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Opinión

Cristóbal León Campos*

I

El rostro de los niños pierde la inocencia de su espíritu cuando se enfrentan a las condiciones del dolor como son la guerra, el desamor y a la indiferencia, entre otras. La ilusión natural de la infancia es uno de los mayores tesoros de la humanidad, que muchas veces es poco valorado, nos enseñan a ser adultos para acabar añorando la alegría de los años infantiles. ¿Cuántos niños en el mundo están sufriendo por hambre y violencia? ¿Qué grado de conciencia hemos desarrollado sobre las condiciones de vida de la infancia a nivel mundial? ¿Acaso no podemos velar por el cumplimiento de los derechos humanos elementales para cada niño en el planeta? Mientras las políticas se encaminen a la confrontación y la expansión de los intereses comerciales, la humanidad seguirá pendiendo de un hilo, los padecimientos de la niños son los sufrimientos de toda la especie humana, violencia, hambre, explotación, marginación, discriminación, dolor e inseguridad, hoy la infancia necesita de la solidaridad mundial, el futuro es presente y está en cada uno de los infantes del mundo. ¿Cuánta infancia debemos perder para comprender que todos somos seres humanos?

II

El color de la piel continúa siendo una excusa para que el racismo y la discriminación esté presente cotidianamente en nuestras vidas, se habla de igualdad y equidad pero se continúa negando el derecho a ser y pensar en la diversidad, sexo, género, etnia y clase social, estructuras mentales y físicas que atentan contra la vida, condicionan y enjaulan lo que por naturaleza es plural, se habla de inclusión mientras se pierda la dignidad, aquel que levanta la voz para decir “aquí estoy y soy como deseo”, es culpado de transgresor, se le juzga y condena, juicios sumarios, condenas preestablecidas, la humanidad se hace y rehace todos los días, por más leyes que se implementen nunca se podrá regular el principio de libertad que cada ser humano tiene en lo profundo de su ser, libres y dignos hacemos humanidad. ¿Cuánto más racismo y discriminación debemos padecer para entender que todos somos humanos?

III

Un manto de juicios y prejuicios condicionan el acontecer social, a la mujer que ejerce su libertad se le insulta y denigra, particularmente la libertad sexual, es acosada por hombres hambrientos de hacerla su presa debido a que la consideran fácil, sin importar que estos mismos hombres cuando tienen enfrente a una mujer que pide libertad y ejerce su Ser sin pudores se les acaban las erecciones y los pantalones de macho ensucian, les resulta simple juzgar pero son incapaces de afrontar el reto de respetar y valorar, propios del sistema que los instituye como los fuertes, en manada son implacables, patriarcas con corona de doble moral, pero a la hora de amar sin prejuicios, en libertad y sin pudor, corren asustados o utilizan la violencia para ocultar sus incapacidades, bien ha dicho Eduardo Galeano: “la violencia del hombre es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”. Violentos y miedosos se esconden tras la máscara de un sistema hecho para deshumanizarnos, fragmentarnos y controlarnos. ¿Cuántas más mujeres deben sufrir violencia y discriminación para que al fin reconozcamos que todos somos humanos y debemos vivir en igualdad y libertad?

IV

El invierno trae frío y recuerdos, encuentros y reencuentros, brindis y reuniones, entre abrazos se refuerzan los afectos, su signo es para una importante parte del mundo, el signo del amor y la esperanza, reflexión con perspectiva de futuro, pero ahora, ahora mismo en que esto escribo y usted lee, las bombas caen sobre los niños en gran parte del mundo, las banderas de la “democracia” le dicen a países y culturas cómo ser y actuar, ¿acaso la democracia dejó de ser la voluntad de los pueblos para convertirse en los mandatos de los tiranos y sus imperios?, tristemente la respuesta conocemos, hablan en nombre de la democracia pero destruyen formas diversas del ser humano, culturas perdidas en nombre de la religión, aquel nacimiento que en símbolo ejemplifica la esperanza, es usado para sembrar el dolor y la muerte, y perdonen los puros que lo diga así, pero basta asomarse a la ventana de la realidad y constatar el triste hecho de que falta mucho para hablar del renacimiento. Ahora mismo en este invierno que vivimos ¿quién se acuerda de aquellos despojados de sus tierras y exiliados al país de la desgracia?

La esperanza surge por adentro de los seres humanos, es un sentimiento que calcina los deseos, la conciencia se desarrolla del análisis de las circunstancias que los rodea, la unión de la esperanza y los anhelos se manifiesta en los actos diarios, el bien común no es eslogan de campaña, es reflejo de la conciencia esperanzada por el quehacer de los humanos, transformar la realidad amerita el conjunto de las voluntades puestas en acción, si hablamos de esperanza tenemos que hablar de amor, amar a la humanidad es la prueba mayor de nuestra conciencia.

*Integrante del Colectivo Disyuntivas

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