CIUDAD DE MEXICO, 10 de febrero (la Política Online).- No es un tema menor. En las últimas semanas empezó a escalar el conflicto entre el Gobierno de AMLO y la eléctrica Iberdrola.
El Ejecutivo tiene la intención de revisar los contratos de la Comisión Federal de Electricidad con la multinacional española, primer productor privado de energía en el país con una inversión prevista de hasta 5,000 millones de dólares en México hasta el 2022.
Según ha podido saber por fuentes cercanas a Presidencia, en Palacio Nacional están convencidos de llevar a cabo estas actuaciones contra Iberdrola, ya que consideran injusta la relación actual con la CFE. Los motivos de la animadversión son principalmente tres.
El primer punto de fricción es político. El Gobierno considera que la empresa es muy cercana a administraciones anteriores, principalmente a la del panista Felipe Calderón, que puso los mimbres para lograr una situación privilegiada en México.
El segundo, económico. Iberdrola tiene muchos contratos con la CFE en las dos direcciones cuyos términos no satisfacen al Presidente. El argumento es que paga poco y se está enriqueciendo a costa de México. Iberdrola le vende a la CFE más del 70% de la electricidad que produce (según datos de El Financiero) y le compra gas natural para 4 de sus centrales.
De hecho, el último gran contrato lo firmaron el pasado mes de septiembre y establece que Iberdrola pagará 4,000 millones de dólares por el suministro de gas durante 24 años a su nueva central de ciclo combinado El Carmen, en Nuevo León, que debería entrar en funcionamiento el próximo otoño.
Esta mañana, en su conferencia matutina, el Presidente volvió a hacer referencia al coste que supone comprar energía a empresas particulares extranjeras.
Finalmente está el motivo estratégico. Al Presidente Andrés López Obrador le preocupa que una empresa extranjera tenga bajo su control el 20% de la producción eléctrica nacional porque considera que en caso de darse una crisis podría tener problemas para garantizar el abastecimiento. Además, esta posición dominante de un privado chirría con su modelo de una CFE poderosa.
La animadversión viene de lejos aunque en los últimos días saltó a la arena pública tras las declaraciones del AMLO que cuestionaban la presencia del ex presidente Felipe Calderón en el consejo de Avangrid, filial en Estados Unidos de Iberdrola. Un ataque frontal que abría la puerta al primer gran conflicto con una compañía extranjera y se produce apenas una semana después de la visita del presidente español Pedro Sánchez.
Más dudas hay sobre el escenario próximo, pero según las fuentes del sector energético consultadas la estrategia del Gobierno pasaría por forzar a Iberdrola a revisar los contratos y rebajar (habrá que ver hasta qué punto) sus márgenes de beneficio.
Lo que parece claro es que el conflicto directo presenta serias desventajas para las dos partes. Una guerra con México sería muy perjudicial para el valor de la acción debido al gran volumen del negocio de Iberdrola en este país (17 plantas en funcionamiento y 8 en construcción). Del otro lado, si la CFE quiere producir la parte que ahora le compra a Iberdrola tendrá que gastar más, pues tiene un coste de producción mayor.
Una clave para la resolución del conflicto pasa por la figura del máximo líder de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, “una de las mejores cabezas de la empresa en España”, según comentarios de la delegación empresarial española que acompañó la semana pasada a Pedro Sánchez en su visita oficial. Sánchez Galán se mueve bien en terrenos complicados (le ganó la batalla a Florentino Pérez por el control de la compañía) y es previsible que tome las riendas del conflicto en México.
La semana que viene se despejarán algunas incógnitas cuando el director de la CFE, Manuel Bartlett, presente el Plan Nacional de Electricidad.