Manuel E. Yepe
El escritor y periodista especializado en temas de inteligencia y asuntos internacionales Wayne Madsen publicó el 22 de febrero en su blog un artículo que compara al emperador romano Claudio con el excéntrico dictador estadounidense Donald Trump, ahora en plena campaña por lograr su reelección en el cargo.
Por lo que nos dicen los historiadores sobre Claudio, quien gobernó el Imperio Romano desde el 41 al 54 AC, éste estaba decidido a ampliar las fronteras imperiales, pero se sentía acosado por problemas domésticos y las peculiaridades de su personalidad bastante inusual.
Según Séneca el filósofo, Claudio tenía una voz molesta y manos pequeñas y débiles. Cuando se excitaba y perdía los estribos, se dice que mostraba signos de lo que muchos siglos después la ciencia llamaría el síndrome de Tourette. Claudio era considerado muy mujeriego, se casó tres veces y era aficionado a los duelos de gladiadores y las ejecuciones. El emperador también sufría de paranoia extrema y constantemente pensaba que había planes conspirativos en su contra. Varios senadores fueron ejecutados luego de ser señalados por el emperador como conspiradores potenciales contra su gobierno.
Claudio también interfirió fuertemente con el Poder Judicial, involucrándose a menudo en casos legales específicos. Asumió el papel de censor, la poderosa autoridad judicial que tenía control sobre el censo, la moralidad pública y las finanzas del gobierno. Claudio mantuvo un virtual poder de veto sobre todos los demás magistrados romanos.
Emitía numerosos edictos, a veces hasta veinte por día. Los edictos eran los “tweets” de esa época. Trataban de todo, desde la promoción del jugo de tejo como cura para la mordedura de serpiente hasta sobre tratados históricos que permitían la flatulencia pública para mantener la buena salud. Una de las actividades más queridas de Claudio era participar en opulentos banquetes, en los que la gula y la embriaguez estaban a la orden del día. Como emperador defendió grandes proyectos de obras públicas, incluyendo canales y túneles.
Aunque la construcción recaería en el emperador posterior, Adriano.
Claudio, como conquistador romano de Bretaña, se dio cuenta de que había que establecer una fortificación entre la provincia romana de Bretaña y los celtas inquietos de Escocia y bajo Adriano, se construyó un muro de 73 millas entre las posesiones romanas de Bretaña y los “bárbaros” del Norte.
¿Por qué es Claudio relevante hoy en día? Los excesos y abusos de poder de Claudio contribuyeron a la caída definitiva del Imperio Romano, que siguió manteniendo algunos vestigios de la aún mayor República Romana. El predecesor de Claudio, el sanguinario tirano Calígula, y su sucesor, el sanguinario e inepto Nerón, ayudarían, juntos, a sellar la caída de Roma.
Donald Trump exhibe muchos de los rasgos de Claudio. Trump se deleita en banquetes en su finca de recreo de Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, la morada de los multimillonarios. La gula, la infidelidad, los ataques de rabia y la frecuente incapacidad de pronunciar palabras, la tosquedad de Trump (como se muestra en su reciente re-tweeting de un video de chistes de pedos en YouTube), los proyectos de fantasía como los EEUU-México, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, ignorando el Poder Legislativo y Judicial, la dependencia de “adivinos” en Fox News, la emisión de “edictos” diarios a través de Twitter, y la interferencia con las finanzas públicas, la inmigración y el censo habrían sido todos aplaudidos por Claudio.
Como Claudio, Trump se ha convertido en el hazmerreír del mundo, sin importar si comanda una fuerza militar considerable armada con armas nucleares. En la reciente Conferencia de Seguridad de Munich, el emisario de Trump, el Secretario de Estado Mike Pompeo, él mismo un doble ideológico payaso del presidente de los EEUU, dio un discurso que se ganó ni un segundo de aplausos de la audiencia de líderes mundiales, diplomáticos y oficiales militares.
No cabe duda de que todos los ministerios de Relaciones Exteriores y organismos de inteligencia del mundo han reunido la información necesaria sobre el Sr. Trump y los miembros menos brillantes de su administración. Es probable que los líderes mundiales examinen detenidamente esa información con una combinación de diversión y perplejidad, de la misma manera que los embajadores y emisarios informaron de las travesuras del Emperador Claudio a sus reyes y emperadores.
En su novela de 1934 sobre Claudio, “Yo, Claudio”, Robert Graves describe al emperador de Roma como alguien que, al convertirse en emperador, tiene que elegir entre restaurar la antigua República y gobernar como un líder benévolo o convertirse en un monarca loco.
Claudio eligió lo último. Trump parece que también.
(http://manuelyepe.wordpress.com)
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