco antes, Trump había dado las gracias en Twitter a un comentarista de extrema derecha, Wayne Ally Root, por haberle descrito como el “Rey de Israel” y como alguien que, para los judíos israelíes, representa algo parecido al “segundo advenimiento de Dios”.
Ese discurso no es nuevo entre los votantes evangélicos blancos de Trump, un grupo cuyo apoyo incondicional ha supuesto un balón de oxígeno para un Presidente que se siente infravalorado por buena parte de la población, y que quiere convertir su ferviente respaldo a Israel en un punto clave de su campaña de reelección en 2020.
“El comentario de Trump no es una simple broma: refleja ideas que llevan tiempo expresando algunos líderes religiosos, que consideran que Trump ha sido seleccionado por Dios para liderar este país”, dijo a Efe una experta en política y religión en la Universidad del Sur en Sewanee (Tennessee), Andrea Hatcher.
En 2016, mientras el aparato del Partido Republicano contemplaba con horror el ascenso imparable del entonces magnate inmobiliario, la derecha cristiana tomó la pragmática decisión de apoyar a un candidato que, si bien no encajaba con su moral, sí podía ayudarles en prioridades políticas como la lucha contra el aborto.
Destacados líderes evangélicos blancos comenzaron entonces a comparar a Trump con figuras bíblicas como el rey David, especialmente cuando salía el incómodo tema de los adulterios del aspirante republicano.
Pero fue el rey Ciro el Grande, fundador del primer imperio persa en el siglo VI antes de Cristo, quien se convirtió en el principal espejo de Trump para los predicadores de la derecha religiosa.
“Con Trump, creo que tendremos un Ciro para navegar a través de la tormenta”, dijo hace tres años, en una entrevista televisiva, el comentarista evangélico Lance Wallnau.
El Antiguo Testamento retrata al rey Ciro como un “conducto” elegido por Dios para ayudar a devolver a los judíos a su tierra prometida, un hombre fuerte que, al conquistar Babilonia, permitió el regreso a Israel de quienes se encontraban en el exilio.
En el mismo sentido, los evangélicos más fundamentalistas ven a Trump como “una figura no creyente posicionada por Dios para devolver el poder a los cristianos (en EU), un poder que creen que les ha sido arrebatado por los laicos, los demócratas y los progresistas”, explicó Hatcher.
La narrativa de Trump como heredero espiritual de Ciro se reforzó el pasado febrero, cuando la organización religiosa israelí Mikdash emitió una moneda conmemorativa que mostraba al Presidente junto al histórico rey persa, en honor a la decisión del mandatario de trasladar a Jerusalén la embajada estadounidense en Israel.
Otros líderes evangélicos son más directos, y llevan tiempo repitiendo la palabra que Trump pronunció esta semana mientras miraba al cielo.
“(En 2016 le dije a) Trump: usted va a ser elegido Presidente de los Estados Unidos, y si eso ocurre, será porque Dios tiene un gran plan para usted y para nuestro país”, aseguró este mes el pastor evangélico Robert Jeffress en una entrevista con el Washington Post .
Y Paula White, que junto a Jeffress es la líder evangélica más cercana a Trump, proclamó en 2017 que el mandatario había sido “elevado por Dios”, azuzando un discurso que lleva a muchos en la derecha religiosa a referirse al Presidente como “rey”.
El hecho de que Trump repita ahora esa idea “sugiere un delirio mesiánico que resulta peligroso, porque elevar a una única figura política al estatus de ‘elegido’ es algo contrario a la democracia”, opinó Hatcher.
No puede descartarse, según la analista, que ese nuevo “estatus divino” pueda envalentonar a los seguidores más violentos de Trump, como los supremacistas blancos, porque “al fin y al cabo, criticar a un Presidente es una cosa, pero criticar a un mesías es blasfemia”.
Es probable que Trump vuelva a describirse como el “elegido” antes de las elecciones, pero será difícil que ese discurso le ayude a ampliar su base, o a convencer a uno de los grupos de votantes que más anhela conquistar: los judíos, a los que esta semana llamó “desleales” por su respaldo abrumador a los demócratas.