El grupo estadounidense Johnson & Johnson anunció que en la segunda mitad de julio comenzarán el primer ensayo en humanos en Estados Unidos y Bélgica
NUEVA YORK, EE. UU., 10 de junio (EFE).- El grupo estadounidense Johnson & Johnson anunció este miércoles que comenzará ensayos en humanos para una vacuna del coronavirus en la segunda mitad de julio, adelantando sus planes iniciales, que preveían hacerlo en septiembre.
En un comunicado, la empresa explicó que ha sido posible “acelerar el desarrollo clínico” del producto gracias a los buenos datos obtenidos hasta ahora con él y a los contactos con los reguladores.
En este primer ensayo en humanos, la vacuna se probará con 1,045 adultos sanos de entre 18 y 55 años, así como en personas de más de 65 años, y se llevará a cabo en Estados Unidos y Bélgica.
La empresa informó además que está en discusiones con los reguladores para adelantar también la siguiente fase de las pruebas, para la que por ahora no hay una fecha anunciada.
Mientras tanto, la multinacional con sede en New Brunswick (Nueva Jersey, EE.UU.) explicó que está aumentando su capacidad de producción y en discusiones con socios en todo el mundo para asegurar acceso a la vacuna a nivel global.
Si la vacuna es segura y efectiva, Johnson & Johnson tiene el objetivo de suministrar más de 1,000 millones de dosis durante 2021.
Actualmente, están en desarrollo al menos 124 vacunas para el COVID-19, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y al menos una decena de ellas están ya en fase de ensayos clínicos.
Las principales corporaciones farmacéuticas que trabajan en el desarrollo de vacunas para el coronavirus se han comprometido a no buscar ganancias mientras dure la pandemia.
En total, se han registrado en el mundo más de siete millones de casos de coronavirus, según la OMS, con más de 404.396 fallecimientos confirmados por esta organización a fecha del 9 de junio.
Matemático halla ‘talón de Aquiles’ del COVID-19
El matemático y experto en sistemas complejos de la Fundación ARAID de la Universidad de Zaragoza, Ernesto Estrada, ha descubierto un talón de Aquiles al SARS-CoV-2, el virus causante de la pandemia por COVID-19, que abre una vía a inhibidores y nuevos fármacos.
Mientras muchos investigadores están estudiando modelos epidemiológicos para predecir su propagación, Estrada decidió centrarse en encontrar objetivos dentro del SARS-CoV-2 para que nuevos fármacos ataquen. Por su trabajo previo, sabía que la principal proteasa del virus, una enzima encargada del procesamiento proteolítico de las poliproteínas, es un objetivo excelente.
En la revista ‘Chaos’, Estrada explica que cuando él y sus colegas descubrieron un aumento drástico en la sensibilidad de la proteasa principal del SARS-CoV-2 a pequeñas perturbaciones, les hizo sospechar que los inhibidores tienen un papel que desempeñar en cómo matar al virus.
Los inhibidores son moléculas orgánicas, medicamentos o nuevos compuestos químicos que se unen al sitio de unión de una proteasa para inhibir su trabajo. Un virus morirá sin una enzima proteolítica que trabaje para él.
Me di cuenta de que los químicos ya habían encontrado algunos inhibidores potentes de la proteasa principal del SARS-CoV-2, y que habían resuelto la estructura de esta proteína a través de la cristalografía de rayos X —recuerda—. Fue impactante ver que esta proteasa es muy similar a la del coronavirus SARS, que produjo la epidemia de 2003, SARS-CoV-1”.
Cuando los investigadores superpusieron ambas estructuras una encima de la otra, coincidieron casi a la perfección. “Si alineas las secuencias de aminoácidos de ambas proteasas, solo hay 12 de 306 residuos que no coinciden —señala—. ¿Hay algo oculto detrás de estas similitudes aparentes entre las dos proteasas? ¿Podemos aprender algo de ellas para mejorar el diseño de medicamentos contra el virus?”.
El grupo de Estrada tiene una amplia experiencia en el análisis de redes, como las redes sociales, Internet o las cadenas alimentarias entre especies dentro de un entorno, y decidió tratar una proteína como red.
Se llaman redes de residuos de proteínas, donde representamos a cada aminoácido como un nodo, y la interacción entre dos aminoácidos está representada por un enlace entre los dos”, explica.