Opinión

Gabriela Basto Niquete

Luchar por la dignidad de la mujer es contribuir a romper el cerco que sobre nosotras existe, a no seguir calladas, que es lo que nos ha estigmatizado como género desde la antigüedad. Hoy, ¿qué mujer en el uso de la palabra no ha conocido la mirada compasiva de los hombres que han pensado “que calladitas estaríamos más bonitas”? ¿Quién niega que las mujeres hemos sido educadas entre protecciones que generan inseguridad y autolimitación?

Las mujeres hemos sido invisibles en la historia, el manto de silencio que nos viene cubriendo incrementa los abusos en el hogar y fuera de él, en la vida cotidiana bajo la autoridad del padre y luego del esposo como nueva cabeza de familia o porque es “el hombre de la casa”, y si nos incorporamos al trabajo también será en su mayoría bajo la mirada de los hombres, los jefes, los mismos que nos fijarán los salarios y decidirán nuestras posibilidades de promoción.

Celebramos cada 8 de marzo los derechos conquistados por las mujeres en todos los ámbitos y se conmemora la larga historia de luchas y sacrificios para conseguirlos. En la actualidad, durante esta jornada, se organizan marchas y manifestaciones en todo el mundo para denunciar que todavía queda mucho camino por recorrer hasta alcanzar esta deseada igualdad y equidad real entre hombres y mujeres. Pues muchos datos confirman que en muchos países nacer mujer es un estorbo social.

El origen de la celebración data del 8 de marzo de 1908, cuando las trabajadoras de la fábrica textil Cotton en Nueva York declararon una huelga en protesta por las condiciones insoportables de trabajo. El dueño no aceptó la huelga y las obreras irrumpieron la fábrica. El patrón en represalia cerró las puertas y prendió fuego a la fábrica, muriendo en su interior 129 mujeres calcinadas. En aquellos años, los salarios que recibían las mujeres eran inferiores en más de la mitad a lo que los hombres recibían aun compartiendo ambos condiciones infrahumanas en las tareas industriales. Por este asesinato considerado en la historia como una tragedia, países como Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza celebraron el 19 de Marzo de 1911 el primer Día Internacional de la Mujer con una serie de mítines a los que asistieron millones de personas exigiendo la igualdad con el hombre, derecho a voto, derecho a trabajo digno, a ocupar cargos públicos, derecho a una formación profesional y a no ser discriminadas.

Fue hasta 1977 que la Organización de las Naciones Unidas convertiría esa fecha en el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional, para conmemorar la lucha histórica por mejorar la vida de la mujer. Cada 8 de Marzo es una fecha donde mandamos mensajes, felicitaciones, bendiciones, nos sentimos orgullosas de ser lo que somos como mujeres cuando realmente la historia nos recuerda la lucha que tuvieron las mujeres trabajadoras para ser tomadas en cuenta.

Este Día Internacional de la Mujer es un buen momento para reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar la valentía y la determinación de mujeres que han jugado un papel clave en la historia de sus países y comunidades brindándonos la oportunidad de transformar el impulso en acción, de empoderar a las mujeres en todos los contextos, y rendir homenaje a las activistas que trabajan sin descanso defendiendo los derechos de las mujeres y animando a las mujeres a que se desarrollen plenamente. Además fomentar en las mujeres una manera responsable de conocer y defender sus derechos, al mismo tiempo de buscar generar acciones para acabar con las desigualdades y oportunidades que existen en todos los ámbitos. ¡No volvamos a callar, ese no es el camino!