Internacional

CIUDAD DEL VATICANO, 9 de abril (AP/EFE).- El papa Francisco elogió el Jueves Santo a los sacerdotes y al personal médico que atienden las necesidades de los enfermos con COVID-19, y los describió como “los santos de al lado”.

Francisco celebró la misa vespertina de Semana Santa en la Basílica de San Pedro, que estuvo cerrada al público debido a las restricciones que se han implementado para frenar la propagación del nuevo coronavirus.

Las mismas precauciones obligaron al papa a prescindir del ritual simbólico que tradicionalmente se lleva a cabo el jueves antes de la Pascua, en el que lava los pies de otros en señal de humildad.

El año pasado lavó los pies de 12 reclusos en una prisión cercana a Roma. El ritual recrea el pasaje bíblico cuando Jesús lavó los pies de sus 12 apóstoles en la última cena antes de su crucifixión.

Francisco, quien lucía cansado y con voz apagada, también expresó consternación porque los sacerdotes han sido insultados o equivocadamente calumniados debido a los escándalos en torno a la Iglesia católica que involucran clérigos pedófilos.

Muchas veces no pueden ir a la calle porque les dicen cosas malas en referencia “al drama del descubrimiento de los sacerdotes que han hecho cosas malas”, dijo Francisco.

Hace unos días, el máximo tribunal de Australia desestimó las condenas del cardenal George Pell por cargos de abuso sexual de menores.

Pell, exministro de finanzas del papa, pasó 13 meses en una prisión de su natal Australia. Francisco no lo mencionó ni citó un caso específico en sus comentarios.

El pontífice comenzó su homilía honrando la memoria de los sacerdotes que dieron su vida en servicio a los demás, señalando a aquellos que fallecieron tras atender a los enfermos en los hospitales de Italia, que tiene el mayor número de muertes en el mundo por la pandemia de coronavirus.

Francisco rindió homenaje a los sacerdotes que “ofrecen sus vidas por el Señor”.

“En estos días, más de 60 han muerto aquí, en Italia, en el cuidado de los enfermos en los hospitales”, dijo. “También con los médicos, las enfermeras; son los santos de al lado”.

Pero también tuvo palabras para los misioneros en tierras lejanas, caídos en las pestes, o los curas “anónimos” que asisten en las cárceles o en el entorno rural.

Francisco, además, habló de los sacerdotes que son “calumniados” y que muchas veces “ni siquiera pueden ir por la calle” porque les insultan por los escándalos que han salpicado a la Iglesia, en alusión a los casos de pederastia, aunque no los citó expresamente.

“Buenos sacerdotes. Hoy les llevo en mi corazón y al altar”, dijo el papa, con semblante serio.

El papa ofició esta misa de Jueves Santo, que conmemora la Última Cena e inaugura el Triduo Pascual, prácticamente en solitario dentro de la basílica de San Pedro del Vaticano, debido a las restricciones impuestas para evitar la propagación del coronavirus.

No celebró el tradicional rito del lavado de pies, que en los años anteriores realizó en prisiones, reformatorios de menores, con discapacitados o ante refugiados.

Primer cura de EE. UU. que fallece por coronavirus era mexicano

El reverendo Jorge Ortiz-Garay repetía esa palabra en español cuando alentaba a los adolescentes para que no dejasen los estudios, cuando alimentaba a los indigentes y cuando consolaba a quienes habían perdido un ser querido.

Y esa es la palabra que usan sus feligreses para rendirle homenaje a ahora, por más que la pandemia no les permita reunirse para llorar a su querido “padre Jorge”.

El pastor de la Iglesia Santa Brígida de Brooklyn fue el primer clérigo católico de Estados Unidos que fallece a raíz del brote de coronavirus. Tenía 49 años.

Pocos días antes de su muerte el 27 de marzo, ofició una misa. Dijo que estaba bien y que “la única forma de combatir el virus” era a través del amor y el servicio a los demás. Igual que los de otras iglesias de todo el mundo, los bancos de la Santa Brígida estaban vacíos ese día. Pero decenas de personas rezaron con él desde sus casas, vía livestream.