México

MATEHUALA, San Luis Potosí, 6 de septiembre (Gobierno de México).- Durante su gira por este municipio potosino, el Presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que “somos muy respetuosos de las libertades, porque luchamos por crear, por establecer en nuestro país una auténtica democracia, no una dictadura. Lo que queremos que es que haya una verdadera democracia y eso implica respetar la oposición, que no haya pensamiento único, que haya pluralidad y que se garanticen las libertades de todos. Eso es la democracia: libertad de asociación, libertad política, de libertad religiosa, libertad en el sentido amplio”.

No hemos tenido mucha resistencia -decía- y se ha avanzado. Ya les puedo decir sin equivocarme que no se tolera la corrupción arriba. Ya se está erradicando la corrupción y la impunidad. Claro, falta todavía que esta decisión de acabar con la corrupción baje a todo el cuerpo social, pero allá arriba cero corrupción, cero impunidad.

Y eso es muy importante, porque la corrupción que tanto ha dañado a México no se da de abajo hacia arriba. Llegaron a decir que la corrupción era parte de la cultura de nuestro pueblo. Una barbaridad, un absurdo.

La corrupción no se da de Matehuala al Zócalo, al Palacio Nacional. Aquí en las familias, en las comunidades, en los pueblos hay una gran reserva de valores culturales, morales, espirituales.

El fenómeno de la corrupción se da de arriba para abajo. Por eso no nos está costando mucho trabajo barrer la corrupción, porque lo estamos haciendo de arriba para abajo, como se barren las escaleras.

Si los servidores públicos de arriba son corruptos, pues no hay remedio, dan el mal ejemplo; si el presidente es corrupto, pues van a tener la misma tentación todos los servidores públicos.

¿Y qué ganamos con el hecho de que no haya corrupción en el país?, porque pueden decir que eso es una entelequia, es teórico, pero ¿en qué ayuda eso?

Ayuda muchísimo porque la corrupción es el principal problema de México, es el cáncer. Por la corrupción hay esta monstruosa desigualdad económica y social, en donde unos cuántos lo tienen todo y la mayoría carece hasta de lo más indispensable.

Por la corrupción se desató la inseguridad y la violencia. Está demostrado que en los países donde no hay corrupción no hay pobreza, no hay inseguridad, no hay violencia. Suecia, Dinamarca, Noruega no tienen corrupción. Habla uno con un noruego, con una gente de Dinamarca y no alcanzan a comprender, a entender del porqué de la corrupción en México, no es parte de su idiosincrasia.

Entonces, tenemos que acabar con la corrupción. Esto lo he sostenido por muchos años, porque no se estudiaba en las universidades, en la academia. Cuando yo estudié ciencias sociales lo que nos enseñaban -entre otras teorías- era que la pobreza tenía que ver con la explotación del burgués al proletario, que el dueño de los medios de producción, es decir, el empresario, explotaba al trabajador y obtenía muchas ganancias -a eso se le llama en las ciencias sociales plusvalía- y que así se iba acumulando el capital, así se obtenía la riqueza.

Bueno, pero eso no aplica del todo a la realidad mexicana, porque así no fue aquí. Aquí los grandes capitales se fueron haciendo al amparo del poder público mediante la corrupción. Eso fue lo que produjo, repito, esta lamentable desigualdad económica y social.

Llegamos a tener el cuarto lugar en multimillonarios en el mundo, sólo superados por Estados Unidos, por Japón y por Alemania.

¿Cuándo se dio esto?, cuando terminó el gobierno de Salinas, que había entregado los bienes del pueblo, de la nación a particulares; entonces, sí hace mucho daño la corrupción.

También nos hicieron creer que la corrupción era la mordida, no; los grandes negocios hechos al amparo del poder público se hacen arriba. Y no son mordidas, son tarascadas.

Por eso es que es importante acabar con la corrupción, no sólo por razones de índole moral, sino que imagínense cuánto se ahorra si no hay corrupción. r