México

Despliegue amenaza una 'gran industria”

TAPAC7ULA, CHIAPAS, 22 de junio.- Las balsas, hechas de tablones de madera apoyadas en dos cámaras de hule, flotan de un lado a otro, guiadas por ‘camareros’ que empujan bastones hasta que toquen lo profundo del lecho del río Suchiate para guiar sus barcos en una recreación áspera de los gondoleros venecianos.

La carga depende de la dirección. De México a Guatemala, generalmente se transportan latas de aceite de cocina o bolsas de arroz, cajas de cerveza y cartones de huevos. La mayoría de la gente va en dirección contraria, con la mira puesta en llegar a Estados Unidos.

Todos estos viajes, técnicamente hablando, son ilegales, pero los funcionarios de aduanas e inmigración en el puente internacional nunca prestaron mucha atención a los cruces, lo que permitió que esta actividad se convirtiera en la ‘piedra angular’ de una economía próspera en una región empobrecida del Suchiate.

El posible punto final de los cruce llegó la semana pasada, con el arribo de miles de elementos de la Guardia Nacional que el presidente Andrés Manuel López Obrador está enviando a la Frontera Sur de México.

“Los soldados vinieron con sus M-16 y nos dijeron que no querían que trabajáramos”, afirmó un hombre de 31 años que se hace llamar Roster. Se ha estado ganando la vida con su balsa durante más de una década y al igual que los cientos de otros ‘camareros’ él puede ganar hasta 39 dólares por día, una cantidad bastante decente en Ciudad Hidalgo, una comunidad de aproximadamente 15 mil habitantes que se extiende desde el río.

La nueva ‘demostración de fuerza’ en la frontera tiene como objetivo frenar el flujo de migrantes que escapan de la violencia y la pobreza en Centroamérica para apaciguar al presidente de Estado Unidos, Donald Trump, después de que este amenazara con aplicar aranceles a mercancías mexicanas como una forma de ‘castigar’ el fallido control migratorio por parte del Gobierno local.

Pero los efectos secundarios de la medida podrían ser devastadores para el estado de Chiapas, uno de los más pobres de México, y para el distrito administrativo de San Marcos, en el suroeste de Guatemala, donde casi dos tercios de las personas viven en la pobreza.

Una red de proveedores y mensajeros que pedalean triciclos en el lado mexicano mantiene a los ‘camareros’ surtidos con productos que no están disponibles o son demasiado caros en Guatemala: detergente Ace, crema para la piel Nivea, café instantáneo Nescafé, mayonesa, bebidas nutricionales PediaSure, papel higiénico, especias McCormick y más. Las balsas llegan incluso a transportar lavadoras.

Si bien el comercio en el Suchiate ha existido por generaciones, alcanzó un pico considerable en los últimos cinco años, ya que el peso mexicano perdió un tercio de su valor frente al quetzal guatemalteco. No hay estadísticas oficiales sobre el valor del comercio pero, según los lugareños, es quizás el único y más grande negocio de la región.

“Esta industria mantiene a los triciclos, a los operadores de balsas, a los taxis, a los autobuses, todo el mundo vive de esto. ¿Qué pasará si desaparece?”, enfatizó Bertha Alicia Fuentes, de 71 años, quien ha estado administrando tiendita en Ciudad Hidalgo durante cuatro décadas, vendiendo principalmente yogurt y leche que es exportada a Guatemala por el río.

“Olvídalo, todos seríamos pobres, la mercancía necesita seguir fluyendo”, exclamó mientras sacudía la cabeza y levantaba las manos con exasperación.

“Entendemos que cumplen con su deber”

López Obrador reconoció en su conferencia matutina del 14 de junio que existen 68 cruces en las más de 700 millas de la frontera con Guatemala y Belice que no son vigilados, situación que prometió cambiar.

Maximiliano Reyes, subsecretario de relaciones exteriores para América Latina y el Caribe, señaló en un reciente viaje al área que las balsas del Suchiate “son uno de los puntos principales de la inmigración irregular” y que son “algo que tendremos que revisar”, mientras que Francisco Garduño, el nuevo titular del Instituto Nacional de Migración (INM), fue más allá al asegurar que el tráfico de las balsas será detenido.

Rooster, quien se negó a dar su nombre por temor a represalias, explicó que entiende a qué se enfrentan el presidente y las tropas. “Los soldados son trabajadores, al igual que nosotros, y tienen que cumplir con su deber, y López Obrador hizo lo que tenía que hacer” bajo la presión de Trump.

Sin embargo, lo que los responsables de la materia migratoria mexicana quizás no entiendan es el verdadero impacto de patrullar la frontera con Guatemala.

“Este pueblo y Tapachula estarían en la bancarrota, la mayoría de las personas que compran allí son guatemaltecos”, apuntó.

Las tiendas en la cercana Tapachula, una ciudad de más de 300 mil habitantes y que es la más grande de las cercanas a la frontera sur, podrían verse afectadas. Negocios como Walmart, Sam’s Club y Chedraui, todos populares entre los guatemaltecos que pueden pagar el viaje en balsa, resentirían los efectos del patrullaje.

El costo de militarizar la frontera sur

La frontera de México con Guatemala ha sido porosa o incluso indefinida durante siglos, como lo demuestra el caso de Rooster, un típico residente de la región va y viene entre los dos países: es guatemalteco, pero vive del lado mexicano.

Sus padres emigraron con él a Estados Unidos cuando tenía 4 años y creció en California, donde su madre aún vive. Contó que se unió a una pandilla cuando era adolescente y fue arrestado por cargos de posesión de drogas y deportado cuando tenía 20 años.

Roster cambia sin ningún problema entre el inglés y el español. Tiene un hijo de 9 años con su esposa mexicana que, aseguró, voto por López Obrador. Ella mira religiosamente las ‘mañaneras’ del presidente.

Ambos están a favor de las pensiones a los adultos mayores y las becas para los estudiantes impulsadas por el presidente de México y, como muchos expertos, no confían en que las medidas anunciadas para vigilar la frontera con Guatemala vayan a funcionar.

Enrique Vidal Olascoaga, abogado del Centro de Derechos Humanos Fray Matias en Tapachula, subrayó que ve inconvenientes en la estrategia.

“Lo único que provocará una militarización de la frontera es hacer que el cruce de personas sea más peligroso y más costoso”, advirtió.

Maynor Guillen, un joven delgado de 19 años proveniente de Honduras que acababa de cruzar el río, coincidió con el abogado: Guillen está haciendo su segundo intento de llegar a EU y no tiene intención de rendirse.

“He leído que van a enviar más soldados para evitar que crucemos”, expresó parado afuera de la oficina de la Comisión Mexicana de Ayuda a los Refugiados en Tapachula, “pero no tengo miedo”.

Hay preocupación en Guatemala por el futuro del comercio en el río Suchiate, a pesar de que este perjudica a las empresas de ese país y el Gobierno no cobra impuesto alguno por el contrabando de mercancías.

Si las balsas se quedan en tierra, “habrá consecuencias”, señaló Paulo de León, director económico de Business Intelligence de América Central, una firma de análisis en la ciudad de Guatemala. Muchas personas dependen de la economía de Suchiate, enfatizó, por lo que podría haber un “baño de sangre” si el cruce del río estuviera realmente cerrado.

Rooster dijo que tiene esperanzas de una solución pacífica, “pero si son enérgicos con nosotros, también nosotros lo seremos”.

(EL FINANCIERO)