México

Mexicana dirige universidad en Inglaterra

CIUDAD DE MEXICO, 6 de enero (EL UNIVERSAL).- “Si yo tuviera mi propia universidad, no habría calificaciones, la carrera de ingeniería tendría la misma cantidad de hombres que de mujeres, y los estudiantes crearían tecnologías para beneficiar a la sociedad”. Ese era el sueño de la mexicana Elena Rodríguez Falcón, pero nunca imaginó que lo haría realidad en Inglaterra.

Elena dirige la creación de una nueva universidad en Hereford, una ciudad inglesa. Para septiembre del siguiente año, recibirán a sus primeros 50 estudiantes que obtendrán el grado de ingenieros con la metodología que le valió el reconocimiento de la Real Academia de Ingeniería de Reino Unido.

La mexicana empezó a dar clases en Sheffield, otra universidad de ese país, cuando un profesor dejó su plaza. En un curso les pidió a sus estudiantes desarrollar un proyecto para ayudar a Kiron, un niño de 11 años con parálisis cerebral. “No podía hablar, moverse o escribir, que era lo que él quería. Los muchachos se apasionaron muchísimo para ayudarlo y desarrollaron un prototipo para que pudiera realizar esas actividades”. Posteriormente trabajaron con el hospital de niños de esa ciudad, ayudando a quienes tenían “huesos de cristal”, es decir, que se fracturan con facilidad. “Mis alumnos diseñaron un aparato para ayudar a que los niños pudieran caminar. Este producto lo desarrollaron y lo aprobaron médicamente y ahora está en todas las instituciones médicas de Estados Unidos”.

Elena estudió Ingeniería Mecánica en la Universidad Autónoma de Nuevo León. “No soy una persona que venga de clase rica, que haya tenido dinero, que haya estudiado en universidades privadas. Toda mi vida ha sido trabajo”.

Cuando empezó a buscar empleo, notó que en muchas empresas preferían trabajadores varones. La ingeniera no desistió, mandó su currículo y ganó el puesto. Por eso, para ella es muy importante que en su nueva universidad haya igualdad. “Queremos tener 50% mujeres y 50% hombres”.

Elena llegó a Inglaterra para estudiar una maestría. Unos meses antes de que se acabara su beca, aplicó para una oferta laboral en Sheffield. Aunque compitió contra muchos nativos nunca se sintió menos capaz. Al principio, le ofrecieron un trabajo temporal por un año. “Pensé que iba a estar bien para mi CV. Después de unas semanas, mi jefe me dice: una profesora va a dejar una clase ¿Tú la puedes dar?”.

“Empecé a dar clases, como me las habían dado en Monterrey; y aquí, en Inglaterra, se daban igual. Pero yo me di cuenta de que a pesar de haber sido una buena estudiante, yo me sentí un ingeniero hasta que entré a la industria”, por eso la mexicana se acercó a los hospitales y buscó clientes que requirieran los servicios de sus estudiantes.