La devastación provocada por Dorian -y el terror que provocó durante su día y medio de asedio sobre las Bahamas- se volvió más clara ayer cuando el paso de la tormenta reveló un panorama fantasmagórico y lleno de escombros de casas destrozadas e inundadas, en las islas Ábaco y Gran Bahama
NASSAU, Bahamas, 4 de septiembre (AFP/AP).- Las labores de rescate se redoblaron este miércoles en las Bahamas tras el paso del huracán Dorian, que dejó al menos 20 muertos en el archipiélago en su camino hacia la costa sureste de Estados Unidos.
El número de fallecidos por el huracán aún puede aumentar, indicó el ministro de Salud bahameño, Duane Sands, que precisó que las labores de rescate y la exploración de las casas inundadas acababan de comenzar.
La devastación provocada por Dorian -y el terror que provocó durante su día y medio de asedio sobre las Bahamas- se volvió más clara el miércoles cuando el paso de la tormenta reveló un panorama fantasmagórico y lleno de escombros de casas destrozadas e inundadas, en las islas Ábaco y Gran Bahama. La cifra oficial de muertos por el huracán más potente en azotar el archipiélago del que se tenga registro subió a 20, pero existen pocas dudas de que el número aumentará.
Mientras Dorian se abre paso cerca de la costa del sureste estadounidense y amenaza a Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte, muchas personas en las Bahamas quedaron conmocionadas después de salir lentamente de sus albergues para revisar sus casas.
En una comunidad, George Bolter se paró bajo el intenso sol y revisó las ruinas de lo que alguna vez fue su casa. Recogía el escombro intentando rescatar algo, lo que fuera. Un par de muros fue lo único que quedó en pie.
“Lo perdí todo”, dijo. “Perdí toda la ropa de mi bebé, la ropa de mi hijo. No tenemos en donde quedarnos, en donde vivir. Todo se fue”.
El Gobierno de Bahamas envió a cientos de policías y marinos a las islas afectadas, junto con médicos, enfermeros y otro personal médico, en un intento por llegar a las impactadas y empapadas víctimas y tener un panorama completo del desastre.
“Ahora mismo hay muchas incógnitas”, dijo Iram Lewis, un miembro del Parlamento. “Necesitamos ayuda”.
La Guardia Costera de Estados Unidos, la Marina Real británica y organizaciones humanitarias, incluidas Naciones Unidas y la Cruz Roja, se unieron al enorme esfuerzo de llevar comida y medicamentos a los sobrevivientes, y transportar en helicóptero a los más desesperados. El gobierno de Estados Unidos también envío equipos de búsqueda y rescate.
La tormenta categoría 5 golpeó las Bahamas con vientos de hasta 295 kilómetros por hora) y lluvias torrenciales, inundando vecindarios con aguas color marrón y destruyendo o dejando seriamente dañadas, según un cálculo, casi la mitad de las casas en Ábaco y Gran Bahama, que tienen 70,000 residentes y son conocidas por sus marinas, campos de golf y centros turísticos.
El ministro de Salud bahameño Duane Sands dijo que 17 de los fallecidos eran de las Islas ábaco y tres de Gran Bahama.
Para el miércoles por la tarde, Dorian avanzaba hacia el norte a una distancia relativamente segura de la costa de Florida con vientos reducidos, pero todavía peligrosos, de 165 kph. Se ubicaba a 245 kilómetros al sur de Charleston, Carolina del Sur, y se desplazaba con dirección noroeste a 15 km/h.
El temor era palpable en todo el archipiélago. “No tengo noticias de cinco de las 14 personas que trabajan para mí”, lamentó Robert Neher, propietario de una cabaña de pescadores en el este de la isla de Gran Bahama. “Esas personas no tienen nada, ninguna de ellas tiene seguro”, lamentó.
Dorian destruyó un 60% de Marsh Harbour, la ciudad principal de las islas Ábaco, según el primer ministro, Hubert Minnis. El aeropuerto estaba inundado y toda la zona parecía un lago.
Unas “70,000 personas necesitan ayuda inmediata” en las islas Bahamas, dijo el secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios de la ONU, Mark Lowcock.
La organización desbloqueó un millón de dólares, dijo Lowcock a periodistas a través de un contacto telefónico desde Nassau, y habló de la necesidad de proporcionar alimentos, agua, refugios y medicamentos a los afectados.
Hasta el momento se ha informado de 20 fallecidos, pero las autoridades bahameñas prevén que la cifra aumente.
El primer ministro Hubert Minnis calificó la situación como “una de las mayores crisis en la historia” del país.
“No nos quedó nada”
Imágenes aéreas muestran daños catastróficos, con centenares de viviendas sin techo, autos volcados, enormes inundaciones y escombros por todos lados.
En el aeropuerto de Nassau, abrumado por el ruido de las hélices de los helicópteros de rescate, las ambulancias aguardaban la llegada de heridos para trasladarlos a los hospitales.
“Todo lo que tenemos, que teníamos, está en esa isla”, dijo Meghan Bootle, de 21 años, una estudiante de Nassau cuya familia vive en el norte de la isla de Gran Ábaco. “No nos quedó nada.”
Stephen McAndrew, director regional adjunto para las Américas de la IFRC, afirmó que “la velocidad es esencial” para las operaciones de rescate.
“Ahora que Dorian se está alejando de las Bahamas, hay una ventana de oportunidad para salvar vidas y comenzar a aliviar el sufrimiento de estas comunidades”, agregó en un comunicado.
El presidente estadounidense, Donald Trump, aseguró que el archipiélago había solicitado ayuda a su país.
“Una gran parte de las Bahamas fue golpeada de una manera que poca gente había visto jamás”, declaró Trump. “Necesitan mucha ayuda”.
“Poderoso huracán”
Mientras los esfuerzos de rescate se aceleran, Dorian avanzaba con vientos de 175 kilómetros por hora. El huracán se desplaza en paralelo a la costa sureste de Georgia, según los meteorólogos, y debe pasar a lo largo de los estados de Carolina del Sur y Carolina del Norte entre el jueves y el viernes por la mañana.
“Es un huracán muy imprevisible, muy lento y muy potente”, advirtió Trump. “Pero estamos muy bien preparados”.
El Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami, alertó sobre una crecida de las aguas en esos estados, calificando la situación de potencialmente peligrosa.
En Folly Beach, Carolina del Sur, George Hubbard, de 41 años, dice creer que los vientos “no serán demasiado fuertes”. “Estoy más inquieto por las inundaciones”, matizó.
Las autoridades declararon el estado de emergencia en gran parte de la costa este del país. El Pentágono, en tanto, indicó que 5,000 miembros de la Guardia Nacional y 2,700 militares en servicio estaban listos para intervenir en caso de necesidad.