Francisco Porras Sánchez
Hace unas semanas, Gianluca Grimalda publicó en el blog del Instituto de Desarrollo Alemán un ensayo muy interesante acerca de los posibles escenarios para después de la pandemia. Dejando a un lado la discusión de si será posible hablar de un futuro en el que el COVID-19 pueda ser erradicado, curado, o disminuido a niveles que no pongan en riesgo la salud de grandes segmentos de la población mundial; Grimalda argumenta que debemos poner atención a tres factores que darán forma al orden internacional de las próximas décadas.
Usando evidencia de Bauer, Blattman, Chytilová, Henrich, Miguel y Mitts (2016: 249), Grimalda argumenta que en la última década, 20 estudios han encontrado evidencia en 40 países que confirma que la exposición a la violencia de la guerra “incrementa la cooperación social en el nivel local, incluyendo la participación comunitaria y el comportamiento pro-social”. Entre los(as) sobrevivientes de los conflictos armados, un aprendizaje adquirido duramente es que la propia vida depende de la cooperación con otras personas; y esto, a la larga, fomenta la participación en la toma de decisiones locales; la confianza interpersonal; el altruismo; la equidad; el ejercicio del derecho al voto; y el interés en la política. Estas actitudes y valores, se supone, son la respuesta individual y comunitaria a la tragedia de la guerra, tratando de evitar guerras futuras.
Extrapolando estos estudios, Grimalda propone que en el mundo post-COVID-19 la cooperación tendrá un papel más relevante que en el pasado. Hemos aprendido que mi vida, y la vida de los demás, puede depender de lavarse las manos y mantener la sana distancia; por lo que lo más natural sería salir a la nueva normalidad reforzando categorías, valores y conductas que evidencien la interdependencia: todos(as) necesitamos de todos(as). Sin embargo, leyendo con atención el artículo de Bauer et. al. (2016), resalta el dato inquietante que la cooperación local no implica, necesariamente, un compromiso por promover el bienestar de personas o comunidades más allá del círculo inmediato.
Para Grimalda, esto implica que la preocupación por la propia comunidad puede generar también actitudes xenofóbicas y de crítica hacia el exterior, reforzando la paradoja de tener una multitud de mundos locales cerrados en sí mismos, sin expectativas ni intereses más allá de lo parroquial. Un reto que enfrentaremos en el futuro será recordarnos constantemente que lo local sigue estando vinculado con lo global, y que cuidar de la propia comunidad tiene implicaciones para todo el planeta. De hecho, la pandemia es una invitación a repensar y proponer nuevas formas de entender y practicar la globalización y el desarrollo local.
El segundo factor es la centralidad de las instituciones y de planear para lo peor. El cuidado de las personas y las comunidades requiere tomar providencias de todo tipo para saber qué hacer en caso de contingencias, pero también implica poder acceder a la información, el expertise, el dinero y la legitimidad para implementar lo planeado.
Necesitamos revisar cómo funcionaron nuestras instituciones, y modificarlas como resultado de esto. El fin del mundo no es un asunto de películas post-apocalípticas solamente, puede presentarse en cualquier momento, en la forma de enfermedades sin cura y de sociedades colapsadas en la pobreza y la violencia, en la ignorancia y el populismo.
Finalmente, es muy importante re-pensar los procesos de producción de bienes y servicios, así como de consumo personal y comunitario, a la luz de nuestros aprendizajes personales durante el aislamiento social. ¿Es realmente necesario estar todo el tiempo en la oficina? ¿Realmente debo viajar para cerrar ese negocio importante? ¿Puedo trabajar o producir sin necesidad de saturar las calles todos los días? ¿Qué implicaciones tiene esto para el calentamiento global? ¿Volveremos a nuestras prácticas usuales una vez que esto haya terminado?
Más cooperación; mejores instituciones; y nuevos comportamientos personales. Usted ¿qué ha aprendido como resultado de la pandemia?
Referencia
Bauer, M., Blattman, C., Chytilová, J., Henrich, J., Miguel, E. y Mitts, T. (2016). “Can War Foster Cooperation?” Journal of Economic Perspectives, 30 (3): 249-74. Recuperado de https://pubs.aeaweb.org/doi/pdfplus/10.1257/jep.30.3.249.
(SINEMBARGO.MX)