Opinión

La Herencia del Llanero

Alberto Híjar Serrano

Blanqui y la insurrección, Bogdanoff y el proletkult, Mao y Lucio con su lema “ser pueblo, hacer pueblo, estar con el pueblo”, Kautsky y la sensatez negociadora, Brecht y el distanciamiento crítico contra toda sensiblería, Boal y sus propuestas performáticas, son eternos y Marx, Engels y Lenin también. Siempre, desde antes de la acumulación capitalista y el Estado-Nación con su democracia precaria, será necesario confiar en la espontaneidad de las masas y en los agitadores deslumbrantes que la promueven. Cuantimás ahora cuando el movimiento obrero y campesino despuntan con las huelgas, los plantones y los triunfos en San Quintín, Matamoros, Cherán, el territorio zapatista en Chiapas y en los enfrentamientos cruentos en Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Michoacán. Escribo mientras la abogada Susana Prieto empieza su gira por huelgas, plantones y sedes sindicales en lucha para comunicar su enorme capacidad puesta a prueba con los triunfos en las maquiladoras y la Coca-Cola en la frontera tamaulipeca.

De aquí la preocupación de Marx y Engels por el “comunismo tosco”, ese movimiento libertario constante y fraternizador indispuesto para el largo plazo a cambio de su estrategia agitatoria ante cualquier acto de injusticia estatal. Contra toda propiedad, el “para todos todo, nada para nosotros” oculta el problema principal: la propiedad privada de los medios de producción. Avanza apenas a la colectivización de la propiedad con la creencia de que al volver a todos propietarios el socialismo avanza. De aquí el Che contra el Manual Soviético de Economía Política: los koljoses no son el socialismo y menos abren el camino al comunismo; las cooperativas son un avance en el capitalismo y un retroceso en el socialismo.

De aquí la consagración de El Llanero a Espartaco: “volveré y seré millones”. De aquí su lema favorito: “las aves del más dulce canto defienden su libertad también con garras”, en justiciera apropiación de Otto René Castillo, salvo el pequeño detalle de la lucha armada. Todo queda en la narración de Antonino a Espartaco con la frase sacramental, todo asumido por el revolucionario poeta guatemalteco.

Tuvo tanto reconocimiento en las luchas populares con su personaje, que dejó de serlo al prescindir del maquillaje en el rostro para darle sentido pleno en la existencia de Enrique Cisneros Luján, un tapicero metido a teatrero sin más recursos técnicos que su cuerpo, su cabellera hirsuta a lo afro, su capacidad de procesar con mucho ingenio los crímenes de Estado, su voz suficiente para convocar al grito de “¡hayyy calacas!” expropiado a Enrique Ballesté que nunca lo perdonó. Mal hecho, porque la significación es de todos y entre todos la construimos. Imaginen que Mexiac reclamara a los miles de usuarios de su tzotzil con candado en la boca de 1953, que ni crédito le dan. El anonimato es la gloria de quienes estamos en contra de la parafernalia burguesa de exaltación de la genialidad, la obra única e irrepetible, la contemplación sublime, el valor eterno y universal. Resulta contradictorio el afán de El Llanero de lograr el reconocimiento de la UNAM a CLETA. Los afanes del Taller de Arte e Ideología por conocer a fondo la reproducción burguesa, procreó relaciones con CLETA antes del libro del TAI en homenaje a Samir Amin en su crítica al eurocentrismo y el poder de las ideologías estéticas. He aquí el punto de quiebre constante con CLETA: la crítica teórica necesaria para la praxis estética.

León Chávez Teixeiro sostiene que todos pasamos por CLETA en el reparto de comisiones en el momento de justa urgencia. En su caso, esto no derivó en relación alguna con el Partido Mexicano del Proletariado que condujo el trabajo de León en la colonia Martín Carrera. Situación semejante es la del TAI incluyendo el clandestinaje de las Fuerzas de Liberación Nacional, nada de lo cual impidió la relación fructífera con los trabajos de CLETA. El poder de El Llanero era altamente convincente porque contaba con una retaguardia de alta eficiencia con personajes como Maruca y su aparente reducción al puesto de publicaciones en cuanta presentación se hiciera en América y en Europa. Esta presencia se acrecentó con la agencia de noticias APIA, todo con una disciplina ejemplar por discreta y amable que contaba con la discusión de las iniciativas de El Llanero.

Los intentos críticos formativos del TAI son numerosos y más bien inútiles. Logramos historificar en el Foro Abierto de la Casa del Lago con las conmemoraciones mensuales, pero fue mucho más popular el opinadero sobre cualquier punto del orden del día: el petróleo, las represiones, los desalojos, el imperialismo, los invitados de organizaciones revolucionarias de Centro y Sudamérica. El opinadero parece sustituir a la democracia cognocitiva como plantea José Revueltas, pero las consecuencias prácticas se limitan al desfogue de la indignación sin más consecuencias organizativas que las tareas de sobrevivencia. La popularidad construida en el Foro Abierto alertó a la seguridad del Estado al ser proclamado ahí el Primer Aguascalientes fuera de Chiapas. Una noche violenta y a pesar de la vigilancia elemental, excavadoras mecánicas apoyadas por granaderos y un contingente de El Chiquilín, un ex-CLETO derivado en corrupto organizador de reventones y una desordenada Preparatoria Popular, con cuotas obligatorias, prueban la presencia del lumpen para arrasar con la construcción abierta al lado de la Casa del Lago. Las desgarradoras de lumpen, más que estar en su ropa, están en la ausencia de principios arraigados con crítica teórica e histórica, para reproducir las prácticas burguesas.

La dimensión lumpen sólo fue discutida en CLETA cuando las acciones por cuenta propia de alguien, incluía a jóvenes sin capacidad de discernimiento. Ahora sería todavía tiempo propicio para la crítica necesaria, su historia, sus casos concretos, sus consecuencias a veces trágicas. El Llanero tocó esto de costado con el acto Viva el Panfleto coordinado con el inolvidable Chuco, Joel Ramírez, anunciados en un excelente cartel de Mauricio Gómez. Positivo y Negativo fueron los nombres adoptados para la improvisación de excelentes diálogos festivos altamente convincentes. El Chuco había sido expulsado de la Escuela Normal de Sinaloa por lo cual dio a conocer el mote de “anormales” a sus compañeros de agitación y propaganda. Niño aún, en un ataque violento a los campesino de El Vergel, fue herido en una pierna que al gangrenarse por falta de atención, tuvo que ser amputada. Su dedicación a la agitación y propaganda de las coordinadoras características del siglo pasado, tendría que integrarse a la crítica de las relaciones entre el espontaneísmo y organizaciones negociadoras con el Estado. El Chuco fue asesinado en la ocupación de regreso al Foro Abierto en enero de 1999, a tres años del violento desalojo de 1996.

El orgullo de ser “anormales” es parte del cultivo del marginalismo. La contraparte es Enrique Ballesté que tanto brilló en los inicios de CLETA cuando parecía que sí iba a ser centro de experimentación teatral. Son inolvidables las canciones de Ballesté para El Fantoche y su Poder en el foro que dejó de ser isabelino por la reina británica. Las puestas en escena de obras de su autoría, el premio nacional ganado con Vida y Obra de Dalomismo, son pruebas de la dialéctica entre la cultura institucional y las incursiones libertarias, en este caso cumpliendo el lema del Che cuando fue Ministro de Industrias: “calidad es respeto al pueblo”.

De aquí y por tanto, fundamos la Escuela de Cultura Popular Revolucionaria “Mártires del 68” como conclusión de la huelga de hambre frente a Bellas Artes, “bueno, afuerita”, al pie del monumento a Beethoven, para denunciar el proyecto de cercar Chapultepec para reabrirlo privatizado y con comederos transnacionales en lugar de los manjares ambulantes, el chito en especial, esa deliciosa carne seca entre otras suculencias. Treinta años cumple “La Mártires” que perdió su calificativo de “revolucionaria” para convertirse en un centro de propaganda gráfica con resonancia internacional, luego de mantenerse en la calle al ser expulsada del gran terreno del primer Sindicato de Costureras, el 19 de septiembre en homenaje a las víctimas del terremoto de 1985. La Escuela con su biblioteca y un galpón donde cada año se montó Un Grito en la Calle, marcó una relación entre trabajadores con los homenajes incluidos en la inauguración de la exposición de mantas, carteles, pancartas, a personajes tan ejemplares como Benita Galeana, Germán Liszt Arzubide, Efrén Capiz. La crisis actual de la Mártires por un escándalo feminista que ha intentado discutir a fondo, forma parte de nuestras limitaciones para homenajear a El Llanero que ignoró a la escuela como evidencia de su resistencia antiinstitucional, de no ser la directamente beneficiosa para CLETA como el local muchas veces agredido y restituido en el CCH Vallejo.

Logramos rescatar a El Machete que fue órgano del Comité Central del Partido Comunista Mexicano entre 1924 y 1932 cuando pasó al clandestinaje con todo y el partido. Respondimos a su reedición dirigida por el ex comunista Roger Bartra para sumarse a la campaña de destrucción de partidos comunistas europeos a nombre de la desestalinización y el fin del socialismo. Con todo el apoyo oficial, este machete sin filo, pasó a discutir con ligereza problemas del feminismo y de la destrucción de la URSS. Gracias a CLETA, El Machete volvió a su origen al dar a conocer las luchas populares del momento, las conmemoraciones revolucionarias, las denuncias necesarias y urgentes, todo con la inclusión de una gráfica convertida en cartel en las dos páginas de en medio. El intento de incorporar a León Chávez Teixeiro, Pino Páez y al TAI como Comité de Redacción, no prosperó y terminó cuando los acuerdos fueron violados para incluir en primera página los excelentes versos de El Llanero a propósito del acontecimiento del día. El peso de las figuras en las organizaciones populares acaba por afectarlas sin apertura de la crítica a profundidad.

Politizar, historificar, apropiarnos de la rica teoría y práctica comunitaria y comunista actualizada, es línea estratégica a seguir en lugar del cantadero y danzadero en la calle sin más principios libertarios que la ignorancia técnica y estética justificada a nombre de las urgencias activistas. Los círculos de estudio no fructifican del todo.

Sin El Llanero jamás lograremos nada semejante a su última hazaña de dialéctica con el Gobierno de la Ciudad de México, en un festival de teatro callejero, al llenar el Teatro de la Ciudad. Deja el reconocimiento que tanto quiso de la UNAM con el excelente libro testimonial al final publicado y los anteriores del Centro de Investigación Teatral “Rodolfo Usigli” cuando aún había CONACULTA. A los autores Julio Cesar López y Donald Hirschman, se les debe una tarea de investigación fundada en archivos preservados por Maruca en proceso de convenio de resguardo con el Grupo Arkheia del Museo Universitario de Arte Contemporáneo y el Centro Cultural Tlatelolco de la UNAM. Las colecciones de Machetearte lujosamente encuadernadas, serán entregadas a instituciones como prueba de que su distribución con precio voluntario en el transporte público, calles y plazas, marchas y plantones, exige una atención histórica de inclusión en la historia de México. Esta es la consecuencia principal de la herencia de El Llanero Solitito.