CIUDAD DE MEXICO, 22 de septiembre (EL UNIVERSAL).- Era octubre de 2014 y la entonces Procuraduría General de la República (PGR) tenía que dar respuestas al país sobre la desaparición, la noche del 26 y 27 de septiembre anterior, de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa, Guerrero.
En una habitación para detenidos de la SEIDO, en ese entonces encabezada por Felipe Muñoz Vázquez, estaban dos testigos colaboradores —cuya identidad y actividades con la PGR fueron corroboradas por EL UNIVERSAL—, quienes presuntamente trabajaron para Los Zetas.
—¿Cómo deshacen ustedes los cuerpos?— les preguntó el exmando de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), Tomás Zerón de Lucio, a las dos personas, cuyos nombres clave se omiten por temor a represalias, pero que colaboraron con la PGR entre 2010 y 2015 para enjuiciar a importantes capos como Miguel Ángel Treviño Morales, “El Z40”, entre otros.
- El cártel de Los Zetas deshacía los cuerpos en tambos con ácido o diesel, los meten ya desmembrados y los mueven para que se deshagan y queden solamente cenizas —respondieron ambos testigos colaboradores casi al mismo tiempo.
Eso vas a decir —le remarcó Zerón de Lucio, a lo que, según un testigo, “El Pato” respondió, casi sin aliento por los golpes propinados: “Sí, jefe, sí, jefe”.