Opinión

Culiacán: los carteles y el Estado, una guerra inevitable en curso

Carlos Ramírez

Seguridad y Defensa

Lo único sensato al analizar el incidente en Culiacán el 17 y 18 de octubre, con los elementos que se tienen a la vista, es concluir que se trató de un error estratégico. En ninguno de los ángulos de enfoque existió alguna utilidad política y de seguridad con el arresto y extradición de uno de los jefes interinos del Cártel de El Chapo.

En toda decisión estratégica de seguridad el tema central alrededor del cual se deben evaluar decisiones es el de los beneficios. Ovidio Guzmán López no es el eje del cartel de su padre, el arresto de El Chapo convirtió a esa organización en una pieza de caza para otros carteles y en todo caso se esperaba una batalla criminal entre Sinaloa y el Cartel Jalisco Nueva Generación en expansión.

Por lo tanto, la decisión de arrestar a uno de los hijos de El Chapo no tenía más explicación racional que darle un escobazo al panal de las avispas.

Y así fue.

Si de algo sirvió el operativo fallido de Culiacán en su concepción, fines y resultados fue para percibir el grado de resistencia violenta de un cartel del crimen organizado: se han preparado para la lucha, no van a rendirse y por tanto el modelo de pax narca o pacificación acordada nunca será viable.

La respuesta en las calles de Culiacán del Cartel de El Chapo mostró un grado mayor de fortalecimiento que la que hubo en el tercer arresto de El Chapo y su inmediata extradición. Y eso que ahora no se trataba de un gran jefe del Cartel, pues Ovidio Guzmán López es sólo el hijo del jefe, con funciones operativas, pero sin ser el nuevo capo. Hasta ahora, la jefatura del Cartel de El Chapo la tiene su compadre y albacea Ismael El Mayo Zambada, un jefe con capacidad de negociación, elusivo a los choques violentos, administrador de bienes y acuerdos dentro del cartel que quedó medio al garete con la condena de prisión perpetua de su jefe.

No se tiene claro si el gabinete de seguridad que aprobó el operativo había entendido el precario equilibrio entre carteles: afectar a uno de manera automática beneficia a otro, un modelo de economía cero. Y era más que obvio que el debilitamiento del Cartel de El Chapo llevaría al fortalecimiento del Cartel Jalisco Nueva Generación, sin duda la organización criminal con mayor capacidad operativa y entrenamiento tipo militar.

El avance estratégico del CJNG en varios estados convierte a este grupo en el principal riesgo de seguridad del Estado. En términos de equilibrio estratégico, al Estado le convenía más bien dejar que se fortaleciera el Cartel de El Chapo para evitar el dominio del CJNG que ayudarlo debilitando al de El Chapo. Estas son algunas de las decisiones estratégicas negativas que todo Estado debe asumir, en tanto se fortalece su capacidad de resistencia operativa con nuevos cuadros de seguridad.

La estrategia de seguridad del gobierno lopezobradorista se seguirá basando en acuerdos informales de paz con los grupos del crimen organizado para disminuir la violencia criminal, aunado a inversiones sociales para aumentar la presencia del Estado en zonas dominadas por los carteles.

Sólo que con la crisis en Culiacán esa estrategia tendrá que arrancar desde el principio porque ahí se rompieron las confianzas.

Ley de la Omertá

En su libro La era de la criminalidad (FCE) que reúne tres textos sobre el tema de seguridad, el escritor Federico Campbell fue muy insistente en señalar que la seguridad es una función toral del Estado y que cada fracaso, tropiezo o triunfo impactará en menor o mayor autoridad del Estado y sobre todo tendrá efecto en la estabilidad que requiere el desarrollo.

Así pues, la crisis de seguridad en Culiacán habrá que analizarla en función de la fuerza y autoridad del Estado. Pero al mismo tiempo, Campbell fue insistente en señalar que el Estado no es una entidad autónoma, sino que responde a la correlación de fuerzas sociales, políticas y económicas y que por lo tanto su responsabilidad es, por así decirlo, colegiada.

En su seguimiento de la línea creativa del ambiente criminal en el ramo judicial de Leonardo Sciascia y cruzando la información con el seguimiento de la lucha del Estado italiano contra la mafia y la camorra, Campbell estableció la línea de énfasis en que sin un Estado fuerte y blindado no habría posibilidad legal de luchar y combatir al crimen organizado. Corrupción de jueces, policías, abogados, carceleros y, ¿por qué no?, medios de comunicación, impiden una sólida estrategia de seguridad.

Los grupos delictivos sólo pueden operar en el escenario de un Estado capturado por los grupos delictivos y con la complicidad de la sociedad. Inclusive en zonas donde la incidencia delictiva es baja se perciben acuerdos sociales con algún grupo criminal para contener a los otros. Al final de cuenta los gobernantes no son el Estado sino los responsables de algunas decisiones del Estado. En rigor, el Estado es una comunidad de funcionarios afectados o beneficiados por la realidad.

Zona Zero

* El gran derrotado dentro del Cartel de El Chapo fue su compadre y albacea Ismael El Mayo Zambada y las réplicas se sentirán hasta el Sureste yucateco. El Mayo habría sido el operador de acuerdos informales para salirse de la violencia y dedicarse sólo a trasiego de droga. Al final, el operativo en Culiacán mostró la ingenuidad de El Mayo en sus negociaciones. Y tras de él viene, sin piedad, el Cartel Jalisco Nueva Generación de Nemesio Oseguera El Mencho.

* El gabinete de seguridad que se reúne todos los días en el Palacio Nacional de 6 a 7 de la mañana demostró su ineficacia práctica. Al parecer, le falta un método de análisis estratégico de la realidad de la violencia. No todo es reunirse para intercambiar novedades. Y los únicos que tienen enfoques estratégicos de seguridad son los militares, pero no los utilizan y los subordinan a las interpretaciones de los civiles.

El autor es director del Centro de Estudios Económicos, Políticos y de Seguridad.

seguridadydefensa@gmail.com

www.seguridadydefensa.mx

@carlosramirezh