Donald Trump pudiera ser aún más impopular que lo que dice el índice de su aprobación que revelan las encuestas, que atribuyen al Presidente cifras en torno a un 42% de aquiescencia popular por su trabajo. Estos números son mucho más bajos de lo que cabría esperarse dado el comportamiento positivo de la economía nacional en el período en que éste ha gobernado el país.
Teniendo en cuenta que en esta etapa de su historia política Estados Unidos transita por un período híper-partidista que ofrece motivos para pensar que las cifras de aprobación presidencial se han polarizado mucho y no se mueven tanto por la evaluación real de los electores como por la ubicación de la gente en la dicotomía partidista republicano-demócrata que caracteriza a este país.
A partir de este razonamiento, los profesores de la Universidad de Cornell Peter K. Enns y Jonathon P. Schuldt, respectivamente especialistas del Centro Roper para Investigaciones sobre Opinión Pública y codirector del Centro Cornell para las Ciencias Sociales, han trabajado para desarrollar un enfoque algo más matizado para medir la aprobación presidencial, sin preguntar a los encuestados explícitamente si aprueban o desaprueban al presidente para evitar que tomen partido, como lo hacen en la pregunta estándar sobre aprobación presidencial.
Enns y Schuldt han tratado de desarrollar un enfoque más matizado para medir la aprobación presidencial en el que no se pregunte a los encuestados qué sienten hacia Trump con relación a otros republicanos notables. Al no preguntar explícitamente a los encuestados si aprueban o desaprueban al presidente se evita forzar a los encuestados a tomar partido, como lo hacen en la pregunta estándar de aprobación presidencial. En cambio, los encuestados de ambos partidos evalúan a Trump en comparación con otros republicanos, como el ex presidente George W. Bush, el difunto senador John McCain, la ex compañera de fórmula de McCain, Sarah Palin, el vicepresidente Mike Pence y el ex presidente Ronald Reagan. (Quien a menudo se considera la voz del conservadurismo moderno) hasta la ex gobernadora de Alaska, Sarah Palin, cuyo tiempo en la política nacional fue mucho más corto y menos influyente.
Esta es ahora la segunda encuesta en la que se midió la favorabilidad de Trump entre los probables votantes, y en ambas encuestas ha estado la pregunta estándar de aprobación presidencial en que puede estarse sobreestimando la popularidad de Trump. La primera encuesta se realizó antes de las elecciones de mitad de período de
2018 (del 3 de julio al 12 de julio) y esta segunda encuesta se realizó poco después de la votación del 18 de diciembre en la Cámara de Representantes que impugnó formalmente al presidente (del 20 de diciembre al 22 de diciembre), pero en ambos casos, los probables votantes ubicaron a Trump al fondo de la lista de republicanos.
Antes de las elecciones intermedias, la calificación de favorabilidad de Trump era estadísticamente indistinguible de la de Pence, y sólo Palin recibió una calificación menos favorable.
Después de la impugnación, la de Trump fue aún más baja en relación con otros republicanos por los que se preguntó. No sólo es el presidente menos popular que se ha presentado a la reelección desde Gerald Ford, según las encuestas que hacen la pregunta estándar de aprobación presidencial, sino que en buena medida, ahora también tiene una calificación menos favorable que su vicepresidente. También estaba esencialmente empatado con Palin como el republicano menos favorecido en la lista, lo cual es notable porque cuando se les hace a los encuestados la tradicional pregunta de favorabilidad, los números de Palin son incluso más bajos que los de Trump ya que, en el 2016, una encuesta de ABC News-Washington Post encontró que sólo el 30% del público tenía una impresión más favorable que la ex gobernadora.
En términos de cómo el apoyo de Trump se mide según las líneas de los partidos, también se rompieron las clasificaciones de favoritismo.
Allí se vieron algunas divisiones bastante marcadas, como las que se observan con la pregunta estándar de aprobación presidencial. Pero entre los independientes, la posición de Trump fue quizás más reveladora. Este grupo, que típicamente es visto como potenciales votantes indecisos, ubicó a Trump al final de la lista -estadísticamente empatado con Palin y Pence.
Hubo incertidumbre en torno a estas estimaciones. Pero el resultado final es que el presidente es aún más impopular de lo que se pensaba, y más desagradable de lo que la pregunta estándar de aprobación presidencial es capaz de revelar. Aunque están por verse las implicaciones electorales de la impopularidad y el juicio político de Trump, los datos obtenidos no son prometedores para las expectativas de reelección del Presidente, por mucho que así lo quiso hacer ver su campaña.
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