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* Pemex en el limbo* ¿Viene el diluvio?* Guerra de calificadoras  

La decisión de la calificadora de deuda Fitch Ratings de ubicar de estable a negativa la actual calidad crediticia de Petróleos Mexicanos, lo que equivale a la antesala de la degradación, levantó una espesa polémica sobre si se trata de condenar a priori la estrategia del nuevo gobierno o simplemente la respuesta al diagnóstico actual sobre la salud de la empresa productiva de Estado.

La exparaestatal está atrapada en un círculo vicioso que, por falta de ingresos suficientes para cubrir el servicio, le obliga a contratar más deuda, pese a la colosal existente, de 105 mil millones de dólares, para cubrir ésta.

De hecho, su última cuota al barril sin fondo fue de dos mil millones de dólares.

Dada la intención del nuevo gobierno de enderezar el timón, la acción de la calificadora irritó al presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, quien la calificó de corresponsable del fracaso de la reforma energética a la que respaldó.

En cuatro años de presencia de privados nacionales y extranjeros, dijo, no se ha extraído un solo barril de petróleo, lo que empujó al consorcio que descubrió un rico yacimiento frente a las costas de Tabasco, integrado por las firmas británica Premier Oil, estadounidense Talos Energy, y mexicana Sierra Oil & Gas, a declarar que sin producción aún, le paga al Estado 150 millones de dólares anuales de regalías.

A su vez, la próxima secretaria de Energía, Rocío Nahle, manifestó su extrañeza dada la intención de fortalecer a la antigua empresa pública.

Los dardos, sin embargo, hablan de un mal negocio al pretenderse una nueva refinería en Dos Bocas, Tabasco; de una mala estrategia del grupo parlamentario de MORENA en sectorizar a la Comisión Reguladora de Energía y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos, lo que implicaría perder su autonomía, y la pésima jugada a la posibilidad que bajo el nuevo gobierno la producción de la empresa privilegie al mercado local.

Sin embargo, del dicho al hecho se reclama una inyección extraordinaria de recursos a Pemex por 70 mil millones de pesos.

Sería grave sustentar una posible degradación sobre hechos inciertos.

Se diría que, en tal caso, más que defender a Pemex, se defiende, justo, la reforma energética.

Lo cierto es que Petróleos Mexicanos, de acuerdo con un diagnóstico de quienes han conocido sus entrañas, requiere una cirugía mayor, dada la obesidad de su nómina; su sujeción a los dictados de la Secretaría de Hacienda y la maraña de normas a cumplir.

La exigencia de rehabilitación habla de revertir un deterioro permanente del patrimonio de la empresa; de dotarla de una verdadera autonomía de operación y manejo presupuestal, y de renegociar la colosal deuda que arrastra hacia el largo plazo.

Los nuevos préstamos deben canalizarse hacia proyectos productivos.

El escenario debería apuntar realmente al marco de una empresa productiva, no productora.

Aunque el modelo de empresa productiva de Estado se calcó de Canadá, éste en la práctica recoge sólo algunos puntos, dejando de lado, por ejemplo, la creación de un Consejo de Administración con verdaderos expertos en la materia, no simples financieros.

El reto es recuperar la plataforma de producción que tenía hace 20 años la empresa.

¿Es malo intentarlo?

Balance general

Abierta a partir de hoy la consulta ciudadana sobre la sede del nuevo aeropuerto, la polarización del país ha colocado en los extremos las posturas. De un lado está Banamex hablando de un posible “error de octubre” si no se opta por Texcoco, y de otro el magnate Carlos Slim, señalando su opción de invertir aún si fuera Zumpango la sede.

A lo que se refiere el segundo banco del sistema es a la frase acuñada por el expresidente Carlos Salinas de Gortari atribuyendo la macrodevaluación de diciembre de 1994 a un error (el de diciembre) del presidente Ernesto Zedillo, al someter al Consejo Coordinador Empresarial una consulta sobre si se ampliaba la banda de flotación del peso frente al dólar, o de plano se devaluaba.

La ingenuidad colocó en alerta a los grandes empresarios, provocándose una cuantiosa fuga de capitales.

Bajo ese prisma, pues, la frase parecería desafortunada.

La presión, a la que se sumó el secretario general del Organismo para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría, que habla de apocalipsis en puerta, parecería despreciar el escenario que plantean los opositores a Texcoco de otra catástrofe, ésta ambiental.

Pintura de guerra

En lo que plantea una suerte de ultimátum al nuevo gobierno, la calificadora de deuda Moody’s amenaza con degradar la calidad crediticia del país si se le despoja de la autonomía a los órganos reguladores surgidos de la reforma energética, es decir la Comisión Reguladora de Energía y la Comisión Nacional de Hidrocarburos.

La manzana de la discordia se ubica en un párrafo de la reforma a la Ley de la Administración Pública Federal en que se plantea sectorizar ambas a la Secretaría de Energía, lo que es incompatible con la ley, dado que se sectorizan órganos descentralizados.

La diputación de Morena ya aceptó corregir el párrafo.

Queda, sin embargo, la impresión de que las calificadoras han adoptado el estilo Trump.

Metlife en falta

Aunque quedó colgada de la brocha al suspender el próximo gobierno la contratación de sus pólizas para altos funcionarios públicos, se dijo insistentemente que la aseguradora estadounidense Metlife tenía fondos suficientes para garantizar los pagos comprometidos.

Sin embargo, están lloviendo quejas ante la Comisión Nacional de Protección y Defensa de Usuarios de Servicios Financieros que hablan de negativa de pagos.

Una de las obligaciones contraídas era, justo, el que se le cubriera una parte del costo de la póliza a quienes no habían hecho uso de ella al momento de cancelar ésta.

La cobertura, en algunos casos, cubría riesgos en la integridad física de los funcionarios y, naturalmente, gastos médicos mayores, es decir operaciones, hospitalización…

La firma que adquirió del propio gobierno la Aseguradora Hidalgo había ganado los contratos aprovechando la estructura de ésta.

Su primer intento apuntaba a convencer a los usuarios de mantener la cobertura por su cuenta.

Lala sí, pero no

Colocada en problemas de flujo ante un incremento en sus costos de producción, al punto de que circularon versiones de venta, la fabricante de productos lácteos, Lala, prepara un plan que a su juicio le permitiría no sólo recobrar terreno perdido en México y Brasil, sino expandirse de lleno en la zona centro y sur del hemisferio.

La intención es apostarle a un mayor valor agregado y optimizar la cadena de suministro.

La compañía adquirió hace unos meses la firma brasileña Vigor y cuenta con una planta en Estados Unidos, además de otra en Guatemala.

albertobarrancochavarria0@gmail.com