Si existiera un campeonato mundial del ridículo, seguramente el ganador de ese título universal sería el doblemente autoproclamado Juan Guaidó, caricaturesco “presidente” de Venezuela y de una supuesta “asamblea nacional” de ese mismo país -inventada por él y sus socios-, auspiciada y financiada por el gobierno imperialista de Estados Unidos como parte de los esfuerzos frustrados y desesperados por destruir a toda costa a la Revolución Bolivariana y por extensión a la propia nación venezolana.
Según quienes fueron hasta hoy sus compañeros de fórmula y le acompañaron en algunas de sus aventuras golpistas, como la “ayuda humanitaria” desde Colombia y el ataque a la base aérea de La Carlota, el autoproclamado Juanito hizo desaparecer la nada despreciable suma de 400 millones de dólares que le suministró la Administración Trump con vistas a contratar traidores y desertores y mantenerlos organizados como una fuerza mercenaria en suelo colombiano, bajo el manto protector del régimen Uribe-Duque.
Tales versiones de corrupción y robo descarado trascendieron en la opinión pública y fueron aparentemente la gota que colmó la copa dentro de la llamada oposición venezolana, que el avispado Juanito pretendía mantener bajo su control mediante la presidencia de la Asamblea Nacional y cumpliendo instrucciones de sus amos yanquis.
Sin embargo, todo ese andamiaje de mentiras y latrocinio se vino abajo cuando un sector cada vez más amplio dentro de los partidos oposicionistas aceptó finalmente las reiteradas proposiciones del presidente constitucional Nicolás Maduro, dando paso a la creación de la mesa de diálogo actualmente en funciones que comienza a debatir la solución de problemas y reclamos pendientes.
El respetuoso llamado de Maduro, la prudencia de un grupo de importantes líderes de diversos partidos que una vez estuvieron en la denominada MUD y los sucesivos fracasos de los elementos golpistas estimulados y financiados por el gobierno de Estados Unidos, fueron factores de peso que confluyeron junto a los desvanes del enriquecido Guaidó.
El rumbo político de Venezuela se encamina hacia las elecciones legislativas este año, mientras se agudiza el desprestigio y el descrédito de quienes aún pretenden sumergir al país en la violencia criminal. Los planes económicos y el abastecimiento a la población se estabilizan organizadamente mediante fórmulas novedosas y creadoras, mientras los que soñaban con la asfixia económica del chavismo caen asfixiados ellos mismos, llenos de orden y frustración.
Un claro ejemplo de ello fue el vergonzoso espectáculo que ofrecieron, antes de salir huyendo de la Asamblea Nacional, el ridículo y corrupto Juanito y sus menguados seguidores.
(gustavo.robreno@nauta.cu)