Internacional

Prepotencia injerencista

Alfredo García

El “Movimiento de los Paraguas” en Hong Kong, presentó su injerencista credencial norteamericana. La movilización popular que desde comienzos de junio mantiene en vilo al gobierno chino se dirigió, el pasado domingo, al consulado de EU para solicitar al Congreso norteamericano que apruebe un proyecto de ley que obligue a Pekín a verificar “el respeto a los derechos humanos en Hong Kong” antes de renovar anualmente el trato comercial preferente que otorga a esa Región Autónoma China. Horas más tarde, grupos violentos construyeron barricadas y protagonizaron acciones vandálicas en las calles más céntricas. En medio de las protestas, Joshua Wong, uno de los líderes del Movimiento, fue detenido a su llegada al aeropuerto de Hong Kong tras varias reuniones en EU y Alemania.

El movimiento de protesta que sigue el patrón injerencista de la “primavera árabe”, heredero de la “política diferenciada” del ex presidente Ronald Reagan hacia la URSS y los países socialistas del Este en la década de los 80 del pasado siglo, fue iniciado con el pretexto de un proyecto de ley que permitía la extradición de sospechosos desde Hong Kong a la China continental para ser juzgados. Sin embargo las demandas “populares” aumentaron después de cancelado el polémico proyecto de ley que ya nadie menciona, sustituido por una investigación independiente sobre el “uso excesivo de la fuerza por parte de la policía”, “amnistía” para los detenidos por las protestas, eliminar el título de “disturbios” (que judicialmente puede recibir hasta 5 años de cárcel) y “reformas democráticas”.

Hong Kong está situado en Asia Oriental. Limita al Sur con China Meridional, al Norte por China Continental y al Oeste con Macao. Fue colonia británica por 155 años, tras ser invadida y ocupada por Inglaterra durante las Guerras del Opio de 1842. El acuerdo entre Pekín y Londres a mediados de 1997 bajo el principio de “un país, dos sistemas”, donde China recuperó la soberanía de Hong Kong y el Reino Unido mantuvo el control económico, el territorio de 1,104.4 km2 con una población de casi 8 millones de habitantes fue convertido en Región Administrativa Especial de China.

A diferencia de China continental, el sistema político de Hong Kong se caracteriza por la separación de poderes y está presidido por el Jefe Ejecutivo, elegido por el Comité Electoral y designado por el Consejo de Estado de China. Su economía es de libre mercado, dirigida al sector de servicios y finanzas. Después de más de siglo y medio de colonialismo, la influencia de la cultura colonial prevalece en grandes sectores de la población sobre su pasado histórico nacionalista.

China ha respondido al movimiento de protesta, denunciando las manifestaciones como injerencia de potencias extranjeras en sus asuntos internos, en particular EU. Trascendió que la Confederación de Sindicatos de Hong Kong, (HKCTU por sus siglas inglés) recibe fondos de la Fundación Nacional para la Democracia, NED, organismo dependiente del Congreso de EU que promueve en China sindicatos a favor de la “democracia” y financia el Movimiento de Derechos Humanos de Hong Kong, la Asociación de Periodistas de Hong Kong, el Partido Cívico, el Partido Laborista y el Partido Demócrata y son miembros del Frente Civil de Derechos Humanos que coordina las protestas. Detrás de las manifestaciones también están la Fundación Ford, la Rockefeller, la Soros y otras fundaciones corporativas, iglesias de todas las denominaciones y dadivosos fondos británicos.

El Reino Unido esperaba un fracaso de China en el rescate de la ex colonia. El control económico y la influencia de la centenaria cultura colonial en la población garantizaban su poder neocolonial en Hong Kong. Sin embargo, equivocados en sus cálculos políticos, acuden con apoyo de aliados a su prepotente práctica injerencista.