MADRID, España, 20 septiembre (El Diario.es).- La proporción de superbacterias resistentes a los antibióticos ha crecido de forma significativa en las granjas de pollos y cerdos de varios países emergentes en lo que va de siglo, según muestra un nuevo estudio publicado hoy en la revista Science. Los autores identificaron China y la India como las regiones con mayores tasas de aparición de resistencias, aunque también se identificaron zonas críticas en Brasil y Kenia. “Se prevé que el aumento de la resistencia en los animales tendrá consecuencias importantes para la salud animal y, en última instancia, para la salud humana”, advierten los investigadores.
Desde el año 2000, la producción de carne se ha estabilizado en los países de ingresos altos, pero ha crecido un 68 por ciento , 64 por ciento y 40 por ciento en África, Asia y América del Sur, respectivamente. La transición a dietas ricas en carne se ha visto facilitada por la expansión de los sistemas de ganadería intensiva, en los que los antimicrobianos se utilizan para mantener la salud de los animales y mejorar la productividad. Sin embargo, en estas regiones las tendencias en la aparición de resistencias en los animales están mal documentadas.
El nuevo estudio se basó en los datos de prevalencia de patógenos comunes transmitidos por los alimentos, como la E. coli, el estafilococo áureo, las salmonelas no tifoideas o las bacterias del género Campylobacter. Según los resultados obtenidos, “entre 2000 y 2018, la proporción de antimicrobianos que mostraron una resistencia superior al 50 por ciento aumentó de 0.15 a 0.41 en pollos y de 0.13 a 0.34 en cerdos”.
Las tasas de resistencia más altas se observaron en las clases de antimicrobianos más comúnmente utilizadas en la producción animal, como las tetraciclinas, sulfonamidas y penicilinas. Entre los fármacos considerados críticos para la medicina humana, las tasas de resistencia más altas se encontraron para la ciprofloxacina y la eritromicina, mientras que para las cefalosporinas de tercera y cuarta generación se encontraron tasas de resistencia moderadas.
Las restricciones frenan la aparición de resistencias
Según el nuevo estudio, los niveles de resistencia detectados parecen reflejar en cierta medida las distintas restricciones que se han ido aplicando en cada país. Por ejemplo, en los países de ingresos bajos y medios la E. coli y las Campylobacter tenían niveles de resistencia a las quinolonas (un tipo de antimicrobiano) comparables a los niveles europeos, pero considerablemente más altos que en EE. UU., donde se prohibió el uso de este fármaco en aves de corral en 2005.
Por el contrario, en el caso de la Salmonella y la E. coli, los países de ingresos medios y bajos tienen una resistencia sustancialmente mayor a la gentamicina que en Europa, donde este compuesto está prohibido para su uso en aves de corral y ganado. “Estos resultados sugieren que las restricciones regionales sobre el uso de compuestos específicos están asociadas con tasas de resistencia a los antimicrobianos más bajas”, asegura el estudio.
Sin embargo, la aplicación de planes de control que impongan restricciones al uso de antibióticos no es fácil en muchos países de ingresos bajos y medios, debido a la demanda creciente de productos de origen animal y a “la falta de conciencia política y local, junto con la pobreza económica y la incapacidad para fortalecer sistemas como el saneamiento básico y la higiene”, asegura Moore.
Para tratar de abordar este problema, los autores del estudio proponen que los países de altos ingresos creen “un fondo mundial para subvencionar la mejora de la bioseguridad y la bioprotección en las explotaciones agrícolas”.