Internacional

Zheger Hay Harb

La nota colombiana

Antes de que estallara la pandemia que nos tiene a todos encerrados y aterrados, Colombia estaba sacudida por el escándalo conocido como de la “Ñeñe política” por el apodo del personaje central de una red de corrupción.

Todo se inició por el descubrimiento que hizo el periodista Gonzalo Guillén de unos audios en que el Ñeñe, vinculado con un proceso por homicidio, habla con una mujer (Caya) sobre sus nexos con Álvaro Uribe y sobre todo con Iván Duque para cuya campaña presidencial han conseguido fondos.

El Ñeñe apareció muerto a bala en Brasil y la prensa informó que había ocurrido durante un atraco para robarle un costoso reloj Rolex de oro, pero pronto empezaron a aparecer datos que indicaban que en el asunto estaba implicada la mafia porque el señor era, además de ganadero, como ahora dicen los comprometidos en el escándalo, narcotraficante, contrabandista y paramilitar. Cuando se conoció su muerte Álvaro Uribe sacó un aviso de prensa lamentando el deceso.

Caya resultó ser miembro de la Unidad de Trabajo Legislativo (UTL) del senador Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de la República a quien se considera el verdadero mandatario en la sombra, a quien Iván Duque llama presidente eterno y de quien dijo la hoy ministra del Interior que “Duque es el presidente pero Uribe es el jefe”.

Una vez explotó el escándalo tanto Duque como Uribe negaron cualquier nexo con el Ñeñe pero los registros fotográficos los desmintieron: fue invitado a la posesión de Duque, evento exclusivo por el que políticos, empresarios y lagartos pelean por conseguir un puesto porque los cupos son muy limitados. Hay fotos de ambos en paseos, encuentros familiares, reuniones de amigos. Como dice el Ñeñe en uno de los audios “Duque es mi hermano”.

Lo de Cayita también resultó imposible de negar: su cargo era oficial pero misteriosamente desapareció una vez estalló el escándalo y salió del país sin que ni el Fiscal General ni las autoridades migratorias hicieran nada para evitar que una persona comprometida en varios delitos graves escapara.

En los audios el supuesto ganadero habla abiertamente de compra de votos en la Guajira, costa Caribe, de donde es oriundo, y dice que va a buscar plata “por debajo de la mesa pa’ soltarla en los departamentos”. A lo cual Cayita responde: “como tu quieras se puede manejar y nadie va a saber”. Por esos audios vinimos saber cómo fue que Vargas Lleras, expresidente y a quien se tenía como competidor fuerte en la costa fue derrotado estrepitosamente: dice el Ñeñe que se aprovecharon “de una plata que se robaron de Vargas Lleras, de transporte y de vainas”. Habla también de que “Iván” y “Uribe” lo enviaron a Ríohacha, Uribia, Manaure y Maicao para asegurar el triunfo de Duque en la Guajira. Este dato es muy importante como se verá más adelante.

En una de las grabaciones le dice a un ganadero: “tenemos que hablar, estuve hablando con el presidente esta semana”. Efectivamente, se habían reunido en la feria de Manizales. Uribe tiene 300 escoltas; no se le acerca quien él no quiere, sin embargo este que él dice no conocer se reúne con él en medio del festejo.

La revista Semana en su edición impresa y en la digital dedicó días a reproducir los audios, hicieron entrevistas al periodista que descubrió las grabaciones y en el país no se hablaba de otra cosa. Uribe y Duque estaban acorralados porque su relación con el Ñeñe resultó más que probada.

El fiscal, un académico amigo íntimo del presidente Duque cuya posición favorable a los acuerdos de paz cambió radicalmente a raíz del triunfo de éste, anunció que iniciaría investigaciones, pero nunca mostró avances.

Y entonces, se obró el milagro: apareció el coronavirus y como lluvia bendita hizo girar los focos de la atención pública hacia la pandemia; Duque trastabilló tratando de dirigir el manejo de la emergencia, dio tumbos, se enfrentó a los alcaldes, especialmente a la de Bogotá, que presionaban por el aislamiento para mitigar los contagios, finalmente siempre detrás de los mandatarios locales asumió las medidas sensatas que estos exigían, su popularidad subió del mísero 20% al 50% y nadie volvió a hablar de la Ñeñe política.

El fiscal, que no ha dado resultados de la investigación prometida, ahora aparece diciendo que va a abrir una contra Gustavo Petro porque aparece mencionado en las grabaciones.

Como el Ñeñe dice “Sí, Petro ganó en La Guajira. ¿Pero sabe por qué ganó Petro en La Guajira? Por los hijuex& mineros esos. Esos hijue&% se le fueron con toda a Petro”, al fiscal le pareció que eso lo compromete.

De inmediato el fiscal, antes dormido y ahora sí muy acucioso salió a informar: “Existe evidencia, o por lo menos en la conversación que se tiene por parte de ese señor Hernández con otra persona, que es un hombre no identificado, (...)se habla de una presunta financiación de empresas mineras a la campaña de Gustavo Petro”. Si no fuera un asunto grave uno diría que el chiste se cuenta solo porque resulta que no hay “empresas mineras” en la Guajira sino una multinacional que explota cuatro minas y contra ella se fue Petro en la campaña. Quienes lo apoyaron fueron los mineros, los trabajadores, los sindicatos y el único que parece no saberlo es el fiscal general.

Petro ganó allá como ganó en toda la costa Caribe a pesar de que en su campaña no hubo grandes financiadores porque estaban precisamente contra él; lo que hubo fueron mítines multitudinarios en que el candidato se consagró como líder de multitudes.

La prensa ha dicho que la declaración del fiscal es sólo humo pero me atrevo a afirmar que, muy a su pesar, por haberse metido por esa vía va a tener que investigar a su gran amigo el presidente y no a Petro, su mayor opositor.