Por Ariel Juárez García
En un informe publicado por la academia estadounidense del FBI (Buró Federal de Investigación) se hizo saber que “La persona que está en su sano juicio no comete un homicidio”. Aunque algunas autoridades quizás no concuerden del todo con esta afirmación, sí concuerdan con lo que da a entender. Por algún motivo desconocido, un agresor violento ya no piensa con normalidad. Algo ha afectado su manera de pensar y actuar. Ha sido capaz de cometer actos impensables, entre ellos, uno o varios crímenes que son muy difíciles de entender porque escapan totalmente a la razón.
Bajo este razonamiento, se reconoce que no hay un único factor que explique las distintas manifestaciones de violencia del ser humano. Un gran número de especialistas concuerda en que existen muchos factores y circunstancias tan diversas que pueden inducir a alguien a cometer un acto de violencia irracional. Coinciden en que uno de los antecedentes de la mayoría de los homicidas es el hecho de que provienen de “familias rotas, en las que no hay cariño, amor o afecto”.
Otro grupo de investigadores sostiene que, en su gran mayoría, los criminales más agresivos han crecido en un entorno familiar violento en el que las relaciones entre padres e hijos dejaban mucho que desear. “Cuando a los hijos no les inculcan en el ámbito familiar los valores morales que les sirvan de protección y guía en su vida futura, es probable que se descarríen”, comentó por su parte Marianito Panganiban, ex-portavoz de la Oficina Nacional de Investigación de las Filipinas.
Los expertos apuntan que la conducta violenta también puede deberse a ciertos defectos de la personalidad del agresor, entre los que se cuentan: las deficiencias de aprendizaje; la dificultad para relacionarse con los demás; los trastornos psicológicos debido al maltrato físico o el abuso sexual; las tendencias antisociales o la aversión a un determinado sector de la sociedad.
Por si fuera poco, el doctor Daniel Borenstein, ex presidente de la Asociación Americana de Psiquiatría, señaló: “Ahora mismo existen más de mil estudios, respaldados por más de treinta años de investigación, que demuestran que hay una relación causal entre las violentas imágenes que se presentan a través de los videojuegos, el cine y la televisión que contribuyen al comportamiento agresivo de algunos niños”.
Vale la pena mencionar que, en un discurso dirigido a un grupo de médicos de Filadelfia (Pensilvania, EEUU) que se acababan de graduar, el doctor Richard F. Corlin, ex presidente de la Asociación Médica Americana, comentó: “… no permitimos que nuestros hijos conduzcan un automóvil, beban alcohol o fumen un cigarrillo, cuando son demasiado jóvenes…” Y añadió: “…sin embargo, dejamos que aprendan a disparar a una edad en la que no saben controlar sus impulsos y no tienen la madurez ni la disciplina necesarias para usar sin peligro las armas con las que juegan... Tenemos que enseñarles desde pequeños que la violencia siempre acarrea consecuencias… graves consecuencias”.