Internacional

La ira no es un programa político

Jorge Gómez Barata

En Estados Unidos, han existido y existen buenas causas que no lograron movilizaciones populares decisivas, menos aún que hayan contado con seguidores capaces de acudir a la violencia y a confrontar a las fuerzas públicas. Con las manifestaciones de las comunidades negras ocurre algo diferente. Cuentan con apoyo popular y determinación, aunque falta el liderazgo y las metas comunes.

A diferencia del pasado, no existe allí un movimiento negro con identidad, metas y liderazgos definidos. Lo que hay es ira ante la exclusión y el abuso, pero la ira no es un programa político ni social. La ira es una reacción emotiva, apasionada y aunque justificada, difícilmente concentrada en un programa político.

Aunque Estados Unidos no se caracteriza por grandes movimientos populares ni por la existencia de entidades políticas o sociales de alcance nacional, en el pasado hubo movimientos como el sufragista y el feminista que si bien alcanzaron relevancia nacional, no sumaron gran número de partidarios ni apoyos políticos trascendentales. En 1910 las sufragistas consiguieron 500,000 firmas y en 1919 lograron que el Congreso aprobara la 19ª Enmienda a la Constitución que estableció el voto femenino.

El abolicionismo, un movimiento de mayor alcance, se gestó desde la época de la independencia y estuvo presente en la redacción de la Constitución, convirtiendo la abolición de la esclavitud en un debate nacional. En 1830 se fundó Sociedad Antiesclavista Americana, que recibió amplio apoyo de los trabajadores, aunque nunca tuvo más de 200,000 afiliados.

Si bien la Guerra Civil estuvo vinculada al debate sobre la esclavitud no fue su detonante, la lucha contra aquella nefasta práctica alcanzó resultados relevantes en la época. En 1863 la Proclama de la Abolición de la Esclavitud emitida por Lincoln concedió la libertad a más de tres millones de esclavos, lo cual preparó las condiciones para que en 1865 el Congreso promulgara la 13º Enmienda a la Constitución que puso fin a la esclavitud, mientras la Enmienda 14º concedió la ciudadanía a los esclavos liberados y la 15º otorgó el derecho al voto.

Si bien la esclavitud fue abolida, en los estados del Sur, durante otros setenta años persistió la segregación racial, una forma de apartheid que se mantuvo hasta 1964 y dio lugar a la lucha por los derechos civiles, el movimiento político más importante en la historia moderna de los Estados Unidos que liderado por Martin Luther King, y apoyado por los presidentes John F. Kennedy y Lyndon Johnson, dio lugar a la abolición de aquella rémora.

El movimiento negro en los Estados Unidos tiene ante sí, no sólo la necesidad de mostrar músculos, sino de trascender las manifestaciones esporádicas e inconexas, mostrando coherencia e integración para crear una plataforma social y cultural de relevancia política que sume elementos de todos los estratos sociales y se aparte de prácticas que, como los saqueos, le restan calado y eficacia.

La ira no puede ser la base de un proyecto político ni expresión de acción social, tampoco el abuso y la exclusión pueden caracterizar de modo perenne el entorno nacional. En materia de convivencia social, los Estados Unidos tendrán que reinventarse: ¿Lo harán?