Opinión

Max Lesnik

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en su habitual conferencia de prensa mañanera en la que participa una nutrida representación de periodistas de todos los medios de comunicación del país, ofrece al mundo un buen ejemplo de lo que puede hacer un buen gobierno que esté atento a las necesidades e inquietudes de un pueblo en sufrimiento, en medio de una crisis nacional heredada de anteriores administraciones deshonestas que han sumido a esa nación latinoamericana en un mar de corrupción, violencia e inseguridad ciudadana de la cual sólo puede salir con el concurso y apoyo de todos los mexicanos a un gobierno honrado dispuesto a enderezar el rumbo de la nación azteca.

Todas las mañanas, a través de la señal internacional del Canal 11 de la televisión mexicana, veo de cuerpo presente al Presidente López Obrador responder las inquisitoriales preguntas de la prensa de su país expresándose en un lenguaje coloquial –sin temor ni favor y sin pelos en la lengua– algo que para mí es un buen ejemplo a imitar por todos los gobiernos del continente americano, si de verdad quieren ganarse el honor de llamarse democráticos.

Yo no puedo predecir si el Presidente AMLO podrá lograr a plenitud su empeño por moralizar la podrida política mexicana, pero de lo que sí estoy seguro es que su ejemplo de autoridad debiera ser seguido en todas las hermanas naciones del continente americano para cumplir con los postulados de Juárez, Bolívar y José Martí. Su prédica me recuerda a la de Eduardo Chibás lanzando al aire su consiga de “Vergüenza contra dinero” en la podrida política corrupta de la Cuba de ayer.

Estoy de calle al lado del mexicano AMLO. Ojalá que triunfe en su empeño moralizador si antes no lo asesinan los corruptos. Ojalá que no. Digo yo.