Pedro UC, representante de la Asamblea de Defensores del Territorio Maya “Múuch Xíinbal”, consideró que en el proyecto del Tren Maya en Yucatán, si bien registra algunos avances (10 por ciento), no son los que el Gobierno Federal hubiera querido. Sin embargo, consideró que se han registrado graves violaciones al medio ambiente y a los pueblos originarios, además de que hay una estrategia de información diseñada para generar confusión entre la gente.
“Tenemos que tomar en cuenta que es el proyecto estrella del presidente Andrés Manuel López Obrador y le ha mostrado tanto interés, en el sentido de que cada vez que se nos otorgaba una suspensión temporal o definitiva por los amparos, ha venido y ha urgido a los que encabezan la construcción a que sea esto más rápido. Es más, dijo que si fuera necesario tendría que estar viniendo hasta cada 15 días”, expuso.
El representante de la agrupación señaló que, si bien hay avances, no son los que el Gobierno Federal hubiera querido, pero lo grave es que hay muchas situaciones de violación de derechos.
En ese tenor, expuso que estas trasgresiones tienen que ver con amenazas, desplazamiento de su territorio, daño ambiental, entre otras.
“No sabemos qué está pasando, porque hay poca gente que se atreve a decir lo que ve, por miedo o precaución, a que le quiten el trabajo o afecten a su familia”, expuso.
El activista declaró que la relevancia de este proyecto va más allá de lo local, porque aseguró que el Tren Maya responde más bien al capitalismo global.
“Rebasa por mucho la decisión personal del Presidente, porque debe haber intereses muy grandes que lo empujan a hacer eso. No es el proyecto de López Obrador, sino que viene desde hace mucho tiempo, cuando Ivonne Ortega lanzó la idea del Tren Bala y luego que el Tren Transpeninsular, en el marco del Plan Puebla Panamá”, dijo.
“Entonces, esta situación no es un capricho del mandatario y menos que esté pensando el desarrollo del Sureste, para que los habitantes originarios puedan salir del abandono, la marginación y la pobreza. La gente que dice eso es por tres razones: porque no tiene la información, porque cree ciegamente en el Presidente o porque resultarán beneficiados en el asunto. Pero los que tratamos de ver objetivamente lo que estanos pasando, nos damos cuenta de que hay un interés muy grande de grandes empresas, de dinero, del tema global, no es una cosa pequeña”, señaló Uc.
En este sentido, manifestó que se busca una justificación para el proyecto, que está acorde a la legitimidad que tiene el titular del Ejecutivo federal y las instituciones responden a la misma lógica, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), incluso el Poder Judicial.
“Por ejemplo, ¿por qué el Poder Judicial no reivindica la decisión que ha tomado sobre las suspensiones temporales? Porque es un asunto que va más allá, que si fuera un tema de casa ya lo hubieran arreglado”, manifestó el activista.
“Pero el problema es que nosotros no podemos consentir eso, porque resultamos dañados. Es sencillo: que te lleven el desarrollo así en tu casa, que te dan trabajo, que no es real ni suma a lo que tenemos. El tema es que me quitan mi tierra, destruyen lo que tengo y va venir otra gente a ocuparla, para hacer otra vida y transformar esto en otra cosa que es eliminar, limpiar y barrer a los que no producimos en el mundo capitalista industrial”, expuso.
En este sentido, Pedro Uc señaló que con la amplitud del problema también se debe ampliar la resistencia, para que sea global.
“Si, esto del Tren Maya es un proyecto que nos está aplastando, como en otras regiones del tercer mundo sucede. También hay que globalizar la denuncia para tratar de conservar la forma de vivir”, aseguró.
Insistió en que este tema tiene que ver con un plan estratégicamente diseñado por el mismo estado, “para confundirnos y que se brinquen los derechos humanos, indígenas, para que así puedan hacer que funcione. Eso es lo que la gente no entiende, porque es víctima de la desinformación de los medios comprados por el estado”.
Asimismo, expuso que, como sucedió en Kimbilá que vendieron sus tierras recientemente al Tren Maya, este proyecto se aprovecha de los ejidatarios, porque la mayoría va de los 40 a los 60 y 80 años, además de parte de la gente no habla el español con fluidez, quienes tienden a ser víctimas del control que los gobiernos han ejercido a través de prebendas.
“Ellos creen que es lo mismo, que llega un partido, regala dinero. No se dan cuenta que es el fin de la cultura maya, la estocada última que vamos a sufrir. Un botón de muestra es la lengua que se ha estado perdiendo, porque nos persiguen, nos encarcelan, nos acosan a los que la hablamos. El problema de Kimbilá es igual que muchas otras comunidades”, dijo.
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JG