María Teresa Jardí
Hay negocios a los que la crónica anuncia que la tragedia los ronda. El más claro es el de la droga mantenida como mercancía clandestina. Lo que afecta a cientos de miles, millones, quizá, de personas, convertidas en la mano de obra barata del negocio más importante y boyante del capitalismo. Pero no es el único negocio del capitalismo al que ronda la tragedia ni el único que acaba mal para los vendedores. Uno más, otro de tantos, es el negocio de la pirotecnia. Y ligado a ambos creo que se puede ubicar el negocio, sobre el que Elena Simón, en Catalunya Plural, escribía: “Un año más, y la Navidad nos trae una campaña cargada de sexismo, cuando no machismo, en sus propuestas para niñas, niños y jóvenes. Muy curioso, en un momento como el actual, en el siglo XXI, en plena lucha de las mujeres por la igualdad...”.
Y, al menos, los condenados, que como vendedores al menudeo de droga se desempeñan, saben o intuyen –los que no se enganchan con los productos de cada vez peor calidad que para eso se mantienen como clandestinos– que van a morir jóvenes y ante la carencia de todo lo que el consumismo vende la muerte temprana su elección de vida.
La tragedia se repite, una más, otra de tantas…, enlutando el final de año en Yucatán donde la nota del inicio es que: “En Kanasin explota bodega clandestina de pirotecnia”. (https://www.poresto.net/2020/01/01/explota-bodega-clandestina-de-pirotecnia)
Otro hecho que, como la crónica anuncia, se va a seguir presentando en tanto no se entienda que el cambio va a venir de abajo, si se logra, incluso en aras de no exponer la vida: “porque sí, por nada, porque es la costumbre...”. Cambiar significa un esfuerzo que, en el caso concreto de los vendedores de cohetes y de los compradores, pasa por entender que hay negocios que a la mayoría afectan para enriquecer a otros.
Desde el lado gubernamental, los argumentos para tolerar la venta de cohetes son similares a los de la despenalización de la droga: “que sí, que habría que prohibir ese negocio, que efectivamente a las mascotas, viejos y lactantes afecta el ruido, que contaminan…”. Pero se tolera, como se mantiene a la droga convertida en mercancía clandestina, porque son negocio del capitalismo. Y en el caso de los cohetes, el negocio es de la Secretaría de la Defensa Nacional. Secretaría que, con los negocios que ahora tiene con MORENA como gobierno, bien podría haber renunciado o renunciar a éste. Pero no se hará porque el capitalismo necesita muertos a los pobres para que los ricos disfruten todo y cada muerto suma como parte del genocidio que se aplica. Es como lo de los feminicidios.
En Alemania, también estaban acostumbrados a los juegos pirotécnicos de final de año, pero el año que recién terminó los prohibió el gobierno debido al calentamiento del planeta y solamente se pudieron ver de manera virtual.
Son tantas las tragedias que podrían evitarse y que en México se han dado a costa de los negocios de capitalismo, que hasta parece, lo de Kanasín, una broma del funesto año, nacida como el de la esperanza y que se fue dejando para el Sureste el caudal de desesperanza, que trajo consigo, para los gobernados, el saber que con el gobierno más votado de la historia, la mentira sigue siendo regla y que para los amigos la justicia sigue siendo gracia, perdón y olvido, y la amenaza, la venganza y la muerte siguen siendo formas de vida para los defensores del territorio.