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Terrorismo enluta a Colombia

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BOGOTA, Colombia, 17 de enero (EL TIEMPO DE COLOMBIA).- Al menos 21 personas murieron, 87 quedaron heridas y hay 17 desaparecidos el jueves en un ataque con coche bomba contra una academia de policía de Bogotá, en un “demencial acto terrorista” que sacude a un país atascado en sus esfuerzos de paz.

El presunto responsable fue identificado por la fiscalía como José Aldemar Rojas Rodríguez, de nacionalidad colombiana, quien ingresó con una camioneta gris Nissan Patrol cargada con 80 kilos de pentolita a la Escuela de Oficiales General Francisco de Paula Santander, en el sur de la capital colombiana.

Una fuente de la fiscalía confirmó a AFP el deceso del hombre durante el ataque, aunque las autoridades no han señalado su vinculación con alguno de los grupos armados que aún operan en Colombia, financiados por el narcotráfico, tras el pacto de paz con la otrora guerrilla FARC en 2016.

Este “demencial acto terrorista no quedará impune, los colombianos nunca nos hemos sometido al terrorismo, siempre lo hemos derrotado, esta no será la excepción”, dijo el presidente Iván Duque en una declaración a la prensa junto al fiscal general, Néstor Humberto Martínez.

La explosión deja al menos 21 muertos, 87 heridos y hay 17 desaparecidos, según autoridades. Dos ecuatorianas están entre las víctimas, la cadete Erika Chicó, quien falleció, y Carolina Sanango, herida levemente.

Según versiones de policías, un perro antiexplosivos detectó la carga. Al verse descubierto, Rojas aceleró y atropelló a un agente. Tres uniformados fueron detrás del vehículo que explotó segundos después.

Se trata del peor acto de terror ocurrido en la capital colombiana desde febrero de 2003, cuando rebeldes del ahora partido FARC detonaron un coche bomba en el club El Nogal. Treinta y seis personas murieron y decenas más sufrieron heridas.

Sin embargo, el balance podría aumentar en las próximas horas debido a que las autoridades siguen examinando restos hallados.

Entretanto, el gobierno decretó tres días de duelo.

Solo un minuto después de que José Aldemar Rojas Rodríguez aceleró la camioneta plateada que conducía, para evadir el control en la entrada principal de la Escuela de Policía General Santander, ocurrió la explosión del vehículo, que estremeció el interior de la sede policial y dejó 21 muertos, 87 heridos y hay 17 desaparecidos, entre ellos cuatro promesas del deporte y una policía de Ecuador.

Rojas Rodríguez, de 56 años, como fue identificado por la Fiscalía el hombre que conducía el carro bomba cargado con 80 kilos de pentolita, había llegado hasta la entrada de la Escuela General Santander hacia las 9 y 27 de la mañana, según los registros que quedaron en el puesto de guardia de la institución.

Aceleró su vehículo cuando un agente intentó tomar los datos para su ingreso y mientras uno de los perros entrenados dio señales de la presencia de explosivos en la camioneta.

Al percatarse de esto, Rojas Rodríguez, de acuerdo con testimonios de policías que estaban en la guardia, avanzó rápido unos 20 metros en línea recta y viró luego hacia la izquierda. Fue en ese momento que el carro bomba que conducía, un Nissan modelo 93, explotó. Eran las 9:30 de la mañana.

Los retos tras el atentado a la Policía en Bogotá

El vehículo, destruido, quedó entre uno de los auditorios y uno de los alojamientos de la escuela. Sobre esa misma zona yacían los cuerpos quemados y fragmentados del terrorista y de algunas de las víctimas.

La última residencia registrada de Rojas Rodríguez, nacido en Puerto Boyacá, Boyacá, fue Cubará, también población boyacense.

Sin embargo, la Fiscalía estableció que las dos más recientes revisiones tecnomecánicas del carro que usó como bomba, y del cual aparecía como propietario, fueron hechas en Arauca.

Esto se convirtió en un indicio para establecer como primera línea de investigación al ELN frente la autoría intelectual del atentado terrorista que sacudió ayer al país.

Así se lo confirmó a EL TIEMPO una fuente de la Policía que dijo que, en todo caso, no se descarta todavía que otros grupos armados tengan relación con el hecho.

Al condenar el ataque, el presidente Iván Duque enfatizó en que fue “contra un centro académico donde había jóvenes y estudiantes desarmados”. Por eso dijo que no fue solo contra la Fuerza Pública, sino “contra toda la sociedad”.

El último atentado con explosivos contra la Fuerza Pública en una capital ocurrió hace apenas un año en Barranquilla, el 27 de enero del 2018. Ese día murieron 5 policías y el ELN se atribuyó el ataque.

Sobre el atentado, las autoridades verificaban la noche de este jueves la posible vinculación del conductor del carro bomba con el ELN y, en especial, con alias Culebro Viejo, que fue jefe militar del bloque Oriental de esa guerrilla.

Se sabe que Rojas Rodríguez compró el Nissan Patrol, que detonó –de placas LAF 565–, en mayo del año pasado. Las autoridades se preguntan por qué el dueño del vehículo se prestaría para convertirlo en carro bomba.

La información del vehículo llevó a las autoridades a buscar más sobre Rojas Rodríguez. En una revisión inicial se detectó que no poseía antecedentes judiciales vigentes y tampoco tenía sanciones en la Procuraduría, la Contraloría y la Personería de Bogotá. Tampoco tenía multas de tránsito.

Arauca y el ELN

El ELN ha tenido una fuerte presencia en Arauca, donde los guerrilleros están a cargo de alias Pablito, uno de los radicales del grupo y cuyo poder radica en que tiene al mando al menos el 60 por ciento del total de la estructura armada de la organización. Además es el jefe con mayor poder económico dentro del ELN, por sus negocios de narcotráfico.

‘Pablito’, cuyo nombre verdadero es Gustavo Aníbal Giraldo Quinchía, ha sido, desde el comienzo, uno de los grandes opositores del proceso de paz entre el ELN y el Gobierno.

De hecho, para contar con su apoyo, la organización lo incluyó en el Comando Central (Coce), máxima instancia de dirección de esa guerrilla, en el 2015. Pero ni eso habría ablandado a ‘Pablito’, y los otros jefes guerrilleros dependen en buena medida de su dinero y de su poder militar.

Alias Pablito vive en la frontera con Arauca y se sabe que pasa con frecuencia a Venezuela, pues según fuentes de inteligencia, es el interlocutor principal del Eln con funcionarios del Gobierno venezolano.

Se encargaría de trasladar cocaína producida en Colombia al vecino país.

Explosivo, otra pista

La pentolita, el explosivo utilizado en el ataque, es de uso militar y civil, y es de alto poder. En noviembre pasado, la Fiscalía y la Armada confiscaron 16 paquetes con ese material en una casa de Cartagena en la cual fue capturada una mujer señalada de pertenecer a las milicias urbanas del ELN.

De confirmarse que esta guerrilla fue la autora intelectual del ataque, quedaría prácticamente cerrada la posibilidad de una reanudación de los diálogos con el ELN, que están congelados desde el 3 de agosto del año pasado.

El grupo armado se ha negado a poner fin a los secuestros y los ataques y hostilidades, condición que le ha puesto el presidente Iván Duque para continuar las conversaciones en La Habana, a donde se trasladó la mesa de negociación después de que el Gobierno de Ecuador le retiró su apoyo y dejó de ser el país anfitrión.

A comienzos de esta semana, el ELN confirmó que tiene en su poder a la tripulación de un helicóptero que transportaba valores y que derribó el viernes 11 en Acarí, Norte de Santander.

Por lo pronto, para las autoridades está claro que quienes hicieron la inteligencia para el atentado contra la sede de la Escuela General Santander pretendían provocar el mayor daño posible, pues este jueves, cuando ocurrió, varios cadetes ensayaban para una ceremonia que tendría lugar horas más tarde y para la cual se esperaba la llegada de familiares de varios policías.

Investigan ruta del carro

Si bien se sabe que el vehículo que cargaba los 80 kilos de pentolita usados para el atentado venía de Arauca, las autoridades investigan el recorrido que hizo en los días y momentos previos al ataque terrorista. Ochenta hombres de las unidades de inteligencia de la Policía, con el apoyo de la Fiscalía, están revisando las cámaras de seguridad que monitorean la autopista Sur y la carrera 30.

El objetivo es determinar el punto de origen del vehículo, ubicar el lugar donde podría haber pasado la noche el terrorista y donde pudieron haber armado el carro bomba.

El fiscal general, Néstor Humberto Martínez, dijo que todas las capacidades de Policía Judicial de esa institución “están desplegadas y orientadas a establecer quienes fueron los determinadores y autores intelectuales del acto terrorista”.

Rechazo nacional

Instituciones oficiales y no oficiales, nacionales e internacionales, condenaron el ataque y pidieron a las autoridades su mayor empeño para determinar la autoría intelectual.

El acto terrorista no solo enluta a familias colombianas, sino también a los familiares de una joven policía de Ecuador que estaba haciendo curso en la Escuela General Santander, identificada como Érika Chicó. Otra policía ecuatoriana, Carolina Sanango, resultó herida.

El vicepresidente de Ecuador, Otto Sonnenholzner, viajó el jueves a Colombia para tramitar la repatriación del cuerpo de la policía fallecida y ofrecer apoyo a la herida.