Gerardo Fernández Casanova
Finalmente la poderosa líder de los demócratas en la Cámara de Representantes de Estados Unidos dio luz verde para la aprobación del Tratado de Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC), después de que fueron satisfechas las demandas de los sindicatos gringos. El mismo día los representantes comerciales de los tres países firmaron el documento correspondiente en representación de sus gobiernos y el Senado mexicano manifestó el acuerdo de todas las bancadas para ratificarlo de inmediato.
Personalmente siempre he sido contrario al libre comercio, especialmente con Estados Unidos por la asimetría existente, me entusiasmó la postura de AMLO en 2006 y 2012 en que reclamaba la renegociación por lo menos en el ramo agropecuario; el TLCAN sólo produjo abandono del campo y la industria nacionales. Desde el Proyecto 18, coordinado por Alfonso Romo, el asunto se dejó de lado y, ante hechos consumados por las negociaciones de Peña Nieto, el Presidente Electo lo convalidó con sólo una modificación trascendente en materia de soberanía energética. Firmado el día anterior a su toma de posesión, el Presidente lo hizo suyo y lo empujó con su habitual tozudez hasta lograr su firma, superando los obstáculos que se le presentaron. Vale decir que las exigencias mayores se refirieron al tema de la justicia laboral, tema en el que el proyecto de la 4T registra plena coincidencia.
No conozco el documento firmado, pero el hecho de que Donald Trump lo pondere como el mejor tratado firmado por su país bajo su lema de America First, me provoca seria preocupación respecto de lo que nos hayan obligado a aceptar. En tal caso no me queda más que otorgar la confianza al Presidente López Obrador y a su compromiso de “no robar, no mentir y no traicionar”. En abono de lo anterior vale observar que el gobierno ha emprendido acciones que estaban vedadas, como es el caso de la intervención reguladora del mercado de granos básicos mediante los precios de garantía y la compra por el organismo Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), así como la inyección de recursos públicos en PEMEX y CFE, entre otras.
Un asunto delicado es que mantiene y refuerza la excesiva dependencia de la economía y el comercio mexicanos con Estados Unidos, limitando nuestra capacidad de negocios con China y Rusia, que podrían abrir el abanico de nuestro comercio y aumentar grados de libertad. Este es un asunto delicado y peligroso para la soberanía nacional. Quedó de manifiesto cuando la crisis migratoria y la amenaza de aranceles a las exportaciones mexicanas al mercado gringo; nos puso de rodillas sin alternativa de acudir a otros mercados.
Destaco como muy valioso que el TMEC alentará un mayor flujo de inversiones al país y con ello mayor desarrollo y bienestar por el trabajo mejor remunerado. Igualmente rescato el incentivo a la justicia y la democracia sindical, estaremos obligados a hacer algo que queremos hacer, con la consiguiente mejora significativa de los salarios; se acabaron los presidentes viajando por el mundo ofreciendo la mano de obra esclava como aliciente para las inversiones, cosa por demás indigna y traidora para la clase trabajadora.
Sobre este último asunto es preciso apretar el acelerador, principalmente en lo que a organización sindical se refiere. Me queda claro que el charrismo sindical no estará en la mejor disposición de soltar las amarras y las prebendas. Hace falta la nueva central sindical que está impulsando Gómez Urrutia para brindar apoyo a los trabajadores y capacitarlos para la exigencia y el ejercicio democrático; sin ello puede suceder como con la abolición de la esclavitud con esclavos que prefirieron mantener su condición por no saber vivir en libertad; así mismo es necesario prevenir que un desborde seudodemocrático derive en la destrucción de la fuente de trabajo, una mejor condición laboral deberá agregar productividad a las empresas.
Cambiando de tema. El enjuiciamiento de Genaro García Luna en Estados Unidos es una magnífica noticia que no puede dejar de atañer a Felipe Calderón y al festín de corrupción y muertes que significó su régimen espurio. Comprendo que la fiscalía mexicana todavía tiene un largo trecho de depuración interna para actuar con suficiencia, los malandrines siguen dentro mientras se les saca la mayor información posible y se dispone de reemplazos. Por lo pronto estaremos sujetos a lo que se haga desde Washington; ojalá se pueda cooperar y sirva para sanear al país.
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