Michael Vázquez Montes de Oca
Economía Popular
Acaba de celebrarse el Día Mundial de la Alimentación y eso provoca algunas reflexiones. El hambre es la sensación que indica la carestía de alimentos, que pueden satisfacer, pero no aportar los requerimientos indispensables y no debe confundirse con el apetito o deseo de comer, ni con la desnutrición. Quizás ninguna persona ha dejado de sentir su efecto en el día a día, pero eso se convierte en insoportable cuando se prolonga.
Tras un descenso durante más de una década, parece estar extendiéndose y según la ONU afecta a 1,500 millones de seres humanos, pero oculta decir que se puede morir por desnutrición, porque hay mafias que les quitan sustancias a los alimentos y los envenenan. Monsanto y otras empresas multinacionales se encargan de ello, la tierra está en estado de coma, por estar saturada de monocultivos y de agro tóxicos que enferman a los humanos, los fertilizantes que esas empresas comercializan para los productos transgénicos (modificados en su ADN) sacian, pero no nutren, lo que sucede igual con la carne animal, leche y huevos, saturados de antibióticos y hormonas.
Según un informe de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se produce suficiente para todos, sin embargo, 815 millones padecen hambre (11% de la población mundial) y unos 124 millones de 51 países soportaron inseguridad alimentaria aguda en 2017 (11 más que en el año precedente). También recoge que las producciones de cereales se incrementaron y se pierden o desperdician un tercio de los producidos para el consumo humano, 30% de los terrenos cultivables, agua y otros recursos.
Los actuales niveles advierten que reducirlos a cero para el 2030, es casi imposible, el 2017 marcó un retroceso al registrarse 38 millones más en el ejército de los hambrientos comparado con el 2016.
Según sus previsiones, para el 2050 la población aumentará un 29% (2 mil millones de habitantes) y la producción tendrá que extenderse en un 50%, incluidas las proteínas; sólo el pescado deberá crecer entre un 32 y un 78% y los actuales recursos pesqueros no compensan una demanda tan alta; el agotamiento de las reservas puede llevar a que los estados priven de recursos a sus vecinos más débiles.
La propia FAO señala que las distintas formas de malnutrición siguen siendo un motivo de preocupación, alertó que son inaceptablemente elevadas en algunas regiones y de mantenerse el ritmo actual, el objetivo de menguar el retraso del crecimiento infantil para el 2030 será una quimera. A pesar de que bajó del 29,5% al 22,9% entre 2005 y 2016, la sufren 155 millones de niños menores de cinco años, amenaza la vida de casi otros 52 millones y afecta a uno de cada tres entes en el planeta, lo que acrecienta el riesgo de disminución de la capacidad cognitiva, menor rendimiento en la escuela y el trabajo y muerte por infecciones; destacándose Asia meridional con una elevada prevalencia del 15.4%, Asia sudoriental un porcentaje cercano al 9% y aunque es algo más baja en África, está por encima de la meta.
Las estimaciones de 2016 indican que la anemia perturba al 33% de las mujeres en edad fértil (unos 613 millones). En África y en Asia, es superior al 35% y los progresos realizados para lograr reducirla a la mitad para 2025 están lejos de cumplirse.
* La pobreza en América Latina y el Caribe subió de 168 millones de personas en el 2014 a 178 millones en 2015, para llegar a 186 millones en el 2016 y aflige al 46.7% de mujeres, niños y adolescentes, en tanto la extrema escaló del 8.2% en el 2014 al 10% en 2016 (61 millones) y el número de hambrientos se extendió en 2,4 millones del 2015 al 2016.
* La competencia por la tierra y el agua es un posible desencadenante de conflictos, puesto que la pérdida de ellas y recursos de subsistencia, el empeoramiento de las condiciones laborales y la degradación ambiental aquejan negativamente a los medios de vida de los hogares y las comunidades. Algunas fuentes calculan que, en los últimos 60 años, el 40% de las guerras civiles han estado relacionadas con los recursos naturales y desde el año 2000, aproximadamente el 48% en África.
A lo largo del último decenio, se han ampliado considerablemente las conflagraciones vinculadas con la incertidumbre alimentaria y se mantienen como el principal origen en 18 naciones (15 ubicadas en África o en Oriente Medio, donde habita el 60 por ciento de los 74 millones que la padecen), perturbando en mayor medida a las comunidades rurales y con impacto negativo en la producción. Las confrontaciones generan condiciones de hambruna en el norte de Nigeria, Sudán del Sur y Yemen, así como hambruna generalizada en Afganistán, República Centroafricana, República Democrática del Congo y Siria.
Los desastres climáticos son determinantes en la acentuación de crisis, sobre todo las sequías prolongadas y con frecuencia inciden la combinación de las pugnas (en algunos casos por la competencia por los recursos naturales), con los fenómenos climáticos extremos y los altos precios de los alimentos básicos.
El 82 por ciento de la riqueza generada el año pasado fue a parar a los bolsillos de 74 millones de personas, que equivalen al 1 por ciento más rico de la población del orbe, 3700 millones que no recibieron ningún tipo de beneficio del avance económico y la riqueza acumulada por 42 es igual a lo que poseen, otra vez, 3700 millones, en tanto, unos 4300 millones viven en una penuria debilitadora, la mitad no tiene acceso a suficientes provisiones.
El profesor Jason Hickel, experto en desarrollo global, expresa que con los volúmenes actuales de consumo se está excediendo la capacidad ecológica del planeta en un 60% anual y si los países pobres acrecentaran su consumo, ello solo empujaría más al desastre, a menos que los ricos empezaran a consumir menos y referencia un estudio del economista David Woodward que expone que, dado el existente modelo económico, no se puede erradicar la pobreza, calculando que llevaría 207 años.
La humanidad se enfrenta a una situación nutricional grave. La seguridad alimentaria es una condición compleja que requiere un análisis integral de todas las formas de malnutrición, la productividad, los ingresos de los pequeños productores, los sistemas de producción y el uso sostenible de la biodiversidad y los recursos genéticos.
A poco menos de 12 años del límite aprobado por las Naciones Unidas hacia la consecución de los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, se requiere de políticas sólidas que protejan a todos. No sólo están en juego metas internacionales justas, también lo está la especie, urgida de la voluntad de cada gobierno y del auto compromiso para demostrar que la Generación Hambre Cero es posible, además de ser digno y legítimo y un deber colectivo construirla.
Varios desafíos activan las alarmas en busca de articular esfuerzos, propiciar alianzas en un frente común y cerrar las grietas que atentan contra el logro de los objetivos, exige repensar las labores cotidianas para corregir el rumbo ulterior. Con el tema: “Nuestras acciones son nuestro futuro. Un mundo Hambre Cero para 2030 es posible”, se hace un llamado para generar los cambios que se precisan, que reconozcan y privilegien los derechos a la alimentación, su seguridad y nutrición.
Desterrar el hambre implica, necesariamente, eliminar las brechas de la desigualdad, máxime cuando se produce suficiente para todos los estómagos del globo terráqueo y una parte importante no puede acceder debido a múltiples factores y se siguen desperdiciando o perdiendo para el consumo humano; un hecho impermisible y con elevado costo social, económico y ambiental. La ruta para erradicarla apunta a la solución de las disparidades sociales, acentuadas por la concentración de la riqueza en una minoría.
La palabra hambre no se refiere sólo al cuerpo físico, porque se tienen otras necesidades que satisfacer de paz, de amor, de justicia, de ser tratado con igualdad de derechos y oportunidades. El hombre puede saciar sus escaseces físicas de víveres, lo que no puede saciar es la otra hambre, pues desea tener abrigo, zapatos, juguetes, estudiar, televisión, un ventilador, en fin, vivir como todos y como es un animal dotado de razón, se contiene ante la adversidad, pero cuando son muchas y no se retribuyen, puede llegar a robar o matar para conseguir lo que anhela o, de manera organizada, trabajar para dirigirse a un orden social superior, a un mundo mejor, al SOCIALISMO.