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Internacional

¿Resucitarán el TIAR?

Pedro Díaz Arcia

Patricio Lumumba, líder del Movimiento Nacional Congoleño, en su última carta a su esposa, en junio de 1960, escribió: “La historia dirá un día su palabra, pero no será la historia que se enseña en Bruselas, en París, en Washington o en las Naciones Unidas: será la que se enseña en los países liberados del colonialismo y sus títeres”. Había proclamado la independencia de Bélgica para dar inicio a la liberación del Africa Central, de la antigua Rhodesia, Angola y Sudáfrica. En diciembre de ese año, un golpe militar echó por tierra sus sueños de redención social. Capturado por agentes de la CIA, fue entregado al sicario separatista Moisés Tshombe para su asesinato.

Pero quedó el legado de Lumumba. No en el frío mármol de los mitos, sino en la piel de los pueblos aún oprimidos.

Al participar en septiembre de 1960 en el Decimoquinto período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, afirmó: “¡Desaparezca la filosofía del despojo y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”.

Casi seis décadas después, no ha cedido la filosofía de la guerra ni ha desaparecido la explotación de los países por los monopolios y tampoco se ha logrado una verdadera etapa de progreso general.

En la decimoquinta reunión de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que tuvo lugar en Lima. Perú, acosado por la sorda denuncia del cónclave ante la miseria de la región, los desmanes de las corporaciones y la política de asfixia de Estados Unidos, a su representante no se le ocurrió otra cosa que decir: “el atraso de esta parte del hemisferio no es culpa de nadie”.

La delegación cubana, con sólidos argumentos, sentó que sí son los principales responsables; ante el silencio sepulcral del yanqui.

Desde el mismo triunfo de la Revolución cubana en enero de 1959, comenzaron las hostilidades por parte de Estados Unidos. Ataques aéreos, sabotajes, intentos de asesinato contra los líderes de la Revolución; la invasión mercenaria por Bahía de Chinos en abril de 1961, organizada y dirigida por la CIA y derrotada en menos de 72 horas; el bloqueo naval estadounidense durante la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, cuando un contingente de barcos de guerra rodeó la isla, en medio de amenazas de un ataque atómico; mientras bandas contrarrevolucionarias actuaban a lo largo y ancho del país amamantadas por Washington. Ahora persiguen a las naves con combustible hacia Cuba.

¿Resucitarán también el desprestigiado Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) contra Cuba? Un instrumento creado para blindar la doctrina Monroe en América Latina y facilitar su explotación por parte de las transnacionales. El pacto fue invocado una docena de veces, siempre en interés de Washington.

El tratado murió sin gloria en la Guerra de las Malvinas en 1982; cuando tras recuperar el control de las islas, el 2 de abril, Argentina convocó al TIAR ese mes y también en mayo, en reclamo de ayuda ante la crisis con Gran Bretaña. Era pedir demasiado, obligado a escoger, Estados Unidos ayudó logísticamente a Reino Unido y mostró su fidelidad a la OTAN. Ante el portazo norteamericano, el gobierno de la dictadura militar buscó apoyo en países del área.

A inicios de junio de 1982, tuvo lugar en Cuba, quien presidía desde 1979 el Movimiento de Países No Alineados, una reunión de su Buró de Coordinación, órgano encargado de preparar la próxima cumbre que tuvo lugar, un año después, en India.

En la cita de La Habana participó el canciller del país austral, Nicanor Costa Méndez, en circunstancias que no habría deseado. Pero era la mejor oportunidad para su objetivo. Acompañé al ministro de Relaciones Exteriores, Isidoro Malmierca, a recibir al diplomático en el aeropuerto, de donde fuimos a la residencia de su embajador en Cuba y luego a un almuerzo de trabajo. Ocasiones en las que hubo un amplio medio intercambio de criterios. Las conversaciones se produjeron en un círculo bilateral limitado. Paradojas del destino, brindar apoyo a quienes no respetábamos.

Malmierca le informó que sería el primero en hacer uso de la palabra, lo que se había coordinado con el Buró, pues es usual en estos eventos el respeto a los turnos solicitados. Costa se notaba preocupado. Sin embargo, afiló su discurso que fue acogido con aplausos y muestras de solidaridad.

Nicanor Costa Méndez fue recibido, en una reunión privada, por el Comandante en Jefe, Fidel Castro.

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