Cristóbal León Campos*
Se dice que en la vida rara vez se nos presentan dos o más oportunidades, y es verdad, hay ocasiones en que debemos saber actuar y aprovechar las circunstancias, dar el paso sin miedo, atrevernos a saltar sin paracaídas y confiar en nuestras capacidades, pero también es cierto, que mientras más nos esforzamos la vida nos ofrece nuevas oportunidades, pues nada se logra sin esfuerzo, sin dedicación y constancia, conquistar los sueños es un camino tedioso y cansado la mayoría de las veces, es un aprendizaje basado en el ensayo y el error, es un atreverse siempre por la meta propuesta, es la entrega a lo que amamos. La vida ofrece en base a nuestros actos y nuestras habilidades para saber detectar el momento, hay veces que vemos pasar las cosas, por desconfianza, por vergüenza o por algún prejuicio, nos arrepentimos, pensamos que debimos atrevernos y nos juramos no volver a perder la oportunidad, sin embargo, pasa el tiempo y cuando reaccionamos ya hemos acumulado un sinfín de circunstancias desperdiciadas, siempre es más difícil dar el primer paso que seguir caminado, el impulso de la vida viene del alma, saber dejar salir esa fuerza es lo que nos permitirá aprovechar las oportunidades que se nos ofrecen.
En el silencio soñamos con senderos por abrir para andar, mas a veces es necesario gritar el nombre de esos senderos, hacer del sonido la expresión añorada, la poesía es vida porque al nombrar otorga realidad, tocar y sentir el roce provocan el placer de sabernos valorados, la vida se mueve, nos mueve, cambia, cambiamos, nacemos y renacemos, en el esfuerzo está el secreto, rendirse no es una opción si deseamos algo, levantarnos a diario y luchar por ello es la receta que debemos preparar. Sin importar el tiempo transcurrido, el esfuerzo rendirá sus frutos cuando sembramos la semilla y cuidamos la raíz, los sueños se cultivan en los corazones para expresarse por las almas como espíritus nos rondan en las manos, nos hacen al conseguirlos y nos deshacen al olvidarlos o ignorarlos, quien niega sus sueños y renuncia se niega a sí mismo, permitir que las ilusiones se adormezcan no las elimina ni consigue apagar el fuego interior, pero sí puede hacernos dejar de vivir en plenitud, la vida está en los sentidos, la piel sabe de ello, la sensación que nos recorre cuando nombramos nuestros sueños es la señal de que vale la pena el atrevimiento de ir por ellos y darlo todo hasta consumarlos.
Nos atraen de la rosa el aroma y los colores, mas cuando los pétalos comienzan a caer solemos mirarla diferente, ¿por qué hemos preferido evadir? Cuando los pétalos caen es el momento justo de valorar el aroma y los colores, la búsqueda de la felicidad es un camino cuya pendiente puede desalentarnos y asustarnos, en nosotros radica el redoblar los ánimos y hacer nuestra cada cúspide por elevada que pudiera estar, los pétalos caídos forman una hermosa alfombra de color y aroma si sabemos mirarlos, son las huellas de la vida y las señales de la plenitud cumplida, la belleza de la existencia se suscribe en la forma de regar el jardín, florece todo aquello que se cuida y se alimenta, el diario esfuerzo es lo que cuenta, los sueños florecen si sabemos darles la cantidad justa de voluntad, deseo y entrega. Los colores y el aroma de las rosas nos alimentan la esperanza.
Elegías detienen los pasos, ¿para qué sirve la pena si buscamos alegría?, aprender a andar no es fácil, los senderos pueden ser muy largos, no existe excusa si buscamos transformarnos, en la mente se alojan las ideas que nos conducen, la magia la hacemos cada uno de nosotros con los pensamientos que generamos, la magia existe como voluntad, se manifiesta en la gracia que ilumina la añoranza, hablar de las cosas que deseamos nos acerca a ellas, movernos siempre movernos, pues del cielo cae únicamente la lluvia, la decisión de una nueva oportunidad comienza con el reconocimiento individual de las circunstancias, saber que es necesario cambiar, entender que el impulso inicia en nuestro interior, comprender que la fuerza nos habita en el alma y que sus pasos se dirigen por naturaleza hacia la alegría. La gracia de nuestro ser la reflejamos en el continuo andar.
En los ojos se observa el fuego, la pasión de las palabras hacen del poema una ofrenda para aquello que amamos, encontrar la razón propia es necesario cuando hablamos de felicidad, amar y apasionarnos es una regla del saber, entregar todo por los sueños hace de los cuerpos la fortaleza de la esperanza, una nueva oportunidad llega cuando sabemos escuchar el grito del deseo que nos habla de ilusión. Una nueva oportunidad es la que tenemos con cada amanecer, hacer de ella una virtud será lo que marque nuestra felicidad.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas