Por Manuel E. Yepe
Estados Unidos está despertando al hecho de que no tiene capacidad pública para hacer frente a la actual crisis del Covid-19 porque en vez de un sistema de salud pública, lo que tiene es un sistema privado con fines de lucro para las personas que tienen la suerte de poder permitírselo y un sistema de seguridad social desvencijado para las personas que tienen la suerte de tener un trabajo a tiempo completo.
En ambos casos, como es propio del capitalismo, sus sistemas responden más a las necesidades individuales que a las necesidades del público en su conjunto. En Estados Unidos, la palabra “pública” -como en los casos de la salud pública, la educación pública o el bienestar público- significa una suma de necesidades individuales, no el bien común.
A finales de la semana pasada, al menor indicio de dificultades para hacer negocios, la Reserva Federal puso 1.5 trillones de dólares a disposición de los bancos. Pero cuando se trata de la salud de la nación como un todo, el dinero para esto nunca está disponible. Y no hay instituciones análogas a la Reserva Federal encargadas de supervisar y administrar la salud pública, para prevenir los casos de devastación humana, en vez de la financiera.
“Incluso si se hubiera desarrollado y aprobado a tiempo una forma de encarar el virus Covid-19, no existen en Estados Unidos instituciones para administrarlo a decenas de millones de estadounidenses de forma gratuita. Los departamentos locales y estatales de salud ya están a la deriva, habiendo perdido casi una cuarta parte de su fuerza laboral desde 2008”, según la Asociación Nacional de Funcionarios de Salud de Condados y Ciudades.
La atención de la salud en los Estados Unidos está a cargo principalmente de corporaciones privadas con fines de lucro que, a diferencia de las instituciones financieras, no están obligadas a mantener una capacidad de reserva. Como resultado, el suministro de ventiladores pulmonares no es lo suficientemente grande como para atender al número proyectado de víctimas de coronavirus críticamente enfermas que no pueden respirar por sí mismas. Sus 45,000 camas en las unidades de cuidados intensivos están muy por debajo de los 2.9 millones que probablemente se necesitarán.
La Reserva Federal puede cerrar bancos para poner en cuarentena las crisis financieras, pero los EE.UU. no pueden cerrar los lugares de trabajo porque el sistema de seguridad social de la nación depende de la gente que acude a trabajar.
Casi el 30% de los trabajadores estadounidenses no tienen licencia por enfermedad pagada por sus empleadores, incluyendo el 70% de los trabajadores de bajos ingresos que ganan menos de 10.49 dólares por hora. Un gran número de trabajadores por cuenta propia no pueden permitirse una baja por enfermedad. Y la mayoría de los desempleados no califican para el seguro de desempleo porque no han trabajado el tiempo suficiente en un trabajo estable. Agréguese a ello que unos treinta millones de estadounidenses no tienen seguro médico y que la elegibilidad para Medicaid, cupones de alimentos y otras ayudas públicas están condicionadas a tener o estar buscando activamente un empleo.
Es difícil cerrar las escuelas públicas porque la mayoría de los padres que trabajan no pueden pagar una guardería. Muchos niños pobres dependen de los almuerzos escolares para su única comida diaria. En Los Angeles, alrededor del 80% de los estudiantes tienen derecho a almuerzos gratuitos o reducidos y poco menos de 20,000 no tienen hogar en algún período del año escolar.
En resumen, no hay un sistema de salud pública en los EEUU, porque la nación más rica del mundo no tiene capacidad para proteger al público en su conjunto, más allá de los vinculados a la defensa nacional.
Los remedios ad-hoc como los que fueron acordados el viernes entre los representantes demócratas de la Cámara y la Casa Blanca son mejores que nada, pero no se acercan a llenar este vacío, en opinión de Robert Reich, ex profesor de política pública en la Universidad de California, en Berkeley, quien se desempeñó como Secretario de Trabajo en la administración de William Clinton y es actualmente miembro del Centro Blum para Economías en Desarrollo.
(http://manuelyepe.wordpress.com)
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