Internacional

Alfredo García

El mundo no será igual después del coronavirus. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, aseguró que la pandemia del Covid-19 es “la mayor debacle desde la II Guerra Mundial”.

La analogía mueve la situación actual de la ONU, al contexto de los cambios ocurridos en el mundo y en esa organización, después de la Primera y la Segunda Guerra Mundial.

A principios del siglo XIX, todos los países soberanos del planeta funcionaban a su libre albedrío, bajo la influencia de la cultural feudal lo que llevó inexorablemente a la I Guerra Mundial. En medio del horror del primer conflicto internacional, fue creada la Sociedad de las Naciones (SDN), en junio de 1919, con el propósito de “establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales”. El mundo siguió imperfecto.

El 1 de septiembre de 1939, a pesar de las reglas establecidas por la SDN, la invasión alemana a Polonia inició la II Guerra Mundial.

Finalizado el segundo conflicto internacional y multiplicado el espanto, el 25 de junio de 1945, la Organización de Naciones Unidas, ONU, sustituyó la fracasada SDN con una estructura y funcionalidad renovada para “mantener la paz y seguridad internacional, fomentar relaciones de amistad entre las naciones, lograr la cooperación internacional para solucionar problemas globales y servir de centro para armonizar las acciones de las naciones”.

El mundo cambió para mejor, pero continuó imperfecto, con el período de la “guerra fría” entre Estados Unidos y la URSS (1945-1990) que mantuvo en vilo a la humanidad, acompañado por 169 conflictos bélicos en todas las regiones del planeta, hasta la fecha. Al fracaso de la ONU al aplicar una ilusión de “democracia”, donde el voto de cualquiera de las 5 potencias privilegiadas por el veto, deciden sobre los 193 votos restantes; hay que agregar el irrelevante rol político jugado por la ONU hasta el momento, frente al embate del coronavirus contra toda la humanidad.

Aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS), agencia dependiente de la ONU, ha estado desde muy temprano alertando y enviando recomendaciones a todos los países para frenar la propagación de la pandemia, su frente político: la Asamblea General y el Consejo de Seguridad, se ha visto paralizado por la rivalidad entre Estados Unidos y China, poniendo en crisis el multilateralismo.

Trascendió que la causa que ha impedido hasta el momento a los 15 países que forman el Consejo de Seguridad (5 grandes potencias con derecho a veto y 10 países rotatorios), ha sido la posición del presidente Donald Trump de incluir en cualquier tipo de resolución el explícito señalamiento del origen “chino” del coronavirus, lo que rechaza el presidente Xi Jinping.

Vislumbrando la necesidad de un cambio en las reglas de la ONU para “un mundo mejor”, frente a la parálisis de la alta instancia multilateral en medio del contencioso, Washington-Pekín, la excanciller argentina y exjefa de Gabinete del exsecretario general de la ONU Ban Ki-Moon, Susana Malcorra, declaró: “La ONU debería coordinar una estrategia en los múltiples frentes existentes, más allá de la respuesta sanitaria que coordina la OMS: el frente humanitario, la seguridad alimentaria, la situación de los más vulnerables, la respuesta en los países sin infraestructuras mínimas, los aspectos sociales y económicos de la crisis y un plan postcrisis”.

Antonio Remiro Brotons, profesor emérito de la Universidad Autónoma de Madrid, sugiere el cómo: “Tendría que hacerse algo como las conferencias de Bretton Woods y Dumbarton Oaks, que estuvieron en el origen de la carta de Naciones Unidas. Su reforma siempre ha estado ahí, especialmente desde que en 1989 acabó la Guerra Fría y no se supo aprovechar la ocasión que brindaba este hecho histórico. Ahora no se debería fallar de nuevo”, sentenció Brotons.