Este martes 19 de noviembre, Ucrania lanzó su primer ataque con misiles balísticos de largo alcance ATACMS, fabricados en Estados Unidos, contra una instalación militar en Briansk, Rusia.
De acuerdo con información confirmada por el Ministerio de Defensa ruso y publicada por la BBC, las baterías antiaéreas lograron interceptar cinco de los misiles, pero fragmentos de un sexto impactaron en el recinto, causando un incendio que fue controlado rápidamente.
El ataque, llevado a cabo en la madrugada, no dejó víctimas mortales ni heridos, de acuerdo con las autoridades rusas. Sin embargo, representa una escalada significativa en el conflicto.
Cambio de política en EE.UU.
El uso de los misiles ATACMS por parte de Ucrania se da tras un importante cambio en la política estadounidense. El presidente saliente, Joe Biden, autorizó recientemente su uso dentro de territorio ruso, algo que anteriormente estaba restringido por temor a una escalada en la guerra.
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Esta decisión llega en un contexto de incertidumbre política en Washington, con la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025. Trump ha manifestado su intención de negociar un fin rápido al conflicto, lo que podría afectar futuros apoyos militares a Ucrania.
Implicaciones estratégicas del uso de ATACMS
Los misiles ATACMS tienen un alcance de hasta 300 kilómetros y capacidad para destruir objetivos estratégicos como arsenales, bases militares y centros logísticos.
Funcionarios ucranianos y estadounidenses anticipan que esta tecnología podría ser clave en la defensa de territorios recientemente ocupados por Ucrania, como la región de Kursk, frente a posibles contraofensivas rusas y norcoreanas.
Aunque el número de misiles suministrados por Estados Unidos es limitado, su uso tiene un impacto simbólico y táctico. Podrían dificultar las operaciones logísticas rusas al forzar el traslado de sus recursos más lejos del frente, extendiendo los tiempos de respuesta en el campo de batalla.
Reacciones y tensiones internacionales
El gobierno de Rusia calificó la acción como un aumento en la intervención de Occidente en el conflicto, argumentando que podría ser interpretada como una "participación directa" de la OTAN.
Vladimir Putin ya había advertido que el uso de armamento occidental dentro de su territorio cambiaría "la naturaleza del conflicto".
Por otro lado, la autorización de Washington podría alentar a otros aliados, como Reino Unido y Francia, a permitir que Ucrania emplee armamento similar, como los misiles Storm Shadow, aumentando la presión sobre Moscú.
¿Qué sigue?
El impacto político de esta medida también es significativo. Mientras Biden busca fortalecer la posición de Ucrania antes de dejar el cargo, el futuro del apoyo militar estadounidense queda en duda con la llegada de Trump, quien podría reducir o cancelar los envíos de armas.
En el campo de batalla, el uso de los ATACMS podría otorgar a Ucrania una ventaja temporal, pero no se espera que cambie drásticamente el curso de la guerra. Lo que sí está claro es que esta acción eleva la tensión y redefine los límites del conflicto en un momento crucial.
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