Opinión

Guillermo Fabela Quiñones

Es un hecho incuestionable el riesgo que corre el nuevo régimen de ser infiltrado por la derecha, mediante el recurso fácil de entrar por la puerta del partido que hizo posible ganar las elecciones federales del año pasado. En muchas partes del país se está observando cómo políticos reaccionarios, con muchos años de militancia en los partidos de la derecha, son recibidos en Morena sin que tengan que pasar por ninguna prueba ni llenar requisito alguno, simple y llanamente se ponen de acuerdo con la dirigencia estatal.

Es preciso tener un elemental sentido autocrítico para no dar margen a sorpresas previamente anunciadas, como sería el caso si el partido que fundó el presidente Andrés Manuel López Obrador queda en manos de los personeros de la élite tecnocrática, bajo el disfraz de ser “políticos progresistas”, pero de la noche a la mañana. Es obvio que llegan para frenar la Cuarta Transformación de la República, con la complicidad de gente del partido que se coló anticipadamente, no por afinidad con el proyecto del actual mandatario sino con el de crearle problemas internos.

Ni qué decir tiene que López Obrador necesita una plataforma política, para facilitar las tácticas y estrategias necesarias en la etapa del enfrentamiento directo con intereses creados de enorme poderío. Es fundamental, desde luego, el apoyo de las masas como el que actualmente tiene. Sin embargo, no es suficiente para encauzar el proyecto de nación que sólo podrá consolidarse con una organización política bien cimentada para darle dirección y fortaleza a la fuerza que representa la sociedad mayoritaria.

La derecha no va a descansar ni mucho menos rendirse, como lo demuestra el protagonismo del PAN, cuyos dirigentes se consideran los herederos del viejo régimen ante en colapso del PRI. Los esposos Calderón, con asombroso cinismo quieren fundar un nuevo “partido”, a sabiendas del repudio que recibirán de la gente. Lo importante para ellos y sus patrocinadores es contar con una plataforma política que les permita hacer trabajo sucio contra López Obrador.

Vicente Fox no frena su protagonismo, porque considera que la mejor defensa es el ataque. Con todo y su vitriólico empuje, no avanza en sus intentonas desestabilizadoras por la magnitud de su fracaso como ex presidente. De ahí que él mismo, y los esposos Calderón, estén sembrando el camino para ser conducidos al debido proceso por todo lo que se descubre ahora que el Ejecutivo tiene acceso a la información. Fox pudo haber evitado el robo de combustibles, de haber aprobado la compra del producto químico que marca las gasolinas. No lo hizo, con el apoyo del entonces presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

La derecha tiene como as bajo la manga la neutralización de Morena, para que en tres años sea un nuevo PRD, y en la próxima Legislatura López Obrador no cuente con los votos suficientes y su proyecto quede en una entelequia. De ahí el imperativo de que el partido del presidente de la República se fortalezca y consolide, no sólo en cuanto al número de militantes sino en el aspecto ideológico y de compromiso con la Cuarta Transformación de la República.

(guillermo.favela@hotmail.com)

Twitter: @VivaVilla_23