CIUDAD DE MÉXICO, 3 de octubre (AP).- El Ejército mexicano –la última línea de defensa contra la violencia de las bandas delictivas– se las ve en figurillas para llevar a la práctica el deseo del Presidente Andrés Manuel López Obrador de evitar confrontaciones en la lucha contra organizaciones que son cada vez más agresivas y que a menudo usan a la gente como escudo.
López Obrador le dio al Ejército un papel mucho más prominente que el que ha tenido en décadas, pero al mismo tiempo ordenó evitar bajas civiles. En los últimos meses, las patrullas han sido maltratadas, desarmadas y humilladas por la población. Pero la paciencia del Ejército parece estar llegando a su fin y los soldados han disparado al aire en enfrentamientos recientes.
El tema cobró prominencia hace poco cuando una patrulla abocada a la erradicación de cosechas ilegales fue emboscada en el estado sureño de Guerrero y tres soldados murieron.
Otros gobiernos hubieran llenado la zona de soldados, pero López Obrador insistió en que quería evitar enfrentamientos armados. Si hay algo que no quiere que suceda durante su Gobierno es matanzas del Ejército como las que han ocurrido en el pasado en México.
Todo esto plantea un dilema al Ejército: Los cárteles de las drogas y otras bandas delictivas están usando como escudos humanos a lugareños armados con piedras y garrotes, y el Ejército no logra controlar estas situaciones usando armas no letales, como gases lacrimógenos y lasers.
Surge así una dura prueba al eslogan de la campaña presidencial “abrazos, no balazos” como fórmula para hacer frente a la violencia, parte de un ambicioso plan para ayudar al país a recuperar sus valores morales, que López Obrador describe como la “Cuarta Transformación”. La compara con el movimiento por la Independencia de 1810, el movimiento liberal de 1857 y la Revolución de 1910.
Una y otra vez, multitudes de personas, a menudo pagadas por delincuentes, han enfrentado a los soldados y a infantes de marina, que no responden a su hostigamiento. En mayo circuló un video de un escuadrón de media docena de soldados que eran secuestrados y desarmados por elementos asociados a una banda del occidente de México. Los soldados son empujados e insultados hasta que aceptan devolver un rifle de francotirador calibre .50 que había sido confiscado por una patrulla previa.
Si bien algunos consideraron esto una humillación, López Obrador invitó a los soldados a su despacho y los felicitó por mantener la cabeza fría y no abrir fuego.
“No queremos una paz lograda con autoritarismo, con el uso de la fuerza, no queremos una paz de los sepulcros. Queremos una paz que se origine con la impartición de la justicia”, dijo López Obrador, quien asumió la presidencia el 1ro de diciembre con la promesa de reducir los elevados niveles de violencia y de abusos a los derechos humanos en el marco de una guerra militarizada contra el narcotráfico. “Le tengo mucha confianza a los jóvenes… Nunca más se les dará la espalda, los vamos a abrazar, a proteger” ofreciendo trabajos, programas de capacitación y becas para evitar que sean reclutados por las bandas.