La presencia del ejército en tareas de seguridad pública ha sido una estrategia recurrente en varios países de América Latina, incluido México.
En los últimos años, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ha desempeñado un papel cada vez más prominente en las labores de seguridad, particularmente bajo la administración actual.
Pero, ¿cuál ha sido el impacto de esta medida en la seguridad del país?
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Evaluación del rol del Ejército en la seguridad pública
En México, el aumento en el despliegue del Ejército para combatir la inseguridad ha sido significativo. Según informes, esta medida no solo incluye labores de patrullaje sino también la participación en proyectos de infraestructura y otras áreas civiles.
A pesar de la intensificación de las tareas del ejército en la seguridad, los niveles de violencia han continuado escalando en varias regiones.
La militarización de la seguridad pública presenta tanto ventajas como desafíos.
Por un lado, el ejército mexicano ha sido visto como una fuerza capaz de enfrentar directamente a grupos del crimen organizado, ofreciendo una respuesta inmediata donde las capacidades policiales son limitadas.
Por otro lado, la participación militar en labores de seguridad civil ha levantado preocupaciones sobre posibles violaciones a los derechos humanos y la adecuada formación en técnicas de seguridad ciudadana, según expertos del Banco Interamericano de Desarrollo.
Impacto comparativo en otros países
La experiencia de otros países en América Latina muestra resultados mixtos.
La militarización ha tenido éxito en algunos contextos al proporcionar soluciones a corto plazo en áreas críticas.
Sin embargo, estudios sugieren que el uso prolongado del ejército en tareas de seguridad puede generar dependencia de las fuerzas armadas y erosionar las instituciones civiles de seguridad, además de no abordar las causas subyacentes de la inseguridad.
En nuestro país, la dependencia del Ejército para tareas de seguridad ha ido en aumento.
Datos indican que mientras el ejército participa activamente en la seguridad pública, los indicadores de violencia, como homicidios y secuestros, no muestran una disminución correspondiente.
Esto plantea interrogantes sobre la efectividad de esta estrategia a largo plazo.
La discusión sobre la utilización del ejército en la seguridad pública sigue siendo relevante y necesaria.
Mientras algunos sectores de la población ven esta estrategia como un mal necesario ante la urgencia de la inseguridad, otros advierten sobre los riesgos de socavar la gobernanza civil y los principios democráticos.
La búsqueda de un equilibrio entre la seguridad inmediata y el respeto a los derechos fundamentales continúa siendo un desafío crucial para México y otros países en situaciones similares.
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