Rogelio Gómez Hermosillo
En estas fechas, es pertinente recordar el sentido de la Navidad: el nacimiento de Jesús. Entre el ruido de brindis, regalos y símbolos ajenos como árboles o “Santa Closes”, vale la pena retomar el origen.
Ofrezco algunas notas, que tienen sólido fundamento teológico. Es continuidad de un texto publicado en Semana Santa, que lo amplía y complementa (¿Creer en Dios todavía? El Universal, http://eluni.mx/ec339twqw).
Los relatos sobre el nacimiento de Jesús son reflexiones teológicas cargadas de simbolismos. Los expertos coinciden que son relatos construidos como resultado de la maduración de la fe en las primeras comunidades. Son textos que se escribieron “al final”, aunque aparecen en el inicio de los evangelios de Mateo y Lucas.
Para los creyentes, estas narraciones son verdaderas por su sentido y significado. Anuncian lo que fue su vida pública. Anticipan, explican, dan sentido a lo que hizo y lo que le sucedió.
El pesebre, los pastores, los anuncios de los ángeles y en general los sucesos alrededor del nacimiento de Jesús, más que hechos históricos comprobables, son relatos inspiradores sobre quién fue Jesús y cuál fue “su obra” y su misión.
Destaco cuatro símbolos relevantes:
1. Jesús nace excluido en un ambiente de gran precariedad. Aunque el “nacimiento” actual es una escena bella e idealizada, la verdad es que Jesús nace en un “pesebre, porque no encontró sitio en la posada”. (Lc. 1, 7). El contraste que asociaba al Mesías como un enviado de Dios con gran poder, es notorio.
2. Jesús nace entre los pobres. Sus primeros visitantes, los pastores, son personas excluidas y de escasos recursos. Ser pastor en ese tiempo era un trabajo mal pagado e “impuro” en lo religioso por el contacto permanente con los animales. En lugar de los lujos derivados del poder y la pureza de los religiosos de su tiempo, Jesús es recibido por trabajadores pobres e “impuros”.
3. Los “magos de Oriente” que lo visitan no son reyes, son “astrólogos” (Mt. 2, 1-2). Ese relato anuncia que el nacimiento de Jesús es relevante no solo para judíos, sino para todos los pueblos –como efectivamente sucedió con las primeras comunidades cristianas.
4. Jesús padece persecución. El Evangelio de Mateo relata una masacre de recién nacidos ordenada por el rey Herodes. Este pasaje aún sin tener confirmación histórica, refleja bien el contexto de dominación, abuso de poder y represión que se vivía en los territorios de Judea en esos tiempos. También prefigura y anuncia la reacción de los grupos de poder frente a Jesús y sus seguidores.
5. Jesús asume una misión profética con un fuerte contenido de justicia social. Su anuncio del “reinado de Dios” promovía la construcción de relaciones basadas en la igualdad y la reivindicación de quienes padecen exclusión.
Los textos sobre el nacimiento de Jesús recuperan citas del Antiguo Testamento que sustentan su identidad profética. Por ejemplo, el cántico de María al visitar a Isabel, popularmente conocido como “la Magnífica”, es una muy bella composición con un fuerte sentido de justicia social: “derriba a los poderosos de sus tronos y ensalza a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los deja vacíos” (Lc. 1, 52-53).
El mensaje es vigente, aunque la Iglesia como institución y como comunidad de creyentes no es y no ha sido fiel a esa tradición.
Recuperar el sentido original de la Navidad va allá del cambio en lo individual. Tiene una dimensión social de construcción de igualdad, superando discriminación y exclusiones. Asumir esta dimensión puede ser un buen propósito inspirado por el nacimiento de Jesús. ¡Feliz Navidad!